Actualizado: 28/03/2024 20:07
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De Fidel Castro a Putin

Cambio y continuidad: Para imaginar el futuro régimen cubano, más valdría remitirse a la Rusia actual.

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En el espejo de Moscú

La dictadura que comparte rasgos con la cubana es la que imperó en la extinta URSS. Características que hoy aparecen remodeladas y adaptadas a la época, en el Estado instaurado por el antiguo miembro del KGB.

Ningún Estado satélite de la URSS desarrolló una política expansionista propia, como lo hizo el castrismo. Inspirándose en el modelo del expansionismo universalista soviético, salvando las distancias, se dotó de aparatos especiales para poner en obra un proyecto global en el que La Habana lleva empeñada medio siglo.

Al igual que la extinta URSS, Cuba posee organismos de seguridad y de contraespionaje sobredimensionados y desproporcionados —en relación con su alcance y la importancia del país—, destinados al control de la población. Pero también, en gran medida, destinados a su actividad de índole expansionista. Asimismo, forjó una diplomacia entrenada en la subversión.

Para imaginar el que podría ser el futuro régimen cubano, más valdría remitirse al de Putin, el cual se sustentó en antiguos cuadros del KGB. Dentro de un marco de fachada democrática, ejerció un poder férreo como presidente —y al parecer lo seguirá ejerciendo en el cargo de primer ministro—, en el que cualquier opositor considerado demasiado activo, corría el riesgo de morir asesinado.

Todo ello, gozando de la simpatía de las mayorías, pues Putin ha sabido despertar el sentido nacionalista ruso y el orgullo herido tras la debacle de la URSS, adoptando una postura beligerante, no sólo ante Estados Unidos, sino ante la Comunidad Europea.

La manera en que Putin ha ido amarrando las riendas del poder, concuerdan singularmente con las técnicas de Fidel Castro. Por cierto, Putin, como Fidel Castro, también es abogado. De ser un personaje minoritario en las encuestas, Putin apareció como el salvador de la patria, gracias a una serie de violentos atentados que causaron numerosas víctimas y crearon el pánico en la población (adjudicados a los chechenos). Exacerbó la guerra contra los chechenos y desde entonces se impuso como líder indiscutido del nacionalismo ruso.

Muchos indicios conducían presuntamente a los servicios de inteligencia, el ex KGB o el ejército, como autores de los atentados; pero quienes intentaron investigarlos —periodistas y magistrados— han perecido de muerte violenta.

Primero el exilio que Chávez

Los caminos del nacionalismo son imprevisibles. Por razones históricas, el sentimiento nacional cubano se ha modelado como un sustrato identitario. Nada que ver con la tibieza del venezolano. La Habana ha aquilatado influencias a nivel planetario y cuenta con apoyos políticos en Asia, África, América Latina, incluso en Europa.

Cuba jugó un papel militar de primer orden en la guerra de Angola, que es un gran productor de petróleo. Y mediante sus exiliados, ejerce un poder político y económico en el seno del propio "imperio", al punto que muchos consideran a Miami como una provincia de la Isla. Quienes sostienen que Hugo Chávez puede jugar un papel en la política cubana, aparte de tonto útil, pecan no sólo de ilusos sino que demuestran una falta de conocimiento elemental de la historia cubana.

Primero pacta la élite castrista con sectores del exilio de Miami, antes que aceptar un supuesto liderazgo del venezolano. No es casual que Fidel Castro, en una reciente reflexión, le dedique largos párrafos a Carlos Saladrigas, uno de los grandes magnates cubanos de Miami, quien ha observado una actitud de reconciliación y ha desarrollado una acción tendiente a restablecer el diálogo con la Cuba de "adentro".

Fidel Castro lo fustiga porque ve peligrosa una actitud reñida con la del exilio radical, tan parecida a la radicalidad observada por el castrismo, que le ha sido tan útil a la imagen que La Habana ha impuesto del exilio.

Mientras no se aplique a los regímenes comunistas los criterios empleados con otros sistemas totalitarios, América Latina continuará siendo un continente en estado de regresión política.

Es lastimoso que quienes han sufrido la represión de las dictaduras y hoy están en el poder, no sean receptivos con la situación de los disidentes cubanos. Es lastimoso que Oswaldo Payá se vea obligado a hacer un llamado a "los hermanos latinoamericanos" que han dejado solos a los cubanos y tenga que demandar solidaridad para contribuir a combatir "la cultura del miedo" en la Isla.

Los países latinoamericanos deben "alzar la voz ante la administración castrista", señaló el líder del Movimiento Cristiano Liberación en una entrevista con Radio Cooperativa, de Chile. Esa receptividad sería la mejor ayuda que se le puede dar hoy a los cubanos para que logren salir del Estado pretoriano-comunista y accedan a la democracia.


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