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Republicanos, Primarias, Exilio, EEUU

Los aspirantes republicanos y la política hacia Cuba

La diferencia entre preferir croquetas o pastelitos no es tan importante, aunque ambos productos sean muy sabrosos

Como era de esperar, al llegar las elecciones primarias del Partido Republicano a Florida el tema de Cuba salió a relucir en el primer debate en Tampa, entre los aspirantes a lograr la candidatura para disputar la presidencia a Barack Obama en noviembre de este año. Y como también era de esperar, no dijeron nada nuevo ni nada interesante sobre el tema Cuba.

No malinterprete nadie que el párrafo anterior implica militancia demócrata o apoyo irrestricto al actual Presidente. No pretendo asumir una de esas posiciones donde el candidato de mi preferencia es bueno, muy bueno, buenísimo, y los oponentes son malos, muy malos, malísimos, tan en boga en la radio, la televisión y la prensa escrita y digital en tiempos electorales, y no solamente en Miami o en los medios en español.

Con relación a Cuba el asunto no tiene tanto que ver con la percepción individual de cada uno de los aspirantes que se mantienen en la liza, como con el hecho de que, en líneas generales, la política del “establishement” norteamericano hacia el régimen cubano no ha variado significativamente durante medio siglo, desde la Crisis de Octubre de 1962.

De ahí las declaraciones generales de los aspirantes, y la falta de respuestas concretas, o el total soslayo, ante temas tan sensibles a la comunidad cubana como la política de “pies secos, pies mojados”, la Ley de Ajuste Cubano, o la más reciente muerte de otro disidente: sobre estas complejas cuestiones ninguno se manifestó en el debate. Y no puede nadie pretender que la preferencia por croquetas o pastelitos de guayaba, acompañando al café cubano en el Versailles, basten para definir la “política hacia Cuba” de un aspirante, sea demócrata o republicano.

En términos de realpolitik, sin dormirnos con el lenguaje electoralista, llaman la atención no solamente las respuestas de los aspirantes, sino también las preguntas. Mitt Romney dijo que Obama ha tomado un “camino muy peligroso con respecto a Cuba” y que Estados Unidos debe “mantenerse del lado de aquellos cubanos que quieren libertad”.

Sobre la hipotética llamada a las tres de la madrugada (¿no podría ser a las once y veinte de la mañana o a las cuatro de la tarde?) informando de la muerte —esta vez sí— de Fidel Castro (¿no podría ser la de Raúl Castro?), Romney respondió: “En primer lugar, uno debe agradecerle a los cielos si Fidel Castro es llevado de vuelta a su creador” (…) “En segundo lugar, uno tiene que trabajar muy de cerca con el nuevo liderazgo en Cuba para tratar de ayudarles a trasladarse a una mayor apertura que la que tenían en el pasado”.

Traducción: lo de siempre con relación al régimen y a estar del lado de la libertad. Me alegraría la muerte de Fidel Castro (esto es algo “políticamente incorrecto” para declararlo en público); además, no tengo la menor idea de quiénes serían “el nuevo liderazgo” en Cuba ni como piensan.

Newt Gingrich no se quedó atrás: “Yo no creo que Castro se va a reunir con su creador. Creo que va a ir al otro lugar”, añadiendo a continuación: “La política de Estados Unidos debería ser la de buscar agresivamente la manera de derrocar al régimen. Y la de hacer todo lo que podemos hacer para respaldar a esos cubanos que quieren la libertad. (…) Yo trataría de implementar una política muy agresiva (…) contactando a los elementos más jóvenes del régimen para decirles que no tiene un futuro como dictadura porque una presidencia de Gingrich no tolerará cuatro años más de esta dictadura”. ¿Y cómo hacerlo? “Me refiero a hacer uso de todos los recursos disponibles en Estados Unidos, incluyendo el uso de operaciones encubiertas apropiadas para maximizar la disidencia”.

Traducción: Fidel Castro irá al infierno, no al cielo. Contactaremos a los más jóvenes (¿Mariela Castro? ¿Alejandro Castro? ¿la secretaria general de la UJC?) para decirles lo mismo que hemos dicho en el último medio siglo. Y recurriría a acciones encubiertas para apoyar a la disidencia (que, al ser pacífica y pública, no requiere de ese tipo de acciones). Es decir, le facilitaría el trabajo a la Contrainteligencia, que no tendría que inventar “delitos comunes”, y a la propaganda de la dictadura.

El tercero en las encuestas, Rick Santorum, señaló que el régimen cubano representa una “amenaza grave” para la seguridad de Estados Unidos y respaldó “el uso de tácticas como las que Newt ha sugerido”, dijo que el embargo había sido importante para tratar de proteger al hemisferio (¿?), y añadió: “Estas políticas deben continuar hasta que los Castro mueran y después nosotros deberíamos dejar en claro que si quieren montañas de ayuda financiera, si quieren una relación normalizada, si quieren mejorar su economía, si quieren la oportunidad de tener libertad, que Estados Unidos ahora está dispuesto a salir en su ayuda”.

Traducción: Hay que meter miedo con que Cuba es una amenaza a nuestra seguridad, aunque sea difícil de demostrar, pero no hay nada que hacer mientras los Castro estén vivos. Con sus sucesores seremos claros: si quieren recibir dinero de Estados Unidos, estamos dispuestos a ayudarlos si se encaminan a la democracia; de lo contrario, más de lo mismo.

La nota discordante provino de quien marcha a la cola de las encuestas y resulta, a la vez, el más ultra-conservador de los candidatos, Ron Paul, quien señaló que sería partidario de hacer lo contrario: “La Guerra Fría ya terminó. Creo que hemos realzado a Castro por más de 40 años, le impusimos estas sanciones, y esto solo ha servido para convertirnos en su excusa. Él ahora puede atribuir la culpa de todo lo malo a Estados Unidos. Creo que llegó la hora de poner fin a este negocio del aislamiento”.

Traducción: No hemos podido derribar al castrismo con garrotes. Deberíamos intentarlo con zanahorias. El resto del mundo aprovecha oportunidades de negocios con Cuba, y los aislados somos nosotros. Hay que resolver eso, sobre todo ahora que el petróleo parece que está más cerca del régimen cubano.

Hasta aquí lo que dijeron los aspirantes. No sería de extrañar que me ataquen los lectores “duros” por estos comentarios, al considerar que no valoro con seriedad a los aspirantes republicanos a la nominación. Pero que no existan dudas: no cuestiono la vocación democrática de ninguno de los aspirantes, ni su simpatía real a favor de la libertad de los cubanos.

Lo que destaco es que esa libertad de Cuba no es prioridad de Estados Unidos en estos momentos (ni creo que lo haya sido después del acuerdo Kennedy-Jrushov de 1962), cuando Irán mantiene un peligroso pulso nuclear con Occidente, la Corea del Norte con cabezas atómicas es una incógnita, la economía mundial está en una encrucijada recesiva, y el desempleo y la deuda nacional alcanzan niveles alarmantes en Estados Unidos, entre otros complejos problemas que tiene que atender el Presidente de Estados Unidos, quienquiera que sea.

© cubaencuentro

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