¿Son reales o manipulados los datos del crecimiento del producto interno bruto (PIB) publicados oficialmente por La Habana? ¿Puede crecer significativamente el PIB y no percibirse en el consumo y bienestar de la ciudadanía? ¿Cuáles son los sectores que más aportan hoy al PIB en Cuba? Aunque no lo parezca, el tema está en la calle.

El PIB en Cuba, en los dos últimos años, ha sido de 39.000 y 44.000 millones de pesos. Las cifras provisionales de 2007 pueden ser de 47.000 millones, de acuerdo con el crecimiento porcentual informado oficialmente. El año de mayor crecimiento informado desde 1994 es 2006, con un 12,5%.

Este indicador debe reflejar el valor de todos los bienes y servicios que produce un país en un lapso de tiempo determinado. Es la riqueza nueva o el valor agregado a la que ya existía. Una forma de apreciar reducidamente su estructura es saberlo integrado por el consumo de la población, los gastos del Estado, las inversiones o la formación de capital y las exportaciones netas.

Pero, ¿es posible que un crecimiento tan alto, como el anunciado por el gobierno, no sea percibido por la población?

Un ejercicio absurdo puede conducir a una primera aproximación. Imaginemos un país en que durante un año la población no consuma nada, que no se importe ni se exporte y que el Estado no gaste un centavo. Si en ese país el año anterior se invirtió un peso y en el actual 2 pesos, el PIB habrá crecido un 200%, aunque la gente se haya muerto de hambre. Esto demuestra lo absurdo que es pensar que el PIB no crece cuando la gente no nota su crecimiento. También el ejemplo alerta sobre lo engañoso que pueden resultar, en ocasiones, los crecimientos porcentuales.

Hagamos otra aproximación a la respuesta, pero esta vez pisando terreno real. Hay dos países en el mundo que han experimentado crecimientos del PIB catalogados de "milagro económico": Brasil y China.

Se trata de crecimientos de entre el 10% y el 15%, como promedio anual, durante varias décadas. Sin embargo, los habitantes del nordeste brasileño, los de las favelas o los denominados "sin tierra", no han notado que su vida mejore. Su pobreza y desamparo parecen no tener vínculos con los incrementos del PIB. Tampoco centenares de millones de chinos se han enterado del increíble despegue económico, el boato urbano y la magnificencia comercial de su país. Así parece suceder en todas partes.

En China y Brasil, a ningún economista no se le ha ocurrido dudar del crecimiento del PIB por el hecho de que millones de ciudadanos no lo "palpen". Para que todo el mundo sienta en la piel, el estómago y el espíritu los crecimientos del PIB, es necesario un alto grado de justicia social, una política económica que no desfavorezca el consumo, en provecho de una acumulación insaciable y, desde luego, un pastel que alcance para todos.

Crecimientos porcentuales engañosos

De todas formas, un 7% o un 12% parecen lo suficientemente altos para que se produzca lo que los economistas llaman "derrame", y todo el mundo se "moje" con unas gotas del PIB. Imagine que usted vive en un país en el cual los servicios de transporte casi desaparecieron, sobre todo en ciudades y pueblos fuera de la capital; que el gobierno de ese país adquiere 1.000 ómnibus y, paulatinamente, los pone a trabajar. Se trata de una inversión que inmediatamente incrementa el PIB en alrededor de 100 millones de pesos y, no obstante, las largas colas de pasajeros seguirán en las paradas y terminales.

El PIB crecerá más de lo que los desafortunados pasajeros puedan imaginar, pero aún no se sentirá; no se "palpará", como prefieren decir algunos. Porque cuando se parte de niveles muy bajos de producción o servicios, cualquier incremento absoluto, por modesto que sea, se expresa en un crecimiento porcentual alto. Si usted produce en un año 10 unidades convencionales de producto, y al siguiente 20, habrá crecido un 200% —incrementando sólo en 10 unidades el producto. Si, por el contrario, parte de una producción de 1.000 unidades y llega a 1.200 en el siguiente año, el crecimiento será de 120% (80 menos que el otro ejemplo) y se produjeron 200 unidades nuevas (190 más que en el primer ejemplo). Falacias de los por cientos.

