Actualizado: 25/04/2024 19:17
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| Opinión

El golpe de los huracanes

Aristas de la crisis

Las acciones desde el exterior deben ser humanitarias, pero al interior del país sí corresponden medidas políticas.

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Durante cincuenta años, uno de los platos fuertes de la propaganda política del régimen ha sido la satanización del exilio, al que tilda de mafioso y anticubano. Por ello, la actitud de los exiliados frente a la delicada situación de la Isla, después de los huracanes, ha sido un dolor de cabeza para La Habana. Su discurso lleno de insidia ha quedado desarticulado ante la opinión pública internacional y la propia población.

La mayoría de las organizaciones opositoras de la diáspora no han tardado en llamar a la solidaridad de la comunidad y la respuesta ha sido masiva y generosa. Para sorpresa de los que han creído el discurso oficialista, entre las principales convocantes está la Fundación Nacional Cubano Americana, sobre quien La Habana había lanzado recientemente una grave e infundada acusación.

Los líderes políticos del exilio, por diferentes vías, han pedido al presidente Bush la suspensión de determinadas restricciones al flujo de personas y remesas desde Estados Unidos.

El exilio ha solicitado de la administración norteamericana lo que ha creído posible en este momento político preelectoral. No ha caído en la demagogia de reclamar cosas que de antemano sabe son materialmente imposibles, al menos por ahora. En todo caso, a crisis humanitarias corresponden desde el exterior, en un primer momento, respuestas del mismo tipo, o sea, humanitarias.

Hay tanta disposición a ayudar, que de seguro las donaciones materiales y monetarias que podría reunir potencialmente la comunidad cubana serían superiores o equivalentes a cualquiera de las efectuadas por los Estados. La necesidad radica en que no existan trabas para poder hacer efectiva dicha ayuda.

'El peligroso vecino del norte'

El gobierno de Estados Unidos ha ofrecido una licencia para la venta de alimentos y madera por valor de $250 millones. También una donación valorada en cinco millones de dólares, que contenía mantas, estuches para higiene personal, materiales de construcción, así como efectivo para ser canalizado por medio de organizaciones no gubernamentales. Lamentablemente, el gobierno de la Isla la ha rechazado. ¿Qué le motiva a dar esta respuesta?

La nomenclatura siempre ha pensado en clave de poder y un instrumento idóneo para retenerlo ha sido la propaganda. La ayuda norteamericana sería un duro golpe para quien ha utilizado como pretexto para la cerrazón interna la cercanía del "peligroso" vecino del norte.

Aplicando una analogía, alguien podría argumentar que desde hace años La Habana compra alimentos a productores norteamericanos. Sin embargo, ese vínculo comercial no ha tenido tanta incidencia en la opinión pública nacional o internacional, como lo tendría una posible entrada de donaciones enviadas por los "malos del norte" comandados por un republicano. Sería un acontecimiento internacional. Además, no es lo mismo que compren a que le regalen, cosa lógica en estas circunstancias.

Lamentablemente, siguiendo esa clave política es como hay que interpretar la actuación del régimen, que ha pedido la suspensión del embargo aunque sea por los próximos seis meses; cosa que algunos han interpretado como una señal de auxilio o un gesto de buena voluntad. Pero también podríamos preguntarnos: ¿no será que La Habana está intentando trasladar la respuesta a la crisis humanitaria al territorio de lo políticamente imposible?

O con otras palabras: ¿No estará tirando la pelota para el lado norteamericano, sabiendo por adelantado cuál sería la respuesta y al final, como siempre, culparlo de todos los males nacionales?

Habrá que ver cómo reacciona el gobierno ante el último ofrecimiento norteamericano de licencias para la adquisición de comida y materiales de construcción.

No hay que ser ducho en política para suponer que la administración Bush no tomará una decisión de mayor envergadura en plena campaña electoral. Esto, sin caer en otras consideraciones, que las hay.

La pelota, del lado cubano

El régimen emite la imagen de que todo lo tiene bajo control, pretensión que la desastrosa realidad de la Isla contradice. Gracias a las comunicaciones con familiares y amigos, las noticias que llegan son de gente sin techo, sin agua ni luz, y con grandes dificultades para conseguir comida. Pero también hay mucha indignación por el aumento, en plena crisis, de los precios de los combustibles por parte del Ministerio de Finanzas y Precios.

Finalmente, llevan razón los que dicen que a "situaciones nuevas corresponden ideas nuevas". Esta fórmula es la que debe imponerse y no la instrumentalización de la crisis. Si bien se ha dicho que las primeras acciones desde el exterior deben ser humanitarias, creo que al interior del país, quedando al descubierto una vez más las deficiencias del sistema, sí corresponderían medidas políticas. La pelota sigue estando del lado cubano, aunque algunos no se den por notificados.

Sería una idea nueva, por ejemplo, que La Habana permitiera la libre iniciativa económica, aunque sea para crear pequeñas empresas. Ello ayudaría a reconstruir el tejido socioeconómico, que se oxigenaría por medio de los intercambios de mercancías, servicios y dinero entre los ciudadanos.

Otra idea nueva sería la supresión de la carga impositiva que existe sobre el dólar, la cual casi llega a un nivel confiscatorio. Son dos medidas sencillas que estimularían el envío de dinero hacia la Isla y tendrían un efecto paliativo para la triste realidad que soportan quienes están ajenos a las estrategias de los defensores del statu quo.


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