Actualizado: 18/04/2024 23:36
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De campañas y secuestros

Washington no ha encontrado hasta el momento un motivo real para establecer relaciones con el gobierno cubano. No son razones éticas las que se lo han impedido

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No debería ser, pero lo es. Existe la contradicción de que gobiernos democráticos propulsores y adalides del estado de derecho mantengan todo tipo de relaciones diplomáticas, culturales y comerciales con regímenes que niegan, conculcan y prohíben a sus súbditos los derechos que la sociedad democrática garantiza. Lo que acontece es que los países trazan principalmente su política exterior basados en su percepción de la defensa de los intereses de sus ciudadanos, primero, y cualquier consideración ética o moral, pasa a segundo plano. Por eso existen relaciones que no tienen sentido moral ni ético.

En la Republica Popular China impera un gobierno comunista que viola constantemente los derechos humanos de su población impunemente, sin embargo es un socio comercial de primer orden de los norteamericanos por varias razones. Durante la guerra fría utilizaban dicha relación como papeleta de negociación y balance frente a los soviéticos, hasta que descubrieron que también podría convertirse China, en un buen lugar donde invertir y conseguir una substancial variedad de productos de bajo precio para consumo masivo del comprador norteamericano a la vez que en un mercado importante para sus productos. De los muertos de la Revolución Cultural y Tianamen, ¿qué?, nada.

Desde Arabia Saudita llegaron los 19 terroristas que destruyeron las emblemáticas Torres Gemelas de New York en Septiembre once, es el país que promueve la forma más radical del Islam extremista, el Wahabismo, principal enemigo de occidente, gobierna una monarquía súper corrupta, regida por la ley de la Sharia, que permite decapitar, mutilar o apedrear sin juicio a cualquiera, y sin embargo ni pena alguna, los norteamericanos y los civilizados europeos mantienen la mejor de las relaciones a cambio del flujo ininterrumpido de petróleo y capital a sus países. Lo mismo puede decirse de Libia, los Emiratos Árabes y hasta no hace demasiado tiempo del gobierno dictatorial de Saddam Hussein, o el régimen del Sha de Irán en su época. De las victimas ¿qué?, bien, gracias.

Por estas latitudes recordamos como por años, Estados Unidos sostenían las mejores relaciones con dictaduras de derecha en donde se cometían toda clase de atrocidades y violaciones de los derechos humanos de sus ciudadanos a cambio de tener acceso a materia prima y productos de bajo precio para el consumidor norteamericano. De las victimas ¿qué?, nada.

Para ponerle la tapa al pomo cito las cordiales relaciones establecidas con el mismo régimen de Vietnam al que combatieron al costo de millones de dólares y de miles de vidas de jóvenes norteamericanos en la plenitud de su vida. Y de los vietnamitas y norteamericanos que murieron por la libertad ¿qué?, bien, gracias.

Esta ha sido y es la realidad. Acontece que hasta hoy, los norteamericanos no han encontrado y dudo que encuentren un motivo real y pragmático para restablecer relaciones más allá de las actuales con la dictadura cubana, por razones obvias. No tienen nada que pueda beneficiar la calidad de vida del consumidor norteamericano, ni ofrece, el gobierno cubano, por lo errático de su comportamiento, ninguna garantía para los inversionistas ni siquiera para otorgarle algún tipo de crédito. Ni producen, ni pagan. No se les puede comprar, ni vender, quienes lo han hecho pasándose de listos, siempre han salido perdiendo a la larga y a la corta, pregúntele a los ex soviéticos, españoles, mexicanos, italianos, chilenos, argentinos y venezolanos que lo han hecho. El beneficio y el riesgo no cubren el precio de la vergüenza por asociación.