No obstante la precariedad y la insuficiencia de muchas producciones, hay sectores económicos que se han recuperado visiblemente en los últimos años. La construcción es uno de ellos. En el año en que el PIB creció un 12,5 por ciento, se terminaron en Cuba 113.463 viviendas, de las cuales 8.236 correspondieron a Pinar del Río. Ese año se instalaron en el país 982.801 líneas telefónicas nuevas.

Otro sector de peso es el del comercio y servicios personales. En el año que discutimos, comenzó la distribución masiva de bienes electrodomésticos. Aunque guste o no el cambio de refrigeradores y la venta de ollas, el PIB crece debido a estos eventos. Y crece bastante.

En el sector de la salud también se han realizado inversiones evidentes y costosísimas. Casi todos los policlínicos del país recibieron una reparación capital, se abrieron o ampliaron cientos de salas de fisioterapia, y comenzó la rehabilitación de los grandes hospitales. Sumado en las inversiones, todo eso es PIB y debe traducirse en bienestar y seguridad.

Otro sector de mucha importancia, el de agricultura, ganadería y silvicultura, decreció ese año un 7,5%, y ha seguido decreciendo. Eso también se "palpa"… en las ollas.

El transporte, de primerísima importancia, creció un 0,5% en términos de pasajeros transportados por medios convencionales. Decreció un 0,2% en pasajeros transportados por ómnibus. Obviamente, los efectos de las ejecuciones en este sector y en la agricultura, son de malestar social e inseguridad.

En el año discutido se invirtieron en el país 4.143 millones de pesos, de los cuales 1.640 millones se invirtieron en Ciudad de La Habana.

Razones en la calle

La primera razón que hace invisible el crecimiento del PIB para muchos ciudadanos es que se trata del producto de un país pobre y subdesarrollado. Si dividimos el PIB de Cuba entre su población, da unos 4.200 pesos por habitante al año. Si usted no se da cuenta de que es un per cápita pequeño, multiplíquelo por 10 ó 15 y el resultado será el producto por habitante en algunos países ricos. Y aun con estos altos per cápita, hay algunos de estos superpaíses en los cuales 35 millones de habitantes carecen de seguro médico y alrededor de 20 millones reciben bonos para comer.

Otra razón es que el producto, según la política económica del gobierno, puede privilegiar el consumo de la población o la acumulación y formación de capital. Si sucede lo primero, habrá más alimentos en los mercados y más ómnibus en las carreteras. Si sucede lo segundo, se comprarán más fábricas, aviones y se incrementará en investigaciones e infraestructuras. También puede establecerse un equilibrio juicioso en ambos destinos y procurar que la gente viva un poco mejor mientras se garantiza el futuro.

Una razón más es que Cuba es un país dividido en grupos sociales muy desiguales. Para avalar este criterio no existen estadísticas publicadas, pero los cubanos lo sabemos por experiencia. Hay millonarios de pocos millones, muchos ricos, una emergente y sólida clase media, y bastante gente vulnerable y desfavorecida.

Obviamente, no todos aprecian los crecimientos del PIB desde idénticos puestos de observación. Cierta vez regalé a mi hijo una camisa reciclada, vieja, de esas que echan al cesto en los países ricos. Me costó 50 pesos, más de la quinta parte de mi sueldo. Una camisa bonita y en buen estado de conservación. A la semana siguiente, conocí de un músico que había comprado una camisa para obsequiar a su hijo. La compró en una tienda en La Habana. Le costó 110 dólares.

La razón más discutida y polémica es el incremento que se ha producido en el PIB desde el año 2000, como resultado de una "adecuación" realizada en la valoración de los servicios de educación y salud. Estos tributaban al PIB por los gastos incurridos en su prestación. En el resto del mundo estos servicios tienen un precio de mercado, generan una utilidad y un valor agregado, que es lo que se suma en el PIB total de los países. Ambos métodos no son comparables. Según el gobierno, también se subvalora el PIB cubano al calcular el aporte de estos servicios por los gastos incurridos.

