Actualizado: 25/04/2024 19:17
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El punto G de Fidel Castro

El dictador ha encontrado su punto máximo de excitación en las 'reflexiones', donde él tiene toda la razón y el mundo está errado.

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Es su gran debilidad y no ha podido negarlo jamás. El periodismo lo ha asustado de modo tal, que ha sabido mantenerse convenientemente alejado de las declaraciones imprevistas y a los reporteros incómodos les ha encontrado refugio en los más oscuros parajes de la geografía represiva de la Isla.

También es su gran pasión voyerista. No puede vivir sin la prensa, ni aun "en su lecho de muerte", como dice el viejo adagio. Para lograr que la excitación sea placentera, Fidel Castro ha diseñado el sistema de medios de comunicación más hermético y reverencial que se haya conocido jamás.

Sus maestros de periodismo bien podrían ser los viejos exponentes del amarillismo. Para Fidel, el axioma "No dejes que la realidad te estropee una buena noticia" funciona cual mecanismo de reloj. Sobre esa base ha signado su existencia y ha deformado la realidad nacional.

Su vida no es más que una larga entrega a la publicidad, y no a las "causas revolucionarias", como constantemente quieren hacer ver sus exegetas. No en vano se ha hecho acompañar desde Herbert Mathews, pasando por Luis Conte Agüero, hasta caer en sus últimos y menos fatigosos biógrafos: Gabriel García Márquez e Ignacio Ramonet.

La pasarela de Fidel

Vida de pasarela de principio a fin, desfile de fotografías en primera plana y colección de discursos que, curiosamente, han ido cambiando a conveniencia parte de su contenido en una actitud digna de Orwell.

Ahora que su uniforme ha cambiado de verde oliva a rojo Adidas, Fidel Castro ha apostado por sus "reflexiones", desde donde constantemente arremete contra el sentido común y la más simple lógica política.

Bajo esa espada pende la suerte de la nación cubana. No existe situación, problema o propuesta de cambio que suceda en Cuba, de la cual Fidel Castro no emita un comentario soez, empantanando las más mínimas esperanzas de quienes sólo quieren el bien de nuestra patria: todos los cubanos.

En ese escenario tiene que moverse el más joven de los hermanos Castro, quien le consulta las ideas hasta tres veces antes de expresarlas en público.

No importa si es un ciclón que desarticula la ya escuálida economía nacional, una propuesta de cambio salarial, o la eliminación del permiso de salida del país, Raúl Castro está maniatado y la sombra de su hermano es una constante amenaza para sus ansias.

Las migajas de la realidad

Tan aséptica como su habitación de hospital, es la realidad que muestra Fidel Castro en sus "reflexiones". Desde sus párrafos detalla el caos que reina en el mundo y advierte a sus discípulos lo peligroso que resultaría un cambio en el país. Para eso, él puede leer las noticias internacionales, las cuales están vetadas a más del noventa por ciento de la población.

Pero su pose de manipulador mediático se exacerba cuando cambia convenientemente la realidad nacional e internacional, a través de lo que considera "migajas" de los tan socorridos despachos cablegráficos.

Al menos en las últimas "reflexiones", relacionadas casi todas con el descalabro cubano en Beijing, la estampida de la razón ha sido colosal. Primeramente, con cantos de guerra, llamó "espartanos" a los deportistas que participarían en las Olimpíadas; para más tarde defender a Ángel Valodia Matos.

Por supuesto que el taekwondista no hizo más que obedecer a Castro, quiso volver "sobre el escudo" y así ser digno de la estirpe de un dictador que no ha hecho más que propinarle patadas a todas las formas posibles de la diplomacia y la política.

Ahora ha cometido Fidel Castro su más novedoso desliz mediático, al acusar a la prensa extranjera de no reportar las incidencias del azote del huracán Gustav sobre el occidente de la Isla.

Los cables que tanto examina el Reflexionador en Jefe sí se centran en los daños provocados por el fenómeno meteorológico, como también han denunciado la ilegal detención, aislamiento y enjuiciamiento del líder de Porno para Ricardo, Gorki Águila Carrasco.

Sobre esos dos hechos hay cientos de miles de despachos cablegráficos, no así del tal actor Yamil Jaled, quien no hizo más que reunirse con su esposa y declarar algunas verdades del decadente ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión).

Pero, ¿por qué no menciona en su reflexión, ya que tantos cables lee el ex presidente Fidel Castro, la flagrante violación de los derechos humanos a que fue sometido Gorki?

¿Cómo no ha podido encontrar lo que se considera, junto al paso de Gustav, la noticia de la semana, entre los despachos fechados por las agencias internacionales?

En la lista de los medios de comunicación occidentales hay cientos de comentarios relacionados con el caso de Gorki, miles de noticias relacionadas con las protestas acontecidas en La Habana, hasta en la también aséptica Tribuna Antiimperialista, pero la prensa oficialista cubana no ha dicho ni media palabra. Fidel Castro tampoco.

Es esta la otra G de la cual el octogenario dictador no pretende hacer alusión, puesto que para él sólo existe la G de Gustav.

Su vieja habilidad de periodista amarillista no le permite estropear su realidad idílica con tan irrelevante noticia. No reflexionará sobre Gorki.

¿Por qué Fidel Castro no menciona la acusación que han hecho varios disidentes cubanos contra los adalides de la Mesa Redonda por haber violado su correspondencia privada?

¿Por qué no menciona que su discípulo, Daniel Ortega, está acusado por acosar sexualmente a su hijastra y que, siguiendo los pasos de su maestro, ahora la ha emprendido contra el poeta Ernesto Cardenal?

Son migajas de la prensa mundial que hablan de un hombre que ha encontrado el punto máximo de excitación con su mundo de fantasías, donde él tiene toda la razón y el mundo está errado (¿o herrado?).


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