Cambios, Reformas, Actualización
La prohibición no es la salida
No existe una sola medida económica de “la actualización” cabalmente inteligente
El domingo 3 de noviembre, Granma publicó una nota del Consejo de Estado, donde hace firme la prohibición de importar ropa y/o revender productos de las tiendas estatales para el sector cuentapropista. Varios analistas[1], ya han señalado todos los pormenores de la medida, sus consecuencias nefastas para todo el mundo, salvo para las corporaciones militares que se ocupan de importar ropa fea, mala y barata con precios altísimos y monopólicos para vender en las tiendas “estatales”. Esta medida como la de cuestionar la ética de los profesores que repasan de manera particular, para completar el salario miserable que reciben en sus puestos de trabajo, y la otra “nueva” de los profesionales con más de 70 años que pueden ahora incorporarse al cuentapropismo, ofrecen más signos sobre los límites de “la actualización” y la ausencia de “cambios de mentalidad”. Habría que agregar los cines privados de 3D, también incluidos en la nueva oleada de prohibiciones.
Bajo la metáfora del “orden” descansa una concepción de control férreo de todos los recursos económicos en manos del “Estado”, y coloco la palabra Estado entrecomillas porque la opacidad con la que actúan las corporaciones militares y la falta de fiscalización pública de sus activos, deja en la oscuridad las reales relaciones entre las corporaciones militares y el Estado.
Marino Murillo, jefe de la Comisión Nacional de Implementación de los Lineamientos asegura sin bochorno, que la empresa estatal es “socialista” y entonces descubrimos que PEMEX, la petrolera mexicana ha sido socialista desde 1938 cuando se nacionalizó los hidrocarburos en el período de Lázaro Cárdenas. No hacía falta hacer ninguna “revolución” para crear empresas “socialistas” en todos los países del mundo, si seguimos la lógica de Murillo. El “socialismo” hace rato existe en muchos países y ¡no nos habían avisado!.
No contento con el disparate que no deja de repetir frente a una prensa que aplaude, agrega que la conceptualización de la “actualización” está muy avanzada y como no explica nada más acerca de la conceptualización pareciera decirnos que ahora “sí saben” lo que hacen, aunque la implementación de cada medida económica traiga muchos más problemas de los que resuelve porque nacen mal diseñadas y sin las condiciones de contexto positivas que les permitan florecer.
Uno de los problemas raigales del modelo de factura soviética que siguen arrastrando los dirigentes cubanos es el predominio de la planificación centralizada que ellos siguen nombrando “socialista” y la intolerancia a la competencia de las empresas no estatales en relación a las empresas del estado, por lo que cada medida aparece ante los ciudadanos de a pie como la solución de “botar el sofá”[2].
La creación de la Zona especial en el Mariel, también arrastra la discriminación para los inversores cubanos residentes en el exterior así como apuesta a crear economías de enclave, mientras prohíbe la inversión pequeña y mediana regulada por el Estado pero directa, con los productores de bienes y servicios estatales y no estatales. Otra medida que privilegia las exclusiones y las prohibiciones.
Hace más de tres meses se crearon entre nueve y doce grupos importadores estatales, asociados al Ministerio de Comercio Exterior, multiplicando la burocracia sin demostrar en la práctica las supuestas ventajas de esta flexibilización: los mercados “concentradores” y el mercado minorista siguen evidenciando la ausencia de múltiples productos necesarios para la producción, los servicios y el consumo y los pocos que se encuentran tienen precios con altos impuestos absolutamente desestimulantes para la eficiencia económica: otra solución de “botar el sofá”.
La medida de prohibir la importación de ropas y la venta por los cuentapropistas no genera medidas de regulación estatal como debería sino la prohibición. No hay alternativas, la población debe seguir en “harapos”, porque no es una prioridad del gobierno el acceso al vestuario a precios módicos y a ropa de mayor calidad que las que ofrecen las tiendas “estatales”. El consenso popular sobre las soluciones de “botar el sofá” no es más que la evaluación de la incapacidad del gobierno para dar solución a los problemas.
A finales de 2010, el economista Juan Triana notaba la ausencia en los Lineamientos “Señalo una ausencia puntual de la que adolece este documento: la omisión del papel de la competencia para el logro de la eficiencia y el crecimiento económico. Sé que es un tema muy polémico, sobre el cual todavía se conservan prejuicios teóricos y políticos en nuestro país. Pero si el propósito es crecer con eficiencia, fomentar la productividad, darle más responsabilidad y facultades a las empresas, las estatales, las cooperativas y las privadas, entonces es necesario hablar de una “política para la competencia” que garantice iguales derechos y oportunidades a todas las empresas. La ausencia de competencia ha sido una de las razones de la debilidad de nuestro sistema productivo y de la endeblez de nuestro sistema empresarial, y se requiere enfrentarla para alcanzar, además, una capacidad exportadora real y sostenible en el tiempo”.[3]
Por otra parte, los economistas Pavel Vidal y Omar Everleny señalaban el año pasado: “Una mayor claridad en la estrategia de desarrollo del país y una redefinición más teórica y conceptual sobre el modelo económico, social y político cubano al que aspira el proceso de la actualización, son asuntos aún pendientes de definir. La actualización del modelo cubano se realiza sin una crítica profunda al modelo soviético, al que tanto le debe, y sin precisarse con claridad las pautas del socialismo que se quiere perfeccionar”.[4]
Mientras, nuestros dirigentes continúan con sus declaraciones disparatadas frente a una prensa absolutamente complaciente y el juicio popular les sigue dando el premio nacional de inventar, en cada ocasión, las soluciones de “botar el sofá”.
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