Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Aperitivos

No importa cuán exitosa sea la gestión de un gobierno, si proscribe al mismo tiempo la libertad de expresión

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Recientemente nos enteramos del mega escándalo político que se creó en China con un dirigente del partido comunista, miembro del Buró Político y jefe de la importante región de Chongquin la más grande municipalidad de ese país que logró tantos éxitos en la economía.

Resultó ser que el jefe de la policía de esta importante región, Wang Lijun, descubrió que existían suficientes evidencias que apuntaban a que Gu Kailai la esposa del destacado político Bo Xilai estaba relacionada con el asesinato del ciudadano británico Neil Heywood, quien se ocupaba de depositarle en cuentas extranjeras grandes sumas de dinero.

Todo indica que el británico firmó su sentencia de muerte cuando a fines del pasado año amenazó con revelar el plan de la esposa del dirigente comunista chino para ejecutar esas actividades ilícitas. Días después Neil Heywood aparecía muerto envenenado.

Cuando el jefe de la policía le presentó las pruebas a Bo Xilai pidiéndole autorización para iniciar una investigación completa, el influyente político chino, mostrándose consternado por la noticia, le pidió al jefe de policía que le diera un tiempo para reflexionar, agregándole que por supuesto autorizaría el proceso investigativo.

Se considera que este escándalo es potencialmente el que más puede afectar el prestigio del partido Comunista contribuyendo a las ya existentes divisiones internas. Comparable solo a lo sucedido con Zhao Ziyang cuando fue sustituido como jefe del Partido en 1989, por oponerse a la brutal represión de los estudiantes que se manifestaban en la plaza de Tiananmen exigiendo democracia.

El 18 de enero de este año Wang, el jefe de la policía, tuvo una confrontación con Bo presentándole pruebas concretas que implicaban a su esposa en el asesinato del británico.

Dos o tres días después el dirigente chino, comprendiendo lo que esto significaba para su esposa y por supuesto para su futuro político en constante alza hacia la cumbre de la dirigencia del país, destituyó al jefe de la policía a un cargo sin poder alguno, nombrándolo vice alcalde para la educación, la cultura y la ciencia.

Wang, el hasta aquel momento jefe de la policía, al ver cerradas todas las puertas ante el abuso de poder y encubrimiento de un asesinato por parte del alto dirigente comunista, no le quedó otra opción que personarse en el consulado de Estados Unidos en la cercana ciudad de Chengdu y contar toda la historia que acabamos de narrar.

Al Partido Comunista no le quedó más remedio que sustituir a Bo Xilai en su cargo, removerlo como miembro del Buró Político y encausar a la esposa del dirigente por asesinato. Pero el perdedor principal sin dudas será Wang, el jefe de la policía que enfrenta cargos de traición al ir a contar toda la historia de lo sucedido en el consulado estadounidense.

Este es un ejemplo más de que no importa cuán exitosa sea la gestión de un gobierno o cuánto haya avanzado en mejorar las condiciones económicas y de vida de sus ciudadanos si proscribe al mismo tiempo la libertad de expresión ejerciendo absoluto control de todos los medios de comunicación radial o escrita.

Hace bastante tiempo que nadie puede catalogar a China como comunista. No importa que ese sea el nombre que se le haya dejado a la organización que monopoliza el poder. El gigante asiático es simplemente un estado capitalista regido por una sola agrupación política sin oposición alguna. El problema fundamental radica en que la alta dirigencia de estos países autoritarios no acaba de entender que una verdadera libertad de prensa e información no solo evita las bolas infundadas que en la actualidad recorren el mundo en segundos, sino que esa libertad de prensa e información es el mejor aliado para descubrir los abusos de poder, los manejos sucios y los delitos que más inciden negativamente en la gestión gubernamental.

El Gobierno cubano continúa haciendo todos los esfuerzos posibles por presentar como chivo expiatorio de sus ineficiencias y su fracaso a los “burócratas”. Sin acabar de entender que mientras más lo hace más legitimidad pierden.

No hay que ir muy lejos. Hace unos meses fueron condenados a largos años de prisión un grupo de ejecutivos de Cubana de Aviación informándose al público nombres y apellidos de los implicados y los supuestos delitos cometidos. Sin embargo se filtró, como sucede la mayoría de las veces en Cuba, que el Director de la Aeronáutica Civil y su esposa encabezaban la corrupción rampante en ese sector.

A pesar del secretismo que aún mantienen los gobernantes cubanos cuando los escándalos tocan al primer círculo de poder y sus Golden Boys, la Bemba Web se encarga de diseminar por los pasillos del planeta las versiones más disimiles. Lo más simpático de todo esto es que no son los disidentes o los opositores los que se encargan de correr a los Cyber Cafes o los famosos “Locutorios” que abundan en España y otros países de Europa y Suramérica, sino funcionarios mismos del Gobierno que ante la frustración en que viven aprovechan cualquier oportunidad para desahogarse.

La última versión recibida sobre el mega escándalo de la Aeronáutica Civil es que no eran 7 millones de dólares lo que le encontraron a la familia Acebedo escondido en un barril en la casa que parecía de vino legítimo de Rioja. Ahora la versión más fresca pone la cifra en 17 millones. También se asegura de fuentes confiables que Acebedo no ha sido encausado, que se dedica a alquilar habitaciones a turistas en la mansión que poseía y que su esposa, al igual que le sucedió a la del alto dirigente chino, fue a parar a la cárcel.

Los fiscales chinos no han dado a conocer la cantidad de millones que le traspasó el británico Neil Heywood a los dirigentes chinos antes de amanecer tieso como un palo en la alfombra de su habitación. Qué manera de írsele la musa a estos ingleses.

Los cubiches residentes en otras latitudes y que tienen bandera alta con la cúpula que “actualiza el socialismo” inexplicablemente han dejado de aceptar aperitivos o tacitas de café en sus encuentros “fraternales” con los dirigentes isleños.


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