El gobierno, al brindar gratuitamente los servicios de educación y salud, no tiene precios de mercado para valorarlos. Por eso los ha diseñado o creado coeficientes tomando como punto de partida los precios de mercado en otros lugares del mundo. Y como al aplicar este método, el PIB se incrementa, han surgido voces críticas que dicen que el gobierno infla o hace crecer el PIB arbitrariamente.

Santo método

El método de adecuación no ha sido publicado. Y como nadie ha querido o podido explicármelo, renuncié al conocimiento del santo (método) y me dediqué a analizar el milagro (efecto del método). Un problema práctico o insoluble es que la serie del PIB a precios constantes está partida en dos, una a precios de 1981 y otra a precios de 1997. Me dediqué a analizar la serie de precios corrientes, es decir, aquellos cambiantes en la turbulenta corriente del mercado.

Encontré que desde 1994 hasta el año 2000, que parece adecuado, la serie crece a un promedio anual del 9,3%; en tanto cuando el 2000 no parece adecuado, la misma serie crece al 6,3%. La adecuación parece introducir un incremento del 3% promedio en cada año de la misma. Así se mantiene hasta 2005, más o menos.

El crecimiento promedio anual esconde muchos más altos o bajos crecimientos puntuales que pertenecen al dominio de la desviación típica de estos datos. Por ejemplo, de 1999 a 2000, que parece adecuado, hay un crecimiento del 28%. Si se le resta a este por ciento el 6,3 que venía creciendo la serie, queda un incremento del 21,7%, que sólo podría ser atribuido a la adecuación. Entre el año 2000 que parece adecuado y el que no lo parece, hay una diferencia de 5.000 millones de pesos.

Puede ser poco serio el uso de la palabra "parece". Pero para el año 2000 existen cifras distintas, de acuerdo con el anuario que se consulte. La Oficina Nacional de Estadísticas debía aclarar el método y publicarlo.

Unos compran, otros miran

Otras razones que impiden la comprensión del crecimiento del PIB son las insatisfacciones y el malestar producido por las carencias, la desorganización y el derroche presentes en la vida diaria de los ciudadanos. Usted no puede o no quiere entender que el PIB crezca un 7% todos los años, que se compren guaguas y locomotoras a China, y que tenga que pasar horas en una parada o terminal de ómnibus. No quiere oír hablar de renovación de las redes hidráulicas y que en Santiago de Cuba habrá agua 24 horas, todos los días, cuando en su barrio falta el líquido desde hace dos semanas, y ello se repite continuamente.

Usted sabe que el policlínico lo han hecho nuevo, que compraron equipos; pero llega allí y la bulla lo ensordece. Se para en la cola de la radiografía y siente que algo golpea su cabeza: una empleada lanzó un bulto de ropa sucia desde el segundo piso. Llovió y se inundó el edificio. Suspendieron la fisioterapia porque llueve más dentro de la sala que afuera. El médico está reunido. Está en el terreno. Está en Bolivia. Fue a curar a su padre y no había material de curaciones. ¿Qué es el PIB? ¿Qué crece?

Si a usted le tocó una vivienda, comprende mejor el PIB. Si no le tocó y la suya está en pésimas condiciones o no tiene, pues comprende menos. Pero lo que todos entienden es la escasez y el precio de los alimentos. Nadie puede creer que la situación mejora, si no hay comida, si los precios están sólo al alcance de los grupos de mayores ingresos. El surtido no tiene estructura. Una sola calidad. Un solo precio.

Los que tienen, compran, y los otros, miran o compran muy poco. Si no lo sabe, averigüe. Codéese con los ciudadanos de a pie. Piense en los que venden el azúcar y los cigarros para completar la jubilación, cuando se suprima la "insostenible" cartilla de razonamiento, esa que ya no necesitan muchos y salva a otros todavía. Piense en esto que dijo Martí: "La política de un pueblo es el arte de su conservación y bienestar".

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