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Cuba en la prensa

Rafael Rojas: «Raúl se ha propuesto cambiar el estilo, no las instituciones; la forma, y no el fondo»

Selección diaria de la prensa internacional.

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Los límites de la sucesión

"Sólo las grandes expectativas de cambio que genera un régimen totalitario de medio siglo explican la buena recepción internacional que ha tenido el discurso de Raúl Castro el pasado 26 de julio en Camagüey. Es tanta la necesidad de creer en el ambiguo eslogan de 'algo se mueve en Cuba', tanto el deseo de ver el comienzo de un proceso de reformas, varias veces postergado en las dos últimas décadas, que cualquier indicio, aunque sea un mero desplazamiento en la retórica o el estilo de los gobernantes, puede ser leído como el punto de partida de una transición democrática en la isla".

"Para Raúl Castro y el equipo sucesor se trata de una considerable ventaja: la comunidad internacional, sin excluir a Estados Unidos, espera por ellos, les ha dado un voto de confianza, aun cuando las reformas 'estructurales' prometidas se limiten a la esfera económica. Si queremos imaginar el alcance de esta eventual transacción habría, entonces, que medir algo tan poco mensurable como la soberbia y el maquiavelismo del propio Raúl y sus más cercanos colaboradores (…) Antes de explorar la oferta de transacción, recapitulemos un poco. ¿Qué se ha movido en Cuba en el último año? En el orden estructural de la economía, la política y la cultura, nada. La sociedad cubana sigue estando gobernada por un partido único, que se autodenomina 'marxista-leninista', la política económica del régimen continúa apostando por el control estatal y la vida pública de la isla permanece bajo la falta de transparencia y libertades a que la somete un Gobierno ideológico, que aspira al adoctrinamiento de una ciudadanía cautiva".

"En la mejor tradición soviética, los sucesores cubanos, encabezados por Raúl Castro, han concentrado toda su imaginación en el terreno simbólico. Se han propuesto cambiar el estilo, no las instituciones, la forma, y no el fondo, de la política cubana, y lo han logrado con suma eficacia. El líder interino no viaja a Caracas, se conmueve en los funerales de su esposa, da discursos de una hora a las ocho de la mañana, no asiste a las mesas redondas televisivas, gobierna colegiada e institucionalmente y dedica su mayor atención a problemas prácticos como la productividad, la corrupción y la ineficiencia. Los principales destinatarios de esa renovación cosmética son dos: la comunidad internacional, y la población inconforme. La primera ha respondido favorablemente al mensaje sucesor, como puede constatarse en zonas críticas de La Habana en los últimos años como Roma, Madrid o México, que han abandonado la presión diplomática e, incluso, el cuestionamiento público de la falta de democracia en la isla. La segunda, en cambio, ha reforzado su escepticismo: descree de la voluntad reformista de políticos que en el pasado reciente han abortado los mismos cambios que hoy anuncian".

"…Para creerle a Raúl una voluntad de reforma, los cubanos que desean el cambio sólo cuentan con la evidencia del deterioro físico y mental de Fidel. Sin la presión del hermano mayor, piensan muchos, ese hipotético líder realista avanzaría en el corto plazo por la vía de una liberalización económica, similar a la china o la vietnamita ¿Es esa reforma económica limitada, que a lo sumo concedería la pequeña empresa privada de servicios, suficiente para satisfacer a la población inconforme y para iniciar un proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos? A juzgar por el liderazgo de la oposición y el exilio, que es y será escuchado en Washington, aun si Hillary Clinton o Barack Obama ganan las elecciones de 2008, no…".

Rafael Rojas, El País, España
24 de agosto de 2007

Castro preocupa a extranjeros

"'¿Sabes algo?'. La pregunta se repite casi cada vez que suena el teléfono. Son colegas de la prensa extranjera o diplomáticos preguntándose unos a otros si tienen alguna noticia sobre la salud de Fidel Castro. La respuesta siempre se basa en rumores. 'Dicen que está muy mal'; 'una fuente de primera mano me dijo que lo volvieron a operar'; 'en Miami aseguran que ya murió'; en fin, una especulación total".

"En las calles, los cubanos están completamente ajenos a estos rumores que circulan entre los extranjeros que vivimos en Cuba. 'Cómo va a estar mal si hoy mismo escribió un artículo en el (periódico) Granma', me dijo un jubilado. La verdad es que el estado de salud del presidente Fidel Castro sigue siendo el secreto mejor guardado de Cuba. Salvo el círculo más cerrado del gobierno y el Partido Comunista, nadie sabe a ciencia cierta como está. Incluso familiares suyos han confesado a la prensa que no lo ven desde que se enfermó, por lo que es poco probable que pueda producirse alguna 'filtración' que permita adivinar su muerte".

"Decenas de veces se anunció su deceso y el comandante volvió a 'resucitar'. Bromeando llegó a decir: 'Soy un muerto muy poco serio', y agregó que 'cuando muera realmente nadie les va a creer'. Tratar de adivinar cuándo morirá Fidel Castro desconociendo su enfermedad, su estado de gravedad, los tratamientos que le aplican y cómo responde a ellos, es una verdadera tarea de iluminados. 'Se enterarán inmediatamente por la prensa cubana', me dijo un funcionario de la cancillería cubana. No es que siempre le digan la verdad a los periodistas extranjeros, pero en este caso parece bastante lógico".

"La pregunta que deberíamos hacernos es si realmente el gobierno cubano tendría ahora alguna razón para ocultar el fallecimiento de Fidel Castro en caso de que este se produjera en estos momentos. Debido a su enfermedad, el impacto en la población por su salida del poder ya pasó y tanto a nivel de gobierno como dentro del partido se reorganizó el aparato para gobernar sin él. En realidad ya tuvieron el tiempo que pudieron necesitar para poner la casa en orden, por lo que mantener hoy en secreto la muerte del primer mandatario sería como mínimo innecesario".

BBC, Reino Unido
24 de agosto de 2007


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