Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Chávez, Venezuela

Calenturas ajenas

No solo hay que denunciar a Hugo Chávez, sino las causas que llevan a que alguien como él llegue al poder

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Los intelectuales cubanos residentes en el extranjero, casi en general, más no pocos cubanos que se hallan fuera de la Isla y que no son intelectuales, aborrecen a Hugo Chávez. Debemos pensar que esto se debe a que el mandatario venezolano es alumno y amador incondicional de Fidel Castro, y que intenta meter a Venezuela por el mismo lodazal en que metieron a Cuba Fidel Castro y su hermano. Es decir, un rechazo triangulado, diríamos. Los columnistas y analistas cubanos que viven fuera de Cuba y que publican en innumerables medios, no cesan del criticar los excesos del gobernante venezolano, un déspota sin dudas. ¿Pero por qué debe interesarnos tanto ala los cubanos exilados o residentes en el extranjero lo que ocurre en Venezuela? Está bien: “nada humano me es ajeno”, dijo aquel. Pero no hay que exagerar, no hay que obsesionarse. ¿Por qué habremos de preocuparnos y amargarnos tanto por lo que haga el alumno si ya el maestro nos destruyó y poco hicimos para evitarlo o, en el mejor de los casos, o en el peor, nos engañaron o nos dejamos engañar? Tampoco estos periodistas, columnistas, analistas, ciudadanos cubanos que viven fuera de la Isla citan la causa: no hay mesías si no hay condiciones creadas. De modo que miren hacia atrás y denuncien también por qué alguien como Hugo Chávez puede tomar el poder. Y piensen en los Chávez que faltan, de continuar la desigualdad en América Latina.

Lo cierto es que Hugo Chávez gana elecciones presidenciales. Ha ganado cuatro. Esa es la verdad y no otra. Ha sido elegido y reelegido en las urnas. Y la voluntad que se ha expresado en las urnas hay que respetarla. Han sido elecciones limpias en las urnas, eso lo reconoce todo el mundo. ¿Pero elecciones totalmente limpias? No. Durante sus campañas ha amenazado sin piedad a sus adversarios; ha utilizado todo su poder mediático y económico para tomar ventaja; aun ha intimidado con que se desataría en su país una guerra civil si la oposición obtuviese la victoria. Pero ha ganado las elecciones presidenciales, las últimas con un 11 % de ventaja. Ha resultado victorioso porque, además de los aspectos antes mencionados, ha favorecido a los más pobres, que en Venezuela son muchos; ha estimulado la atención médica gratuita, la educación, la vivienda y otras necesidades de ese segmento empobrecido de la sociedad. Bien, esto, lo positivo que ha realizado Hugo Chávez, no he visto que sea tratado con constancia por sus adversarios en general, por los cubanos en particular.

Pasan cosas raras. En varios países de América Latina, México es un ejemplo, muchas personas se quejan de que los presidentes y legisladores, como se saben con derecho a un solo mandato, no hacen en ocasiones muy bien la cosas, conscientes de que, terminado su período, nadie les podrá reclamar a fondo. Otra gallo cantaría, dicen, si estuvieran sujetos a ser reelegidos más allá de su primer período; les pasarían la cuenta, dicen. ¿Qué de malo tiene entonces que Hugo Chávez y otros mandatarios latinoamericanos intenten reelegirse siempre que esto se decida mediante elecciones democráticas?

En mi opinión, lo mejor o lo más interesante que ha ocurrido en la Venezuela actual son las variantes surgidas en los últimos días. ¿Quién quisiera gobernar un país con una inflación que ha cerrado el 2012 en un 19 %, la mayor tasa de América Latina; con una moneda sobrevaluada que augura una severa devaluación en este 2013; con una infraestructura arruinada; o con la tasa de homicidios más alta del subcontinente: 49 asesinatos por cada 100 mil habitantes, es decir, una víctima cada 33 minutos? Menos mal, entonces, que la oposición no ascendió al poder en las pasadas elecciones, de modo que quien cargará con la culpa por el desastre irremisible que se avecina para los venezolanos será Hugo Chávez o el chavismo, en caso de que estos no cambien el derrotero hacia el punto de la lógica.

Los cubanos. Bueno, los cubanos que sí tienen que estar, y lo están, pendientes de lo que ocurre en Venezuela, son los que viven allá, en la isla limosnera. De Hugo Chávez y su política depende que ellos, al menos, se mantengan en el rango de miseria que hoy los agobia. Ellos sí deben aun rezar, asistir a misas con gladiolos y lo demás que les oriente el castrismo en su patético show para que el gobernante venezolano mejore su salud; aunque en verdad, lo que se dice querer, o amar, no aman a Hugo Chávez para nada; pero ya lo sabemos: el estómago manda. Ellos sí, decía, con mucha razón deben estar pendientes de lo que suceda en Venezuela. Nosotros, los que estamos afuera, ¿por qué vamos a sudar en exceso, en exceso, recalco, las calenturas ajenas? Allá los venezolanos, ellos eligieron a su gobernante.


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