La relación entre USA y Cuba se limita a un acuerdo migratorio, —yo no te lleno las playas de desconocidos si tú me das 20.000 visas al año, de modo que la gente opte por irse en vez de resistir—. Por otra parte la relación con la comunidad exiliada/emigrada/desterrada/quedada, infiltrada, que ya no se sabe bien lo que es, se limita a la política local que hasta ahora, a pesar de su diversidad en criterios, momento de arribo e intereses, ha demostrado en las urnas una tendencia a mantener el statu quo y por lo tanto, Washington se han involucrado más o menos, ha contribuido más o menos y ha financiado más o menos diferentes esfuerzos para lograr un cambio de régimen por distintas vías de acuerdo a la época y el timonel a cargo de la Casa Blanca. Realmente con muchísimo menos compromiso y deseo que lo expresado por el Malandante y sus muchachos. El mito de la inminente invasión yanqui.

Estoy seguro que cuando Estados Unidos descubran un provecho para sus consumidores, restablecerían relaciones, levantaran el embargo y aquí paz y en el cielo gloria.

Basado en esta realidad, ellos, que no son tontos, el gobierno cubano y sus “alabarderos en el exterior”, han echado a andar una campaña tratando de convencer a la opinión pública norteamericana de las bondades de una relación más estrecha con la Isla en términos de lo que se beneficiarían los productores norteamericanos de un mercado virgen y a su disposición, de lo conveniente y placentero del acceso a sus playas para los turistas y otras lindezas. Además del financiamiento y puesta en marcha de un Lobby pro Castro y la colocación de periodistas y académicos, “agentes de influencia” (registrados o no) en diferentes esferas de la opinión pública y la academia norteamericana para propagar “el mensaje”. Pero sobre todo enfrascados en una tenaz lucha por los derechos e intereses de los ciudadanos norteamericanos. Y de los cubanos. ¿Qué?, por supuesto, nada, todo bien, gracias.

El último recurso ha sido el de secuestrar, como los piratas, a ciudadanos norteamericanos como es el caso de Alan Gross, un contratista independiente, un civil, a quien en ocho meses se ha mantenido cautivo sin formulársele cargos ni presentar pruebas de su supuesto delito, quizás le aplicaron la ley de “peligrosidad predelictiva”, aberración legal que exhibe el Código Penal Cubano. La cosa se complica para Gross luego que el Malandante lo ha relacionado con, y prometió que las “avispas cautivas” estarían en casa antes de diciembre, prueba de ello es la visita de Richardson a La Habana. Ojala que se dé el canje y lo liberen pronto, todos nos beneficiamos, salimos de la morralla, y un buen hombre queda libre. Gilat Shalit sigue en poder de Hamas, los terroristas son así. Secuestran.

El otro mito para dormir ingenuos prefabricado por la inteligencia cubana es el de la posibilidad de producir cambios dentro del sistema, y muestran con orgullo la nueva perspectiva de ser “barbero por su cuenta” sin que sea ilegal y prohibido como hasta hace unos días.

Afortunadamente es una batalla perdida para el castrismo, pues lo único que pueden ofrecer a USA son sus ruinas y sus deudas, y saben que si realmente permiten cambios sustanciales se les desmorona el castillo y pierden el poder.

Uno de los principales argumentos en contra del mantenimiento del embargo que no existe, es que no ha dado resultados por cincuenta años. Bueno, está demostrado hasta la saciedad que el sistema impuesto por los últimos cincuenta años en Cuba es un fracaso, es incapaz de tan siquiera alimentar a su población sin la limosna extranjera y lo que fueron sus logros financiados por otros como la educación y la salud se desmoronan como castillos de naipes dado la intrínseca deficiencia de diseño del sistema impuesto.

¿Por qué no imitan a la sangrienta dictadura de Pinochet y se someten a un referéndum bajo los auspicios de observadores internacionales y permiten que el pueblo decida libremente si escoge el mantenimiento de la dinastía de Birán o un cambio de régimen mediante una transición hacia un estado de derecho en una sociedad pluripartidista? Como dice mi amigo Ricardo, no los salva ni el enroque con el alfil.



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