Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Escritores, Intelectuales, Política

El malestar de “lo político” sobre la realidad cubana (I)

La sobresaturación de lo político en los medios dentro de Cuba y el malestar de ocuparse de la política doméstica de Cuba por “la crispación” del debate cuando se realiza sin fronteras

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Varios amigos me han enviado el texto del excelente escritor Leonardo Padura “Yo quisiera ser Paul Auster” publicado por IPS, en el cual el escritor se queja de los periodistas que le preguntan más sobre la realidad de su país y casi nada de su profesión como escritor. Colateralmente he mantenido un intercambio con dos amigos intelectuales que residen en La Habana y en Canadá, sobre el tema que nos ocupa: la sobresaturación de lo político en los medios dentro de Cuba y el malestar de ocuparse de la política doméstica de Cuba por “la crispación” del debate, éste sin fronteras.

En este malestar hay varios asuntos que se entremezclan y como socióloga propongo un análisis del contexto que condiciona este rechazo a “lo político”.

1. La política informativa en los medios masivos de comunicación en Cuba.
2. La confusión entre los roles de la ciudadanía y el rol de los políticos profesionales.
3. La desinformación dentro del país por no contar con el acceso a Internet y carecer de medios alternativos de información no estatales.
4. La ausencia de instancias eficaces para canalizar la agregación de demandas ciudadanas.

Seguramente nuestros lectores pueden añadir otros problemas, yo propongo centrarme en los que acabo de enunciar.

La política informativa en los medios de comunicación masiva en Cuba

El bombardeo sistemático de la prensa la radio y la televisión en Cuba con el análisis de los problemas internacionales desde una única óptica, la del discurso oficial, —o si se prefiere de una manera más precisa, elaborada por el Departamento Ideológico del Comité Central del PCC—, reseña y analiza los problemas del mundo hasta el detalle con la óptica catastrófica de que el mundo está “al revés”. Los problemas que plantean existen, pero la valoración está sesgada a favor de la postura del Gobierno cubano con relación a su política interna e internacional.

El criterio de que todos los países hacen lo mismo no disculpa el análisis del problema, porque en los restantes países existen canales de información alternativos (entre ellos Internet) y varios partidos para que la ciudadanía discrepe o coincida con los medios masivos nacionales. La política selectiva en la información en los medios en Cuba está dirigida a crear la imagen de que el mundo está abocado al desastre, para provocar la comparación instantánea, aunque no sea explícita, de que entonces Cuba “no está tan mal”.

Con relación a los asuntos domésticos, la política informativa ensalza las medidas en curso de la dirección del país, o se ocupa de las disfuncionalidades económicas sociales y políticas (funcionarios locales) en el nivel de la micropolítica. Los problemas estructurales o de políticas públicas erradas no existen en los análisis, más que cuando la dirección del país los nombra y en términos muy difusos.

Por otra parte, la política informativa plantea un mundo maniqueo en el que solo existe el discurso cubano de una parte y el Gobierno de EEUU o el lobby republicano reaccionario y sus seguidores por el otro. No hay otros interlocutores o estos son invisibles. Los opositores abiertamente al régimen son criminalizados como “mercenarios” y son vistos como apéndices de un gobierno extranjero, por lo tanto se asimilan a este discurso maniqueo.

Esto tiene implicaciones graves para la ciudadanía que solo tiene acceso al discurso oficial y/o a esta visión sesgada del mundo y la reproduce con mayor o menor elegancia de acuerdo a sus recursos intelectuales. El escritor Padura señala: “Hay escritores cubanos que, desde un extremo al otro del diapasón de posibilidades ideológicas, han hecho de la política centro de sus obsesiones, medio de vida, proyección de intereses. La política les ha pasado de la respiración a la sangre y la han convertido en proyección espiritual. Unos acusando el régimen de todos los horrores posibles, otros exaltando las virtudes y bondades extraordinarias del sistema, ellos extraen de la política no sólo materia literaria o periodística, sino incluso estilos de vida, estatus económicos más o menos rentables y especialmente, representatividad”.

Este discurso centrado en dos polos extremos reproduce el maniqueísmo de la política informativa oficial. Los discursos de otros intelectuales quedan invisibles y pareciera que los implicados en la clasificación del escritor han optado por esta supuesta “obsesión” por razones personales espurias. Aquí los matices sobre la realidad desaparecen, algo que piden escritores como Padura o el escritor Eduardo del Llano en su entrevista a Tracey Eaton, pero también está ausente el análisis del contexto social que propicia el incremento, éxito o fracaso de estos ¿oportunistas?

Indudablemente a pesar de su proyección maniquea, el malestar del escritor Leonardo Padura está en que algunos intelectuales se centran en la política cuando hay otros temas más agradables y nobles que le gustaría tratar.

¿Por qué los intelectuales y los artistas se apropian del campo de la política y no lo dejan a los políticos profesionales?

La confusión entre los roles de la ciudadanía y el rol de los políticos profesionales

Leonardo Padura se considera un ciudadano comprometido y escribe sobre su realidad, pero no quiere ser un gurú que realiza predicciones acerca del futuro del país o sobre cuándo ocurrirán los cambios. No quiere saber de economía, política, relaciones internacionales, ni ser sociólogo. Quiere ser solo un escritor ciudadano comprometido con su realidad.

Entiendo su malestar, así como el de mis amigos cubanos dentro y fuera de la Isla, pero esto es el resultado de que los políticos profesionales en Cuba no hacen su trabajo. Los presidentes y las comisiones municipales, provinciales y nacionales del Partido y el Poder Popular se ocupan de las orientaciones que vienen del centro y no de los reclamos populares. Si como socióloga me intereso en investigar la agregación de demandas ciudadanas que durantes las cinco décadas han hecho los ciudadanos cubanos en las estructuras establecidas, no podré encontrar esa información en ninguna parte. No existen investigaciones sobre ello ni tampoco sobre el resultado de las consultas en 1990 y 2010. Esta información es “secreta”, de la cual se filtra solo las cifras de participantes en las consultas nacionales y el contenido de sus propuestas queda invisible para la opinión pública.

En esta realidad hermética y disfuncional en la cual los políticos no se ocupan de su trabajo como representantes de la población supuestamente en “el poder”, obliga a ocupar el espacio vacío por los ciudadanos entonces encargados de generar las agendas y articular las demandas frente a unos políticos profesionales “sordos” y “de espalda” a la ciudadanía.

Por eso los periodistas extranjeros o nacionales le preguntan a las figuras prominentes del arte y la literatura todo lo que los políticos no responden y por eso también los intelectuales llevan la pesada carga de saber de otros dominios del conocimiento no estrictamente centrados en su perfil profesional.

Por lo pronto le sugiero al escritor Leonardo Padura que remita a los periodistas cuando le pregunten sobre política, economía y las adivinaciones del futuro, a los políticos profesionales, en cambio también le puedo asegurar que sus criterios —como intelectual-ciudadano comprometido— sobre los problemas que ve y describe en su sociedad caen también por el momento en los oídos sordos de “nuestros” políticos profesionales. La política migratoria, el cable de fibra óptica venezolano, el incremento de la pobreza o la lentitud de los cambios, seguirán esperando por la voluntad política de dirección del país para informarle a la ciudadanía. Y en eso, se nos va la vida.



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