Cuba, Cambios, La denuncia de hoy
Perdieron
Vean las declaraciones de los guías y ayudantes del régimen. Todos diciendo lo mismo
Sé de una “orientación” actual del Partido Comunista de Cuba (PCC) que indica a todos sus miembros, desde arriba hasta abajo, que “debemos combatir a aquellos que han tomado como una debilidad, y no como una digna estrategia política, el acercamiento diplomático con los Estados Unidos”.
Eso, asimismo, se nota en innumerables declaraciones de dirigentes y secuaces del régimen que tienen acceso a la opinión pública. Se la están pasando diciendo que sí, pero no, Cuba mantendrá las banderas del socialismo y la revolución, y toda esa mierda que ellos, con otras palabras, han expresado durante toda su vida de “revolucionarios”.
El otro día uno de los espías cubanos liberados por Estados Unidos (no recuerdo el nombre, pero eso no importa, todos parecen tener el mismo nombre y calaña) aseveró que la dictadura cubana se había acercado a Estados Unidos sin “ceder un ápice” de sus principios.
Esto de “ápice” es una de las palabras más utilizadas por el discurso castrista desde que éste existe.
Vamos, muchachón de los “Cinco Héroes”. No un “ápice”, lo cedieron todo, se pusieron a cuatro patas y levantaron el trasero. Quien así no lo crea, que espere un poco de tiempo y ya lo verá.
Ver la bandera de Estados Unidos ondeando frente al Malecón habanero, allí, tan cerquita del “manifestódromo” antiimperialista, es, como me parafraseaba hace poco mediante un correo electrónico un buen amigo: “La cosa más hermosa que ojos humanos han visto”.
Me da risa. Vean las declaraciones de otros guías y ayudantes del régimen. Todos diciendo lo mismo.
Y lo mismo, lo sé, en los núcleos del PCC a nivel de centro de trabajo. Los pobres jefes de los núcleos: le zumba el tallo que deban repetirle a sus militantes algo así como que Einstein es cubano, nació allí en Limonar.
Me río, nos reímos a carcajadas cada vez que leemos en el Granma y los sitios web pagados por el régimen, cómo se desgañitan ciertos cantantes, pintores, intelectuales, etcétera, que nos quieren hacer ver (aunque ni ellos mismos lo crean) que esta vez, de nuevo (si bien nunca fue cierto) convertiremos “el revés en victoria”.
Qué va, esta vez no, compañeritos, ya fue demasiada jodedera. Esta vez, como escribió hace unos años el poeta barítono Rafael Alcides: “Señores, esto se acabó”.
Dan risa. Dan pena. Dan asco esos que continuamente se manifiestan de tal manera que al parecer no ha pasado nada.
¿Se les olvidó cuando el Papagayo de Birán dijo, hace más de 20 años: “Del imperio, ni una aspirina”? Claro…, en ese entonces él tenía aspirinas, cámara hiperbárica, etcétera, etcétera, etcétera, y se dedicaba, entre otras obligaciones, a mostrarles a algunos de sus mejores amigos extranjeros cómo se cocina una buena langosta.
Compañeros revolucionarios de la Isla, sean consecuentes con el Papagayo, esgriman aquella frase de él —mientras crispaba el rostro en una de sus expresiones de odio habituales—: “¡¿Reformas de qué?!”. O esas ocasiones en que proclamara que era mejor hundirse en el mar antes que renunciar a la revolución, y otras sandeces parecidas.
Vamos, muchachos, reconozcan que perdieron, que la guerra ficticia contra el “imperialismo” terminó.
Sean consecuentes, camaradas, salgan a la calle, hoy como ayer, con pancartas donde rece: “¡Abajo el imperialismo Yanqui!”, “¡Fidel, seguro, a los yanquis dales duro!”, “¡Cuba sí, yanquis no!”, y las que faltan.
Si son consecuentes con su pasado, con su ética revolucionaria, háganlo, y si acaso la policía los detiene y los acusa de estar haciendo contrarrevolución “porque las cosas han cambiado”, tengan “berocos” y respondan: “Qué va, compañero policía, yo nací antiimperialista, me crié antiimperialista y me muero antiimperialista”.
Pero, en esa esfera secundaria del poder y en esos otros que poseen la ventaja de hallarse instalados en la élite —periodistas, artistas, intelectuales y otros— no hay timbales para eso.
Lo sabemos.
Para reconocer, como los hombres (y como las mujeres) que el Papagayo, con la iniquidad que siempre lo ha caracterizado, en 1990 decidió estirar la agonía de un pueblo por lo menos hasta hoy, 25 años, para finalmente ir a dar a los brazos y los besos del “imperio”.
Miren, muchachos, esta es la cuestión. El régimen seguirá alargando esa agonía hasta que Fidel Castro, su hermano y todo ese excremento que llaman “líderes históricos de la revolución”, mueran tranquilitos en sus camas sin haber pagado por los crímenes cometidos. Y después, a ver qué viene.
Ya ven. Así van las cosas.
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