Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cuba, EEUU, Castro, La denuncia de hoy

“Año 570 de la Revolución”

El tiempo avanza, los aconteceres hacen cambiar las opiniones, pero qué triste resulta decir que un pueblo sin derecho de réplica ha cambiado tan rápido, inesperadamente

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Raúl Castro cerró la jornada de clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (bueno, esto de “Asamblea” es un decir, desconocemos si allí todos piensan igual, pero no que todos votan igual, “el único congreso unánime del mundo” digo alguien) con un discurso un poco más rancio de lo que muchos esperaban, tomando en cuenta el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EE UU.

Culminó su intervención con esta frase “Entramos en el año 57 de la Revolución y con un pueblo como este se puede llegar al 570… ¡Viva Fidel! ¡Patria o Muerte!”.

Eso de la hipérbole vacía —porque otras no lo son—, eso de los 570 años, es muy común a los Castro, así como ciertas analogías, como cuando su hermano, hace unos 15 o 20 años dijo, a raíz del paso de un ciclón por la Isla, “que no hay ciclón natural ni ideológico que pueda destruirnos”. Palabrerías. Gritos esquineros, de barricada. Tonterías; los comunistas cubanos suelen decir frases tontas de este tipo; tonterías para los tontos patrioteros, a quienes se les inflaman los pliegues más íntimos cuando escuchan barrabasadas semejantes.

Pero quizás tenga razón Raúl Castro, con un pueblo como aquel, no serán 570, pero la cifra “revolucionaria” podría ser muy alta. Un pueblo que no tiene voz ni voto ante sus gobernantes; ni tiene, tampoco, ya a estas alturas, otros atributos propios que le harían falta para “descarnerizarse” al menos un poquito.

He visto en varias televisoras y otros medios de comunicación, que han salido a las calles de Cuba a preguntar, a ciudadanos de a pie, qué creen del restablecimiento de relaciones, y todos, sin excepción han respondido que están de acuerdo, que hay muchas esperanzas, etcétera.

Son muchos de los mismos que el 16 de diciembre hubieran respondido que eran antiimperialistas, y 24 horas después, ya no.

No sé de ninguno de por allá que haya respondido: “qué va, yo nací antiimperialista, me criaron antiimperialista y seguiré antiimperialista, ‘Fidel, seguro, a los yanquis dales duro’”.

Ya no.

Sabemos que el tiempo avanza, que los aconteceres hacen cambiar las opiniones, los puntos de vista, el pensar en general de las personas, de las generaciones. Pero qué triste resulta que otro, otros, desde su poder, les digan al resto del mundo que una persona o un pueblo —sin derecho de réplica—, ha cambiado, piensa distinto, en ocasiones tan rápida, inesperadamente.

Y qué papel tan penoso el de esas personas que admitan que sí son, ni más ni menos, justamente, lo que dicen en la tribuna, desde el poder, que son.

Vaya, qué enredijo.

“¡Viva Fidel!”, exclamó Raúl Castro. ¿Habrá alguna encuesta entre los isleños que así lo ratifique, o que, por el contrario haga saber que hoy, hoy, ya nadie o muy pocos respaldarían ese “viva”? No hay encuestas. No sabemos.

“¡Patria o muerte!”. Consigna vieja. Vieja no solo por los tantos años en que ha sido repetida; sino porque ya se hicieron las paces con quien ponía en peligro la patria: el imperialismo yanqui.

Uno no debe dudar que tanto el presidente Barack Obama y su equipo, son personas inteligentes, diestras; de manera que sería un error, como dicen hoy tantos, que EE UU entregó mucho a cambio de nada. No lo creo, en más de un año de negociaciones secretas, eso no es posible, ni lógico. Ya sabremos, poco a poco, qué tendrá que entregar “la otra parte”.

Sin embargo, el citado discurso de Raúl Castro no indica que tenga yo razón en lo que afirmo en el párrafo anterior. En él, el mandatario hace alusión al “bloqueo”, que genera “innegables obstáculos al desarrollo de nuestra economía”. Muestra su entusiasmo por el próximo Congreso del Partido Comunista de Cuba, que se celebrará en 2016, y que ya, según sus palabras, hay que ir preparando. Habló de la necesidad de ir mejorando los salarios y mitigar otras necesidades de la población, y advirtió que “No podemos dejar espacio a que desarrolle la codicia y el egoísmo entre nuestros trabajadores”; así mismo expresó, otra vez, como lo hacía su hermano: cual exigiría a su discípulo el maestro de ética o a su hijo el padre ejemplar y ejemplo de honorabilidad. O como el dueño al rebaño.

“De la misma forma que nunca hemos propuesto que los Estados Unidos cambie su sistema político exigiremos respeto al nuestro”, dejó bien claro el mandatario. O sea, que EEUU respete a una dictadura, así de sencillo.

No podía faltar en esta alocución una mención al gobierno venezolano, a quien, según ciertos analistas, Raúl Castro dejó colgado de la brocha: de pronto, aquel que había adiestrado a Nicolás Maduro y su séquito en la lucha antiimperialista, pues resulta que, sorpresivamente, fuma la pipa de la paz con el imperialismo, luego de negociaciones secretas —que lógicamente, los bolivarianos desconocían— y justamente en el momento en que el imperialismo aplica sanciones al gobierno venezolano.

“Cuba continuará apoyando a Venezuela y su gobierno legítimo”, expresó Raúl Castro. Pero en mi opinión, ya no es lo mismo. Queda una quebradura en ese amor que pareció a toda prueba.

Bueno, si bien el mandatario cubano no menciona la palabra “imperialismo” ni una vez, tampoco deja un resquicio de esperanza en cuanto al menos democratizar relativamente la política, la economía, la sociedad de la Isla.

Es decir, su intervención, justamente, es la de esa persona que contempla sus dominios, infranqueables, con los ojos del largo plazo, o de la eternidad.

Y cerrando el día de hoy, 20 de diciembre, pues más tajante, beligerante diríamos, ha sido la hija del gobernante cubano, la inefable, ubicua Mariela Castro, quien según la AP: “Advirtió de forma contundente que los norteamericanos deben estar ‘soñando’ si creen que Cuba regresará al capitalismo” (...) “Si en los Estados Unidos pretenden con estos cambios que Cuba regrese al capitalismo y regrese a ser un país servil a los intereses hegemónicos de los grupos económicamente más poderosos de los Estados Unidos, deben estar soñando”.

Señora, no sé si en Estados Unidos están soñando con el regreso de Cuba al capitalismo, lo que sí me atrevo a asegurarle es que los cubanos, tanto los residentes en su tierra como en el exterior, sí. Si no me cree, pregúnteles.

Bueno, alguien me ha propuesto que estas expresiones de Raúl Castro, su hija y otros importantes elementos del régimen, no son más que estratagemas para no desalentar a sus seguidores en América Latina, y aun a los generales y otros oficiales de alto rango del Ejército cubano, viscerales antiimperialistas que han sido tomados por sorpresa. Es decir, que poquito a poco, tanto el discurso castrista como sus acciones, irán encaminándose a una zona menos roja.

Bien, esperemos, a ver.

Una pregunta: la “invasión” que se avecina de turistas estadounidenses a Cuba, ¿resultará el Caballo de Troya? ¿Es posible?

Pero mientras tanto, con lo que hemos visto hoy, cobra mucho más valor la interrogante: ¿Entregó Obama demasiado mucho por demasiado poco?

Esperemos. Esperemos.

Ya ven. Así van las cosas.


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