Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Antropología de la represión

Consecuencias y mensajes peligrosos: ¿Policías orientales contra delitos habaneros?

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En esto hay de mito y también de realidad, por lo que la vieja rivalidad entre dos aproximaciones culturales diferentes se actualiza a través de los mecanismos de represión, y más que administración de justicia, se parece todo eso a administración de venganza. La proyección y expresión de muchos policías en La Habana tiene más de densidad cultural que de derecho.

Las consecuencias y mensajes que esta antropologización de la policía están dejando son extremadamente peligrosos. Ante todo, La Habana no es menos caótica ahora, ni ha reducido sus niveles de criminalidad. Más bien crecen.

Por otra parte, y esto es fundamental, la policía, por sus orígenes, no se inserta en la comunidad, sino que parece en cada barrio o comunidad un ejército de ocupación diseminado en territorio extraño; razón que explica por qué la policía se vincula más con los marginales en cada lugar que con las personas probas y decentes de la comunidad.

La rivalidad cultural no resuelve los problemas

En otro sentido, se está alimentando una histórica rivalidad regional y cultural que atiza un conflicto bien y positivamente canalizado a través del deporte, que no es más que un juego.

Se está, también, alimentando la imagen, totalmente falsa, de que todo lo oriental significa vulgaridad, atraso, violencia, machismo y pulsión vengativa hacia una capital abierta, afeminada, viva para el negocio y la mentalidad flexible, y preocupada por la cultura, el buen vestir y las actividades superiores.

Si uno se atiene al hecho de que las personas que vienen desde cualquier punto de las provincias orientales para ejercer de policías son las menos instruidas y educadas, la conclusión de una joven quinceañera nacida y criada en Miramar, blanca por demás, va a ser una enteramente despreciativa y racista.

Por ese camino, las necesarias instituciones que tienen que ver con el orden y la paz ciudadana pierden fuerza, prestigio y capacidad de acción en una ciudad absorbente como lo es La Habana.

Es nefasta la idea de que el orden se puede lograr intimidando desde la diferencia, porque reproduce la rivalidad cultural y no resuelve los complejos problemas que, en cualquier ciudad del mundo con más de dos millones de habitantes, se presentan como desafío para ciudadanos y autoridades.

Para su eficacia, es imprescindible restituir la idea de que la policía en Cuba tiene un carácter nacional, no regional, y que la delincuencia se combate con más fuerza por la entidad, extensión y calidad del crimen, no porque es cometido por el diferente.


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