Actualizado: 23/04/2024 20:43
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PCC, Cambios

El contrato social, ruptura y consecuencias

Durante el tiempo que estuvo en vigor el contrato los incumplidores crearon los mecanismos represivos que impidieran a su contraparte romper las ataduras impuestas

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Según Rousseau, el contrato social entre gobernantes y gobernados está basado en la búsqueda del bien común y de los derechos que deben atribuirse equitativamente a las personas, así como la observación de los deberes que traen consigo esos derechos.

En el caso especifico de Cuba, durante medio siglo el contrato social ha sido básicamente así:

- Desde que estás en el embrión de tu madre te daré gratuitamente toda la atención médica que necesitas.
- Cuando estés apto para los estudios esa educación será también gratuita, pero yo te diré dónde debes estudiar, qué carrera podrás escoger y dónde la vas a ejercer.
- Podrás practicar gratuitamente todo el deporte que desees y si te destacas te enviaré a competencias nacionales e internacionales sin coste alguno. Solo tendrás que observar las reglas y regulaciones que impongo para las selecciones a estos tipos de eventos.
- Te daré una libreta de racionamiento para que puedas comprar los productos básicos de la canasta familiar subsidiados por mí.
- En los centros de trabajo tendrás almuerzo y meriendas sin coste alguno. Para librarte de preocupaciones, puedas trabajar, producir mejor y cumplir el principio socialista de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo. Tus hijos tendrán similares beneficios en la escuela.
- Para preservar todas estas bondades me apoyarás en la lucha contra el enemigo exterior imperialista que trata de hacernos regresar al pasado de explotación y miseria. Para ello tendrás que sacrificar algunas libertades burguesas como las manipulaciones y deformaciones de la información. Yo te las brindaré fidedignas y oportunamente.
- Podrás elegir los candidatos a la Asamblea Nacional pero estos serán seleccionados previamente por el Partido único para evitar la penetración imperial.
- Las metas y caminos para arribar a la más justa de las sociedades serán actualizados de acuerdo a la evolución de nuestro proyecto y a las condiciones globales del mundo en que vivimos.
- Y, por último, cuando mueras, tus funerales, entierro o cremación correrán por mí, sin costo alguno para ti o tu familia.

Por supuesto que existen otros aspectos y detalles del contrato social, pero resulta innecesario agregarlos para nuestro propósito.

A pesar de haber sido una imposición, es justo reconocer que en la etapa inicial de su implementación y en sus años de esplendor, este contrato social fue apoyado por la mayoría de los ciudadanos, aunque (detalle importante) haya sido impuesto como resultado del triunfo de uno de los bandos después de una guerra civil.

Hoy, cuando aquellos que lo implementaron y los que dieron su consentimiento y apoyo están en el ocaso de sus vidas se horrorizan de ver que el proyecto social iniciado hace más de medio siglo ha terminado en la ruina económica, política y moral de toda una nación. Que el legado que dejan a las nuevas generaciones es el de una vida miserable con una tarea cada vez más difícil para poder recuperar el país de los escombros. Y lo que es más terrible aún, a las puertas mismas de una transición no a la democracia, sino a un capitalismo salvaje y depredador sin el derecho ni la protección legal que ofrecía aquel capitalismo que fue suplantado por esta otra cosa que no se sabe qué ha sido ni a dónde va.

La ruptura del contrato social no se produce durante el último congreso del Partido Comunista de Cuba como algunos alegan. En ese evento se oficializó formalmente con los ya famosos lineamientos para actualizar el “socialismo” pero en realidad hace bastante tiempo que este contrato social estaba bien enterrado.

No hay espacio disponible en ningún medio de prensa para poder exponer los errores cometidos. No en balde, muchos cuadros y esforzados revolucionarios quedaron sorprendidos una mañana al leer a todo titular en la primera plana del periódico Granma, ¡AHORA Sí VAMOS A CONSTRUIR EL SOCIALISMO! Veintiocho años después de haber bajado victoriosos de las montañas después de derrotar la dictadura de Batista y 26 años más tarde de haber anunciado en el entierro a las víctimas del bombardeo del 15 de abril de 1961 que estábamos haciendo una revolución socialista.

