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Drones, Raúl Castro, Chávez

El último salvavidas (I)

Un trabajo en dos partes sobre Cuba y los drones, aviones no tripulados

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I. Antecedentes

Los vehículos aéreos no tripulados, conocidos por sus siglas en inglés como UAVs (Unmanned Aerial Vehicles) y que son comúnmente llamados drones, llevan años cumpliendo sus misiones de reconocimiento, exploración fotográfica y electrónica así como misiones de ataque y destrucción de enemigos en el terreno.

Los drones no son notables por su armamento. No hay nada especial en los misiles que lleva, e incluso los modelos más grandes están relativamente poco armados. No son veloces ni ágiles. Lo que los hace más poderosos es su habilidad para ver y pensar. La mayoría de los grandes drones operados actualmente por los militares norteamericanos pueden despegar, aterrizar y volar por sí mismos. Los operadores pueden programar un destino o un área determinada de patrullaje y luego concentrarse en los detalles de la misión, mientras los aparatos se ocupan de todo lo demás.

Armados con sensores y sofisticada tecnología de video, los UAVs pueden ver a través de las nubes o en la oscuridad. Pueden sobrevolar un blanco durante horas o incluso días —exactamente el tipo de cosa que nos aburre a los pilotos humanos. Desde ya, lo más significativo de los drones es justamente que no tienen pilotos. En el improbable caso de que un UAV sea derribado, su operador puede levantarse de su consola y salir andando.

Cuanto más lejos, mejor. Pero hay también algunas cosas sobre los drones que podríamos no haber oído todavía. La mayoría de los estadounidenses probablemente desconocen, por ejemplo, que la Fuerza Aérea moviliza anualmente más operadores de UAV que pilotos humanos (de hecho, la Fuerza Aérea insiste en referirse a los drones como “aviones piloteados a distancia” para no dar la impresión que está cambiando el concepto de ir eliminando paulatinamente el poner seres humanos en el aire).

La industria aeroespacial estadounidense ha cesado, a todos los efectos prácticos, la investigación y el desarrollo de vehículos tripulados. Todos los proyectos sobre la mesa, ahora, giran en torno de vehículos sin pilotos. Mientras tanto, las agencias de seguridad en todo el país esperan ansiosamente el momento en el que puedan empezar a operar sus propios UAVs. La Administración Federal de Aviación está considerando normas que permita a los departamentos de policía empezar a usarlos en los próximos años (tal vez en 2014). Pronto, mucho más pronto de lo que podamos advertir, las multas de exceso de velocidad serán emitidas electrónicamente en los teléfonos celulares desde un drone sobrevolando algún área de una carretera interestatal.

En un reciente documental de la PBS titulado Remote Control War, que puede ser adquirido por Internet en cualquier distribuidora de videos como Amazon.com, se da una visión muy completa del grado de sofisticación a que se ha llegado en el campo de los UAVs.

En ese documental David Rohde, corresponsal de The New York Times cautivo de los Talibanes durante siete meses en 2009, describió en el relato de su experiencia lo que supone estar en tierra mientras los Predator y Reapers merodean en el cielo.

“Dos explosiones ensordecedoras sacudieron las paredes del campamento donde los Talibán nos tenían de rehenes”, escribió. “Mis custodios y yo nos tiramos al piso mientras los escombros volaban a través de la ventana. Un misil disparado por un drone destruyó dos automóviles a unos cientos de metros. Era el 25 de marzo y durante meses los drones habían mantenido una presencia que aterrorizaba. Piloteados a remoto, estos aviones a hélice podían ser oídos fácilmente cuando nos sobrevolaban durante horas. A simple vista, son dos pequeños puntos en el cielo. Pero sus misiles tienen un alcance de varias millas. Sabíamos que podíamos ser inmolados sin aviso previo…”.

Este particular ataque mató a siete militantes y ningún civil. La mayoría de los ataques son notablemente precisos, según cuenta Rohde.

II. Cuadro general de los DRONES (Unmanned Aerial Vehicles —UAV) en las grandes potencias y otros países que los utilizan

Según declaraciones del Teniente General Anatoly Zhikharev, jefe de la aviación estratégica de Rusia, se tiene proyectada la adquisición de drones de ataque para remplazar los obsoletos bombarderos pesados Tupolev que datan de la guerra fría.

Sin embargo, existe un problema: los nuevos drones no estarán listos para el combate hasta el 2040, según el propio general Zhikaharev le dijo a la agencia de noticias RIA Novosti. Esto significa un atraso de dos décadas con respecto a los planes de Estados Unidos de desplegar sus propios jets UAV armados.

