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Espaldarazo al exilio

Estados Unidos abre una vez más sus brazos al pueblo cubano, pero el régimen sigue siendo un obstáculo.

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El presidente norteamericano va en la dirección correcta. En primer lugar, hace honor a la palabra empeñada, cosa que no está muy de moda en el mundo de la política. Obama dijo en Miami que levantaría las restricciones a los viajes y a las remesas, y así lo ha hecho. Gústele o no a una parte de la comunidad cubana y al propio régimen, hay que reconocer que atrás quedaron los tiempos de la retórica incendiaria y estéril.

En segundo lugar, debemos tomar nota de que el levantamiento de las medidas va acompañado de una invitación al gobierno cubano a no ser un obstáculo entre las familias cubanas. "El Presidente está también convocando al gobierno cubano a que reduzca las tasas que impone a los envíos de dinero que se mandan a la Isla para que los familiares tengan garantizado recibir la ayuda que se les remite".

Ello aclara algunos extremos del debate que ha ocurrido en los pasados meses. Se ha dicho muchas veces que la distensión debe ser sin precondiciones, cuestión que tiene su lógica en un escenario protagonizado por dos gobiernos tan desiguales en cuanto a su calidad democrática y respeto a la libertad. Las precondiciones, o sea, las exigencias de cambios o de concesiones previas al proceso equivaldrían a vetarlo antes de nacer, por lo menos cuando las dos partes implicadas no tienen una fuerte interdependencia que les obligue a dialogar.

Pero una cosa son las precondiciones y otras las exigencias e invitaciones al cambio que deben estar presente en el proceso. No rompe puentes quien exige, sino más bien quien los construye de manera ficticia sobre la complacencia. Tampoco se trata de sentarse por sentarse, ni de abrir por abrir, y esto queda claro en el anuncio del presidente Obama. "El presidente desea ver mayor libertad para los cubanos", dijo el portavoz de la Casa Blanca.

En todo caso, el mensaje es el siguiente: Estados Unidos (que es capaz de cambiar) abre una vez más sus brazos al pueblo cubano, pero el gobierno cubano sigue siendo un obstáculo para su propio pueblo. No se equivoca quien afirma que la pelota está ahora del lado de La Habana, y diría que del latinoamericano también.

Una etapa de interrogantes

Es importante que el anuncio no haya sido en el contexto de la Cumbre de las Américas. De haberse hecho allí, hubiera sido reconocer que el levantamiento de las restricciones era un tanto político para los presidentes latinoamericanos, y en especial para Lula. Latinoamérica podrá felicitarse por la decisión, pero, evidentemente, ésta no valida en modo alguno (por lo menos íntegramente) su política plagada de exigencias solamente hacia una de las partes y complacencia para la otra.

Los temas de política interna, aun cuando tengan una dimensión bilateral o multilateral, deben ser anunciados y tratados, en primer lugar, dentro del país. Ahora, al hacerlo desde la Casa Blanca (y no en la Cumbre), y con la delicadeza de mantener previamente informados a diferentes líderes de la comunidad cubana, el presidente de Estados Unidos reconoce que no lo hace por presiones externas y que, en cambio, actúa en consecuencia con las peticiones de los sectores del exilio, que con fuerza y perseverancia abogaron durante años por la eliminación de las restricciones.

Finalmente, este anuncio positivo abre una etapa de interrogantes: ¿cuál será la respuesta del gobierno cubano? ¿Cuál la de los latinoamericanos? ¿Sabrá el exilio cubano capitalizar este espaldarazo político que le ha dado el presidente Obama?

Desde el punto de vista estratégico, el exilio no debe renunciar por lo menos a dos cosas: en primer lugar, a capitalizar políticamente cada una de las medidas positivas que tome el gobierno de Obama en relación con Cuba, porque como expresé anteriormente, excepto los radicales, el exilio ha sido el primero en reclamarlas y promoverlas.

En segundo lugar, el exilio no debe renunciar a las exigencias de libertad y democracia, por una sencilla razón, porque ha puesto casi todo su capital político en esta apuesta por el giro en la política de EE UU hacia Cuba y, por tanto, en base a los resultados concretos para el pueblo cubano se le exigirá.

Una de las primeras batallas que tiene que dar el exilio tiene que ver con la prohibición de entrada que el gobierno de la Isla tiene sobre muchos ciudadanos que hoy viven fuera de Cuba. Sería paradójico que en algún momento los norteamericanos puedan visitar Cuba, mientras no todos los cubanos puedan hacerlo.


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