Ya en esta misma etapa las críticas abiertas al sistema imperante y la necesidad de corregir el rumbo planteadas no solo por altos funcionarios sino también por altos jefes militares como fue el caso del general Arnaldo Ochoa pusieron a la dirección del Gobierno y el partido en una encrucijada. Corregir el rumbo tomando el camino de China y Vietnam o atrincherarse, romper el contrato social, desarticular toda oposición y críticas dentro de sus propias filas y dar un escarmiento sin precedentes que disipara los peligros de retos al poder.

Optaron por la segunda. Fusilaron al general más condecorado de sus Fuerzas Armadas como chivo expiatorio y de paso mancharon de sangre a los principales jefes y generales haciéndolos partícipe en un humillante circo romano donde cada uno tuvo que acudir al podium para aprobar la canallada y la bajeza más grande que se haya cometido en nuestra patria.

Desaparecida poco tiempo después la Unión Soviética y todos sus satélites, los gobernantes cubanos, decretan lo que eufemísticamente llamaron “Período Especial” que acabó de destruir lo poco que quedaba del ya mellado contrato social.

Pero como este contrato es bilateral una de las partes no puede exigir el cumplimiento de las obligaciones contraídas por la otra si ella misma no prueba haber cumplido las suyas exceptio non adimpleticontractus.

Si la parte que lo incumple pretende mantener su hegemonía con engañifas y fórmulas edulcoradas del fracaso, empleando la fuerza como único medio de imponer su voluntad, el resultado final no puede ser otro que el desastre.

Lo primero que pierde el incumplidor del contrato social es la autoridad y con ello pierde también el respeto. La contraparte afectada ya no tiene porque observar sus obligaciones y el incumplidor trata entonces mediante el poder y la fuerza de continuar con los términos que aquella aceptó originalmente.

Los incumplidores durante el tiempo en que estuvo en vigor el contrato crearon los mecanismos represivos que impidieran a su contraparte romper las ataduras impuestas. Estos mecanismos, bastante efectivos, obstaculizan la libertad de organización de los afectados para poder denunciarlo masivamente, pero no pueden impedir la organización individual o de pequeños grupos que como única alternativa se les deja el robo y la corrupción como venganza.

Hay un hecho que es necesario señalar y por el cual me inclino a pensar que fue por ese año 1987 donde se rompe definitivamente el contrato social. Por esa misma fecha el delito y la corrupción rampante alcanzaron niveles jamás visto. Condición que —valga decir— nunca ha mermado hasta la fecha cuando vemos a generales, ministros y miembros del Buró Político cumpliendo largas condenas por diferentes delitos de corrupción.

Dada la alarmante situación, Raúl Castro ordena filmar una reunión del Buró Político, cuyo video sería mostrado a todos los oficiales del MININT privadamente, donde se analizaban todos estos problemas y se le escucha decir sin muchos rodeos que “Ni con 100.000 policías podemos impedir el delito generado por el mismo Estado con su ineficiente organización que alienta la corrupción”.

El video fue sacado de Cuba por el mismo jefe del MININT que lo produjo y que posteriormente desertara estando al frente de uno de los Centros de Inteligencia cubanos en el exterior.

Hoy vemos en los titulares de prensa que se ha arrestado al Viceministro del Azúcar y que altos ejecutivos de empresas mixtas con canadienses y británicos están también tras las rejas.

Esta situación no cambiará mientras el Gobierno cubano pretenda mantener en vigor un contrato social inexistente y no se decida a emprender verdaderas reformas que el pueblo necesita y reclama.

Como le sucedió al malhadado capitán Yossarian de la novela “Trampa 22” (Catch 22) están atrapados en sus mismos cuentos y mentiras.


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