Eusebio Leal, Cambios, La Habana
Cinismo a toda prueba
¿Sabrá Eusebio Leal cómo realmente comen los cubanos de a pie en la Isla?
Con el cinismo y la verborrea barbitúrica que lo caracterizan, Eusebio Leal, Historiador de La Ciudad de la Habana y ejecutivo empresarial de la estatal cubana Habaguanex, ha declarado en una conferencia dictada para los trabajadores de esta empresa que “Ha llegado el momento en que lo que no dé resultados económicos tiene que ser cerrado sin compasión ninguna”. No se entusiasmen, no se refiere el magnate estatal a que al fin el capitalismo ha sido declarado en la Isla. No: el principesco, el bitongón mayor alude a la competencia entre ellos o para ellos: los que regentean para su acumulación de riquezas personales las empresas “estatales” cubanas, creadas sobre el lomo de la población toda, incluidos los verdaderos revolucionarios traicionados, los afectos y desafectos al castrismo, los hombres humildes, los militares, policías y bomberos honestos, etcétera.
El actual jefe de los traidores, Raúl Castro, ¿le habrá dado permiso para exclamar semejante ambigüedad? Seguro que sí. Los lambiscones de segunda línea, con esos ánimos de burguesía-aristocrática, no hacen nada sin consultar con su rey; de lo contrario podrían quedarse sin su asiento entre los cortesanos y así perder sus prebendas.
Un grupo de élite de la culinaria y la administración de Habaguanex componía en mayor medida la audiencia del mayestático Leal en esta conferencia el pasado miércoles, donde el ciceroncito se atrevió a abogar para que se rescaten los elementos esenciales de la comida cubana que tiene “grandes tradiciones culinarias” puesto que “a los visitantes foráneos les interesa saber cómo y de qué manera comen los cubanos”. No es un chiste, así dijo Leal: “cómo y de qué manera comen los cubanos”. ¿Lo sabrá él? ¿No sobra linaje para decir en público semejante desvergüenza?
Asimismo, se quejó su Alteza real de que “El maíz desapareció de tal manera que no hay ningún lugar donde se diga: ´estamos en la temporada alta del maíz vamos a disfrutar con todas sus potencialidades. En qué restaurante está el majarete, dónde el atole, el guiso de maíz, la harina con cangrejo o con cerdo”. Un ser sin decoro: no se atreve a decir por qué no hay nada de lo que menciona.
Y convoca el ruiseñor antillano a “reformular el pan, para elaborar ese que siempre comieron los cubanos”, y “a rescatar el recetario nacional, donde existen incontables recetas de pollo y de arroces, así como increíbles dulces cubanos”, a ir en pos de “la natilla cubana o habanera y el buen arroz con leche, cocinado de tal manera que nunca se sienta el corazón del arroz, sino todo el tiempo el dulce”. ¿No debemos pensar que, tanta erudición culinaria, obedece precisamente a que en su mesa de burgués del siglo XXI están presentes todos estos productos por los que clama? No tengo pruebas para así afirmarlo, pero tampoco para negarlo, y sí para inferirlo. Lo que sí podemos asegurar es que todo este “rescate” de los placeres perdidos no los reclama el Egregio para la ciudadanía, para el sufrido cubano de a pie, claro, sino para que los extranjeros se remansen en una culinaria hace décadas prohibitiva para el pueblo de Cuba, que lamentablemente, sin medios libres de comunicación, no tiene conocimiento de afrentas como esta.
Quejumbroso, el barón habanero añora “las butifarras del poblado del Congo”, “los batidos de plátano de Artemisa”, “las torticas de Morón”, “las cremitas de lecha de Cascorro” o “las papas rellenas de Guanabacoa”. ¿Tendremos que contestarle al Cortesano políglota quién o quienes son los culpables de que todo esto haya desparecido?
Al saber de inmundicias como las que hemos citado, dichas por el señor Eusebio Leal, nos lamentamos de que no haya en nuestro idioma un adjetivo capaz de calificar algo que se halla más allá de la infamia.
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