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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Opinión

Sociología barata

La guerra de las encuestas y el exilio cubano: Del diálogo a la invasión y vuelta a empezar.

Hacia 1978, la revista Areíto (Nueva York) echó mano a las encuestas del doctor Juan Clark (Universidad Comunitaria de Miami-Dade: MDC) para subrayar no sólo que la mayoría de la comunidad cubanoamericana favorecía "la normalización de las relaciones" entre Washington y La Habana, sino también que deseaba "volcar sus energías en lidear (sic) con los problemas reales". Eran los tiempos del "diálogo con Castro", a pesar de la contradicción en los términos.

A principios de 2000, el abogado William Norris esgrimió la encuesta del doctor Gary Moran (Universidad Internacional de Florida: FIU) para mostrar tan aguda predisposición anticastrista en el condado Miami-Dade, que la mayoría de sus ciudadanos no podía actuar como jurado imparcial en determinados casos. Eran los tiempos del juicio a cinco espías de Castro (Red Avispa), que pedían cambio de sede judicial.

Al parecer, las encuestas tienen ese don gracioso de apresar con intención el espíritu de los tiempos y abroquelarse con el recio carácter de los números, pero así y todo distan mucho de estar aseguradas. El presidente de la Asociación Americana de Investigación de la Opinión Pública, Cliff Zukin, noqueó ya metodológicamente a la encuesta de Moran: "Todas sus preguntas se formularon del mismo lado y siguiendo un mismo patrón que conduce al asentimiento anticastrista" ( The Miami Herald, febrero 13, 2006).

La transición cubanoamericana

A su vez, las politólogas Jessica Lavariega-Monforti (Universidad de Texas) y Lisa García-Bedolla (Universidad de California) acaban de publicar los resultados de su encuesta por teléfono a 600 cubanoamericanos en Miami, que dan pie a la imagen de "comunidad de ingresos medios, socialmente activa y ferviente seguidora de una actualidad, volcada al español y con sus prioridades en transición" ( El Nuevo Herald, marzo 9, 2006).

La muestra incluyó personas no registradas aún como votantes e incluso inmigrantes recientes. El presunto fervor de actualidad parece inferirse de que un tercio consideró a "Irak y la amenaza terrorista" como el tema político más importante, por delante de "Cuba y Castro" (27%). En las próximas elecciones presidenciales, "Irak y el terrorismo" serían la clave del sufragio para la mitad de los encuestados, más allá de la economía (16%) y las relaciones con Cuba (11%).

Aunque Irak y la amenaza terrorista no son lo mismo, se presentaron juntos como binomio abrumador del "estereotipo de una comunidad obsesivamente centrada en el tema cubano". Queda latente si resolver el conflicto iraquí y liquidar el terrorismo global se perciben como premisas para que la Casa Blanca dé prioridad a las relaciones con "Cuba y Castro"; pero Lavariega-Monforti puntualiza: "No importa cómo lo hubieras preguntado [hace cinco años], la respuesta hubiera sido Cuba, Cuba, Cuba".

Sin embargo, la crítica de Zukin a la encuesta de Moran giró precisamente alrededor del cuestionario tendencioso, que condujo a imaginar casi toda Miami obsesionada contra Castro. Quizás no hubo un cambio tan drástico en cinco años, porque aquella imagen sociológica de 2000 adolecía de distorsión. Igual de plausible sería que el manejo de las preguntas ahora propiciara otras desviaciones.

La incertidumbre crece con el nuevo reparto de preferencias entre las opciones políticas de EE UU hacia Cuba: acción militar (33%), reforzar el embargo (30%), apoyar a la disidencia interna (7%) y sostener a Radio y TV Martí (3%). Muy pocos abogaron por levantar el embargo (6%) y negociar con Castro (5%). Es curioso que las alternativas restantes (15%) no se desglosen en propuestas concretas.

Tres años atrás, negociar con Castro fue la predilección del 55% de las 1.200 personas encuestadas por el Centro de Estudios Cubanos (FIU). Su director, el doctor Damián Fernández, repone ahora: "No sé qué puede haber pasado".

La imaginación sociológica

Ante semejante cuadro de fervor guerrero, las investigadoras señalan que la comunidad cubanoamericana se siente frustrada y desilusionada con la política de la Casa Blanca, pero no atinan a explicar por qué la carga emocional inclina tanto hacia la guerra, incluso a quienes llegaron hace poco y dejaron familiares en la Isla.

Es paradójico que la frustración y desilusión con la tesitura política de Washington empujen a recrudecerla. Máxime si el último llamado en Miami para emprenderla "a bombazos" contra Castro y promover la "insurrección dentro de Cuba" no pasó de congregar a cuatro gatos y concitó aun divisiones intestinas entre los grupos beligerantes. Ni siquiera Alpha 66 respaldó esta rara iniciativa.

Al parecer, el tema cubano precisa otro tipo de preguntas antes que aquel con varias respuestas predeterminadas. No vendría mal el esquema clásico del árbol de Porfirio para procurar primero el orden lógico entre conceptos que podrían prestarse a confusión e indagar después la opinión de la gente al respecto.

Así como Irak y la amenaza terrorista no constituyen un binomio riguroso, Cuba y Castro no podrían formar pareja para quienes consideran a este como el problema cardinal de aquella. En tal sentido se torna oscuro que las preocupaciones de los exiliados con respecto a la situación dentro de Cuba se repartan entre derechos humanos (36%), democracia (29%) y Castro (22%). También la opción militar queda en penumbras, ya que podría contemplar desde ultimar sólo a Castro hasta invadir la Isla.

Igual suerte corre, por ejemplo, la inferencia de Darío Moreno (Centro Metropolitano de FIU) acerca de que la generación más joven "sigue identificándose como conservadora y religiosa" por efecto de "la educación recibida en las escuelas privadas católicas". No encaja bien esta conclusión cuando es probable que la mayoría de los encuestados matricule a sus hijos en las escuelas públicas, porque el 56% declaró que su ingreso familiar no pasaba de 40 mil dólares al año.

Tal nivel de ingresos se tomó más bien como indicador de que las preocupaciones del exilio transitan desde la situación en Cuba hacia la vida cotidiana en EE UU. Y por este camino se llega a la imagen de una comunidad cubanoamericana "que con el tiempo ha ganado en madurez y resulta más difícil de engañar por demagogos" ( El Nuevo Herald, marzo 9, 2006).

Aquí la ganancia en madurez puede enlazarse con el vuelco (en menos de tres años) hacia la línea dura anticastrista, mientras que volverse inmune a la demagogia entraña tantos grados de dificultad como máscaras usan los demagogos: desde "el combatiente vertical" hasta "el demócrata incorruptible".

Acaso esta ambigüedad se derive de la propia encuesta, que serviría para aprehender intencionalmente el espíritu de los tiempos desde dos frentes conexos: Castro puede enarbolarla para dar fundamento sociológico a la sempiterna "amenaza de invasión" y la Casa Blanca para atenerse más bien a los problemas de "la vida cotidiana" de los exiliados cubanos en EE UU.

© cubaencuentro

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