Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Washington calcula que unos 70 fugitivos de la justicia estadounidense viven en la Isla

Entre los más conocidos está Joanne Chesimard, por cuya captura EE UU ofrece la recompensa de un millón de dólares.

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Washington calcula que unos 70 fugitivos de la justicia estadounidense viven refugiados en Cuba, algunos desde hace décadas, según un reportaje publicado por el diario The New York Times el pasado 12 de mayo.

Entre los más importantes está Joanne Chesimard, quien era integrante de la organización Ejército de Liberación para los Negros, y por cuya captura el gobierno estadounidense ofrece la recompensa de un millón de dólares.

The New York Times menciona también a Charlie Hill, acusado de asesinato y secuestro, que vive en la Isla desde hace 36 años y fue entrevistado para el reportaje, y Guillermo Morales, arrestado en 1978 por fabricar bombas y fugitivo desde el año siguiente.

De acuerdo con la información en internet del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Joanne Chesimard se escapó en 1979 de la prisión donde cumplía cadena perpetua por asesinato.

En 1973, dos agentes de la policía la detuvieron junto a otras dos personas en una autopista de Nueva Jersey por una violación del tránsito. La mujer ya era buscada en ese momento por numerosos delitos, incluido el robo en un banco.

Según el FBI, "Chesimard y sus cómplices abrieron fuego contra los agentes, al parecer sin provocación. Un agente fue lesionado y el otro fue baleado y matado en forma de ejecución, a quemarropa".

Chesimard fue hallada en 1977 culpable de asesinato en primer grado, asalto y agresión con intención de matar, y posesión ilegal de armas. La sentenciaron a prisión perpetua.

Cinco años después de escapar de prisión, fue ubicada en Cuba, donde vive aún bajo el nombre de Assata Shakur.

En 2005, cuando Washington ofreció la recompensa por su captura, el propio Fidel Castro salió en su defensa y dijo que el calificativo de "terrorista" utilizado por el gobierno estadounidense para describirla era "una injusticia, una barbaridad, una mentira infame".

La Habana y Washington suelen acusarse mutuamente de dar refugio a terroristas.

En abril pasado, el Departamento de Estado norteamericano acusó en un informe al gobierno cubano de dar asilo a terroristas de España y Colombia, a miembros de las Panteras Negras y a independentistas puertorriqueños.

Por su parte, el régimen de la Isla acusa al gobierno estadounidense de amparar al anticastrista Luis Posada Carriles, ex agente de la CIA al que La Habana atribuye graves atentados, entre ellos la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976, hecho en el que murieron 73 personas.

El reportaje publicado por The New York Times, firmado por el periodista Marc Lacey, cita declaraciones de Charlie Hill, de 57 años, también perseguido por la justicia estadounidense, quien ha hecho una vida en Cuba, lejos del alcance del FBI.

Hill dice estar resignado a no volver a su país. "No voy a pasearme otra vez por Broadway", afirma. "Si hago algún paseo en los Estados Unidos será en la cárcel. Esa es la realidad".

Según el diario, Hill vive en la Isla como un cubano más, con la libreta de racionamiento y en un pequeño apartamento casi sin muebles. Es practicante de la religión afrocubana y tiene varios hijos, el más pequeño, de ocho meses.

A pesar de haber recibido refugio en la Isla, dice desear que estos tengan vidas mejores en Estados Unidos.

Hill llegó a Cuba en 1971. Él y otros dos miembros de un grupo llamado República de la Nueva África —que pretendía la creación de una nación separada, sólo para los negros estadounidenses— fueron detenidos en las afueras de Alburquerque con un cargamento de armas y explosivos. Uno de ellos disparó en la garganta a un policía para escapar y, posteriormente, los tres secuestraron un avión en el aeropuerto de la ciudad.

Los compañeros de Hill en esos actos murieron en Cuba. Ralph Goodwin se ahogó en una playa y Michael Finney fue víctima del cáncer de garganta en 2005.

Entre los fugitivos muertos en la Isla está también William Lee Brent, otro secuestrador de aviones. De acuerdo con el reportaje, está enterrado en una tumba anónima en el Cementerio de Colón.

En el caso de Guillermo Morales, The New York Times dice que aún se le puede ver en La Habana.

Morales fue arrestado en 1978, en Queens, y acusado de fabricar bombas, luego de que la explosión accidental de una de ellas prácticamente le volara las manos.

En junio pasado, el congresista Peter T. King, republicano por el estado de Nueva York, sometió a la Cámara de Representantes un proyecto de ley en el que proponía ejercer presión sobre La Habana para que extraditara a Morales y a otros fugitivos.

King es familiar de una víctima de los ataques terroristas de Morales. "Saber que estas gentes caminan con toda libertad por La Habana, con la protección que les brinda Castro, es una desgracia", dijo al presentar su propuesta.