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Helms-Burton, Exilio

Derrota de la sinrazón

Debemos reforzar nuestros esfuerzos por alcanzar la democracia y el respeto de los derechos humanos, también debemos denunciar las actitudes indecorosas de falsos apóstoles, quienes en realidad pretenden reforzar sus cargos con nuestras desgracias

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Una propuesta para eliminar las medidas tomadas por el presidente Obama para permitir los viajes y el envío de remesas por los cubano-americanos a Cuba, presentada por el representante Mario Díaz-Balart e incluida en el proyecto de Presupuesto del Tesoro de Estados Unidos, fue eliminada el 15 de noviembre. Asimismo, debido a presiones de las fuerzas conservadoras en el Congreso, quedó eliminada una propuesta para flexibilizar la forma de pago de las mercancías importadas por Cuba de Estados Unidos, presentada por Jo Ann Emerson, representante republicana por Missouri, a quien tuvimos el placer de conocer en la Habana, días antes de los acontecimientos de la Primavera Negra en marzo de 2003.

De haberse aprobado la propuesta de Díaz-Balart, se habría regresado a las crueles y absurdas restricciones impuestas por el presidente George W. Bush en 2004: solo un viaje cada tres años para reuniones familiares, un límite de 1.200 dólares al año para remesas a familiares cercanos (con una definición caprichosa y estrecha del concepto de familia). Esto habría paralizado el beneficioso proceso de acercamiento entre los cubanos, detenido las acciones de solidaridad cuando muchas personas residentes en la Isla tienen una situación económica extremadamente difícil, y se hubiera afectado notablemente el despertar empresarial surgido con el cuentapropismo, que a pesar de las trabas gubernamentales, está haciendo a muchas personas más independientes respecto al Estado.

La vinculación del cuentapropismo con la remesas es conocida. Investigaciones realizadas en Cuba por los especialistas estadounidenses Kathrin Hansing de la City University de Nueva York, y Manuel Orozco del Inter-American Dialogue, expuestas en el informe “Remesas: Presente y Futuro de la Pequeña Empresa en Cuba”, subrayan que al preguntar a un numeroso grupo de entrevistados sobre la fuente financiera que podrían complementar su inversión inicial, el mantenamiento del negocio y las garantías disponibles, casi dos tercios respondió que buscaría la financiación de familiares residentes en el exterior, lo que denota la dependencia del cuentapropismo a las remesas, que Díaz-Balart pretendía constreñir al mínimo.

Esa propuesta es solo una más entre las muchas acciones contraproducentes y erradas que representantes y senadores de origen cubano han estado formulando desde hace tiempo, camufladas por un supuesto deseo de “colaborar” en la lucha por la democracia y el respeto de los derechos humanos en Cuba. Pero en la realidad “esos esfuerzos” en vez de defender al pueblo cubano, se han dirigido a hacerle la vida más difícil a las víctimas del totalitarismo, y darle coartadas a éste para “justificar” el desastre nacional y la represión contra todo aquel que intente levantar la voz y protestar. Aunque no lo reconozcan públicamente, han estado haciéndole el juego, a través de una alianza de facto con los elementos más oscurantistas y conservadores del régimen; los jurados enemigos de las reformas.

Sin ninguna consideración ética han pretendido cultivar el odio como plataforma política, valiéndose de los comprensibles resentimientos que podrían pervivir en un sector de cubanos residentes en Estados Unidos, debido a las injusticias y abusos cometidos con ellos en el pasado, convirtiéndolos con su demagogia en canteras de votos en el decisivo estado electoral de la Florida. Esta situación ha durado demasiado, y aunque siempre han existido voces condenatorias de esas inaceptables conductas desarrolladas para lucrar con el sufrimiento del pueblo cubano, es necesario un activismo más intenso para denunciar este proceder que tanto daño ha causado.

Es tiempo de que los cubanos en la Isla y en el exterior se pronuncien abiertamente contra esas actuaciones. Cuando aparecen posibilidades reales de cambios en nuestro país, con la toma de conciencia de nuestro pueblo sobre las verdaderas causas de los males que han llevado a la crítica situación actual. Al mismo tiempo en que debemos reforzar nuestros esfuerzos por alcanzar la democracia y el respeto de los derechos humanos, también debemos denunciar las actitudes indecorosas de falsos apóstoles, quienes en realidad pretenden reforzar sus cargos con nuestras desgracias.

Cuba permanece demasiado tiempo bajo la bota del totalitarismo. El 10 de marzo de 2012 se cumplirán 60 años de falta de libertades. En esa fecha un grupo de malhechores vestidos con uniformes militares, tomaron el poder por la fuerza, solo unas semanas antes de unas elecciones generales, en las cuales sabían de antemano saldrían rotundamente derrotados. Desde entonces comenzó para Cuba una época negra. Los asesinatos, crueldades y la inmensa corrupción alcanzaron con el batistato niveles insoportables, que llevaron a la población a un grado de desesperación tal, que no quedó otra alternativa que recurrir a la violencia como única forma de eliminar los abusos. Situación aprovechada por personajes que con inmensas ansias de poder absoluto, bajo el manto de liberar al país, impusieron un férreo y desafortunado control que aún sufrimos los cubanos.

Actualmente se requiere la unidad de quienes deseamos una Cuba distinta, sentimiento que compartimos la inmensa mayoría de la población; un país democrático, donde se creen oportunidades para todos los ciudadanos. Abandonando las diferencias ideológicas, los cubanos debemos hacer un frente común entre quienes vivimos en el archipiélago y los que residen en el exterior, para rechazar a todas aquellas personas dentro y fuera opuestas a la reconciliación nacional; a quienes se opongan a edificar una Cuba unida en la diferencia.

Tenemos que ser hoy más activos en la lucha por realizar las transformaciones que con urgencia necesita Cuba. Las circunstancias demandan que nuestros compatriotas —especialmente en Estados Unidos— sean más activos en la política de las naciones donde residen, para que con sus opiniones y votos cierren el paso a los mensajeros del odio y la división entre los cubanos. Quienes nos encontramos acá continuaremos procurando el encuentro nacional. A pesar de los obstáculos y las distancias, todos somos cubanos.


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