Este atraso de dos décadas con relación a Estados Unidos significa que Rusia está imposibilitada de responder con este tipo de tecnología cualquier amenaza que no venga de sus vecinos inmediatos. Sus actuales drones poseen muy corto radio de acción y al igual que los drones bielorrusos no pueden alcanzar ni a sus vecinos más cercanos del teatro de operaciones de Europa, como Polonia.

Estas declaraciones del General Zhikharev reconociendo el atraso con relación a Estados Unidos y occidente aparecen en un momento en que crecen las presiones políticas sobre el Kremlin para adquirir y desarrollar armamentos que los equiparen con sus potenciales adversarios.

No hace mucho el presidente ruso Vladimir Putin prometió equipar la Fuerza Aérea con nuevos bombarderos pilotados, con nuevos aviones equipados con radar para alerta temprana tipo AWACS (Airborne Warning And Control System) así como diversos modelos de drones. Refiriéndose a estos últimos afirmó: “Esta es la más importante área de desarrollo en la aviación actualmente”.

Mientras la industria militar rusa se ha centrado en actualizar viejas versiones de aviones de combate de la Guerra Fría y en tratar de desarrollar su primer prototipo de stealth fighter (invisible), el T-50; las compañías aeroespaciales han encontrado muchas dificultades desarrollando sus UAVs. Los drones requieren aleaciones de metales y sistemas muy ligeros, lo que ha sido siempre el talón de Aquiles de la otrora Unión Soviética y la actual Rusia. Nosotros los cubanos tenemos vasta experiencia lidiando con aquellos mastodontes de comunicaciones desde las primeras R-820, las R-824 y todas las demás erres que le sucedieron hasta los elefantes blancos de los camiones Ural-375D aquellos vehículos gigantescos utilizados para el suministro de energía eléctrica durante el arranque de los aviones.

En el año 2007 la empresa estatal Gazprom, en cooperación con la firma aeroespacial Irkut, desarrolló dos modelos de drones medianos, equipados con cámaras, para patrullar sus miles de kilómetros de oleoductos. En medidas y autonomía de vuelo, los UAVs civiles eran más o menos los equivalentes a modelos norteamericanos y europeos, pero el Kremlin no les prestó la debida atención e importancia.

Un año después, Rusia despertó de su gran error, al enfrascarse en una guerra con Georgia, país vecino de escasos 4,5 millones de habitantes, que fue capaz de equipar sus Fuerzas Armadas con los drones de fabricación israelí Hermes, superando considerablemente la capacidad de exploración de los rusos. Después de esta lección, los propios rusos compraron a Israel algunos de estos drones, en un paquete valorado en $ 53 millones de dólares.

Recientemente en el pasado mes de junio la agencia de cables rusa Interfax Report informó que el Kremlin había aprobado 400 billones de rublos ($ 12.000 millones) para financiar el desarrollo planificado antes de 2020, y que el presidente Putin deseaba incluir sistemas automatizados para ataque, reconocimiento y otros sistemas.

Rusia se quedó atrás 20 años mientras otras naciones tomaron muy en serio los UAVs. Funcionarios del Gobierno ruso han afirmado que para el 2014 tendrán un drone similar a la clase Predators.

Estados Unidos, en contraste, lleva tiempo operando cientos de drones medianos, incluyendo los armados Predators y Reapers, para no mencionar los RQ-4 Global Hawk, con dimensiones similares a las aeronaves grandes de líneas aéreas, a un costo de $ 211 millones por unidad.

Sin embargo, donde realmente está la diferencia de 20 años delante de Rusia es en los UAVs como el Sea Ghost, destinados para librar acciones combativas incluso desde portaviones. Estos son una miniatura del bombardero stealth B-2.

El X-45 Killer drone de la Boeing y el X-47B de la Northrop se espera que estarán operacionales en el Navy para el 2018.

III. Cuba y los drones

El pasado 23 de agosto de este año 2012 la agencia oficial de noticias bielorrusa Belta informó que Cuba había comprado drones a ese país y que deseaba instalar plantas para ensamblar aeronaves no tripuladas.

Según la prensa en Belarús, Cuba está interesada en el modelo Sterkh-BM, y ya enviaron a la Isla los datos técnicos de ese “drone”.

