Lunes, 22 octubre 2001 Año II. Edición 218 IMAGENES PORTADA
Economía
Macurijes, una empresa sin perspectivas

La entidad encargada de garantizar la madera para reparar las escuelas de la capital, languidece bajo el fuego de la desidia, la desprotección y la pobreza salarial.
por ÁNGEL ESPINO DíAZ  

En 1999, los bosques de Macurijes, en Pinar del Río, estuvieron varios días bajo el fuego. Después del incendio hubo que talar 1 300 hectáreas de las más de 90 000 que conforman la Empresa Integral Forestal del lugar. Pero el principal problema de esta entidad no está asociado precisamente al fuego.

Trabajan allí 1 700 trabajadores vinculados bajo un sistema salarial que no está avalado por ninguna ley. Según ha dicho el secretario del buró sindical y dirigente del partido comunista en la empresa, Félix Corrales, es un acuerdo que, desde 1996, hicieron los trabajadores, la administración y el sindicato.

La fuerza laboral tiene una elevada fluctuación. Algunos testimonios, como el de Raúl Mirabal, trabajador del complejo, vinculan este problema con irregularidades salariales.

Este hombre de 36 años, manifestó que estuvo dos meses sin trabajo y que de un salario de 204 pesos, sólo recibió 57. Evidentemente, durante ese tiempo debió buscar un empleo adicional —quizás ilegal— , para poder sostenerse junto a su familia.

Por su parte, Pedro Enrique Piñas, ingeniero industrial de 32 años, explicó que el sistema de vinculación laboral establecido viola las normas tecnológicas y al no haber contenido de trabajo, los obreros se afectan económicamente. Hace poco estuvieron 43 días hábiles sin trabajar. La administración decidió ubicarlos haciendo carbón en las montañas, pero no hubo combustible para el transporte.

Como si un problema generara otro, el ómnibus de la empresa está roto por falta de piezas hace más de dos años. La administración dice que no hay dinero para comprar repuestos. Tampoco existen los medios de protección indispensables en un aserrío —guantes, orejeras contra el ruido, gafas protectoras—. Hace sólo unos meses se distribuyeron dos pares de gafas y cuatro orejeras para 112 trabajadores, divididos en dos turnos. No hay un extintor contra incendios, incluso cuando allí se trabaja con 440 voltios.

En la empresa existen ocho caballerías para el autoconsumo y tres organopónicos, pero como las siembras se realizan sin fertilizantes, hay dificultades con las grasas y las proteínas. La alimentación es mala y escasa para lo rudo de la labor que se realiza.

Y así andan las cosas en una entidad que es la responsable de garantizar la madera para la reparación de todas las escuelas de Ciudad de La Habana y las de Arte de todo el país.


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