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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Reformas, Raúl Castro

Desmontando el fidelismo, sin prisa pero sin pausa

No todos los cambios de Raúl Castro son “cosméticos”

Cuando algunos se refieren al carácter cosmético de determinadas acciones que se han estado llevando a cabo por el Gobierno cubano, entiendo que destacan que no hay cambios sustanciales en la concepción política del régimen dictatorial, lo cual es evidente. Sin embargo, deducir que toda decisión que se toma en Cuba sobre el funcionamiento de la economía es intrascendente es perder de vista la esencia de procesos que se han ido materializando en los últimos años.

Sin dudas, autorizar la venta de computadoras y teléfonos celulares a los cubanos de a pie, o permitirles entrar en hoteles que anteriormente estaban limitados al turismo extranjero, pueden ser decisiones menores y simbólicas si se ven por sí solas, pero en el contexto general adquieren una dimensión diferente, y lejos de “cosméticas” resultan irreversibles, independientemente de los resultados inmediatos que hayan logrado o puedan lograr.

La sustitución del decadente y enfermo Fidel Castro por su hermano menor, segundo al mando durante cuarenta y siete años, representó algo más que una sucesión familiar en 2006. Con Raúl Castro llegó una nueva concepción de dictadura, no basada en el carisma del líder sino en un mínimo de efectividad y resultados que permitieran legitimar al Gobierno ante la población. Que no se haya logrado, y se recurra más a la represión, no significa que no se intente, básicamente porque se sabe que no existen ni el carisma ni la mística para afianzar al nuevo gobernante ante sus súbditos.

En busca de esa efectividad se han tomado un conjunto de medidas que se han convertido en procesos irreversibles, que diferencian al clásico “castrismo” 1959-2006 del novedoso “neocastrismo” materializado por Raúl Castro. La primera de ellas, y la más trascendente, es el cambio del paradigma clásico del “fidelismo”, basado en el predominio de la propiedad estatal y la presencia constante de un Papá-Estado encargado de administrar el igualitarismo impuesto para secuestrar las libertades individuales. Por su parte, el paradigma neocastrista supone la desigualdad de las personas, que cada quien es responsable por sí mismo, y la promesa de que nadie quedaría desamparado, aunque a veces el “amparo” consista en una exigua pensión de menos de diez dólares mensuales o tener que vivir por años, y sin perspectivas de solución, en albergues colectivos, entre la promiscuidad, la falta de higiene y la eterna limitación de condiciones materiales.

Analizando las realidades cubanas actuales en esta perspectiva, se observan un conjunto de medidas que, aunque en lo jurídico podrían echarse abajo con un simple decreto gubernamental, implican incluso que el propio régimen cuenta con los resultados de las mismas para el funcionamiento de sus mecanismos.

La posibilidad de acceso a los hoteles para los cubanos residentes en el país representa en la actualidad un nada despreciable porcentaje de los ingresos por turismo, millones de dólares anuales, y en ascenso, que dejaría de percibir el Gobierno si restableciera la prohibición. Lo mismo sucedería con los teléfonos celulares: ¿cuánto dejaría de ingresar el régimen, con sus precios monopólicos, si los cubanos no tuvieran acceso masivo y creciente a la telefonía celular?

La compraventa de casas y autos de uso no ha creado un mercado de bienes raíces o de autos, lo que sólo los ilusos esperaban que ocurriera de inmediato. Pero tras más de medio siglo sin poder hacerlo, los cubanos ahora “saben” que son dueños de algo, que pueden convertir legalmente en dinero si les interesa, y con ese dinero tener acceso a bienes o servicios que antes les estaban negados. Aunque todavía se trate de mercados potenciales y por desarrollar, la compraventa de viviendas y autos crea una transformación cambio sustancial en la concepción de lo prohibido y lo permitido para los cubanos de a pie, y también se convierte en un proceso de carácter irreversible.

La reforma migratoria puede tener varias lecturas, desde que fue motivada por presiones internacionales que sentía el régimen hasta que sea una estrategia de mejora de imagen y búsqueda de recursos económicos, o un intento de debilitar internacionalmente a los opositores, pero como quiera que sea, muchos cubanos se han beneficiado de las nuevas disposiciones, incluyendo disidentes y opositores que antes no recibían autorización de salida del país. Después de la explosión migratoria en ambas direcciones que se ha producido en pocos meses, ¿cuál sería el precio a pagar por el régimen si decidiera echar atrás las nuevas regulaciones?

La entrega de tierras en usufructo, la autorización del trabajo por cuenta propia, el arrendamiento de locales de trabajo, y el desarrollo de cooperativas no agropecuarias, a pesar de todas las limitaciones, fallos e insuficiencias que presentan, son un paso de avance con relación a la legendaria y eterna ineficiencia estatal, e involucra a tantas personas, mecanismos, territorios y regulaciones, que se hace difícil comprender cómo estas medidas pudieran revertirse por temores del régimen sin crear una crisis económica y social de enormes proporciones.

Otros factores clave del castrismo fidelista han sido desmontados poco a poco sin escándalos ni aspavientos, como las escuelas en el campo, las microbrigadas, el pago no vinculado a los resultados del trabajo, el médico de la familia, la batalla de ideas, la revolución educacional, los contingentes, el trabajo voluntario, la revolución energética, las marchas del pueblo combatiente, la emulación, y otras tonterías de menor cuantía.

Quedan pendientes problemas más complejos y profundos, como la doble moneda, el desempleo escondido en plantillas estatales, la corrupción generalizada, la falta de efectividad del sistema de planes y contratos, la separación de funciones de gobierno y administrativas en las provincias, y el papel que jugarán el puerto de El Mariel y la Zona de Desarrollo Económico anexa en los próximos años, así como temas que no dependen del régimen, como poder recibir turistas estadounidenses, definir certezas en las disponibilidades de petróleo subterráneo y submarino y en las producciones de níquel, azúcar, biotecnología y productos farmacéuticos, o ampliar la oferta de servicios médicos al exterior.

Casi imposible saber hasta donde se llegará en las medidas de “actualización” más profundas que se avisan, al tratarse de un gobierno que no se caracteriza por su transparencia y que además enfrenta una situación económica muy compleja y escenarios difíciles en sus fuentes de financiamiento externo.

Sin embargo, haya sido esa o no la intención inicial, indudablemente muchas de las medidas que se han tomado solamente podrían revertirse ahora a costos sociales, políticos y económicos que el régimen podría no estar en condiciones de pagar.

Como Hernán Cortes en México, el régimen quema sus naves. Con la diferencia de que en Cuba el oro y la plata no están garantizados.

© cubaencuentro

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