El calendario para la ejecución del proyecto no se ha determinado, pero Yevguény Vaitsejovich, director general de la Planta de Reparación de Aeronaves de Minsk, ha informado que la planta planea iniciar la producción masiva del Sterkh-BM en el 2013.

Lo que ha llamado más la atención de esta noticia es que hasta este momento la prensa oficial cubana demonizaba hasta la saciedad el uso de aviones no tripulados en otros países.

Indudablemente, esa demonización tenía sus raíces en la crispación de la dirigencia cubana por el grado de adelanto tecnológico y sofisticación que se ha llegado a alcanzar en este nuevo tipo de vehículos cuando son utilizados militarmente.

No es de dudar que desde hace rato las direcciones de Inteligencia, tanto del MINFAR como del MININT, han seguido de cerca este desarrollo y se preparan adecuadamente para contrarrestarlo. Es presumible que desde que vieron el documental Remote Control War, donde se muestra entre las diferentes variantes de UAVs los ya famosos “Enjambres” (swarms) equipados con sofisticadas tecnologías de reconocimiento biométrico, que pueden perfectamente identificar a un individuo dentro de una muchedumbre y eliminarlo, ha hecho que la dirigencia del país le dé prioridad a los planes para contrarrestar esa real amenaza.

La efectividad de los UAVs ha sido demostrada fehacientemente. Durante el último levantamiento popular en Libia llegó un momento en que al dictador Muammar el Gaddafi se le hacía extremadamente difícil salir de sus bunkers y moverse con seguridad. Al extremo de que una noche, a los pocos minutos de llegar a la casa de uno de sus hijos, tenía ya un misil AGM-114 Hellfire lanzado desde un Predator, entrándole por la ventana del comedor.

Pensar que el régimen cubano no está al tanto de los mínimos avances de las tecnologías que los pueden afectar es una ingenuidad. Incluso en épocas anteriores han ido tan lejos como tomar medidas para contrarrestar cualquier acción que pueda surgir como resultado de copiar películas de Hollywood o seriales del tipo James Bond.

Explicaré uno solo de varias experiencias que me tocó vivir durante mis responsabilidades al frente del control del espacio aéreo de Cuba.

A finales de los años 70, como resultado de uno de los episodios de James Bond, donde delfines entrenados portaban explosivos y eran dirigidos hacia los blancos que los servicios secretos ingleses deseaban destruir, con el fin de eliminar a los malos de la película, se movilizó la dirección de tropas especiales y de seguridad personal para elaborar rápidamente un plan que recibió la etiqueta de “Plan Escudo”, con el fin de frustrar cualquier intento similar al del episodio durante las estancias de Fidel Castro en su isla particular de Cayo Piedra, al sur de Bahía de Cochinos. El Comandante era un gran aficionado a la pesca submarina, y corría el riesgo de que el día menos pensado un delfín lograra sacarlo de circulación.

Pues bien, 24 horas antes de que se efectuara el traslado del Comandante hacia Cayo Piedra del Sur, entraba en ejecución el “Plan Escudo”, donde uno de mis ayudantes, el Coronel Manuel Mesa Moreno, debía permanecer todo el tiempo en el Puesto Central de Mando, un avión AN-26 debía iniciar una línea de vigilancia permanente 20 kilómetros al sur del cayo, un buque de la marina de guerra debía establecer también otra línea de vigilancia a unos 15 kilómetros. Personal de las tropas especiales empleando varios helicópteros debían mantener constante vigilancia sobre todos los pequeños cayos próximos al lugar y una dotación de hombres ranas con redes especiales debían acompañar al Comandante durante todas sus peripecias. No importaba que tiempo el Comandante estuviera en su pesca submarina; o si le daba por recoger conchas o caracoles. Así fueran tres días, una semana o un mes, todo el andamiaje del “Plan Escudo” permanecía en vigor hasta que el Comandante estuviera de regreso en su base aérea de Playa Baracoa.

A esto se le agregó el desvío de los vuelos de aviones de pasajeros que atravesaban el espacio aéreo cubano por el corredor Varadero-Girón y que desafortunadamente se veían obligados a sobrevolar también el famoso Cayo Piedras. Esta fue la razón por lo que un tiempo después de establecido el “Plan Escudo” dicho corredor se movió en dirección de Varadero hacia Cayo Largo del Sur.

Esta sintetizada explicación es necesaria para que el lector, que desconoce la forma y métodos de actuación del Gobierno cubano, comprenda que es lo que hay en realidad detrás de este —al parecer insignificante— acuerdo de los drones con Belarús.


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