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Cuba, EEUU, Exilio

La libertad de Cuba no depende de Estados Unidos

Sobrevalorar la participación estadounidense tiende a fortalecer la propaganda gubernamental cubana de desplazar el centro de la atención del conflicto

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Muchos cubanos, tras las manifestaciones multitudinarias pacíficas en alrededor de cuarenta ciudades de Cuba el pasado 11 de julio, y los brutales actos represivos que le siguieron, no se cansan de voltear sus cabezas, ya al borde de la tortícolis, hacia la Casa Blanca, esperando las reacciones del actual ejecutivo demócrata. ¿Puede la administración Biden hacer algo mucho más allá de las declaraciones públicas y las sanciones impuestas a cierto número de represores?

Todos ellos actúan y hablan como si Cuba dependiera de Estados Unidos para lograr su libertad y como si Estados Unidos tuviera la obligación de solucionar el problema cubano. Pero la verdadera libertad no es un bien que pueda exportarse de un país a otro como una mercancía, como lo demostraron las invasiones militares a Irak y Afganistán al cabo de tantos años de ocupación. Aún no acababan de retirarse los últimos soldados norteamericanos y ya las oscuras fuerzas medievales estaban de vuelta más activas que nunca, como lo fueron ISIS en Irak y los talibanes en Afganistán, porque ese preciado fruto de la libertad solo puede nacer y crecer en la conciencia colectiva de los pueblos cautivos.

Insistir en sobrevalorar la participación estadounidense en el conflicto, tiende a fortalecer la propaganda gubernamental cubana de desplazar el centro de la atención de la contradicción interna entre opresores y oprimidos, hacia las tensiones internacionales entre Washington y La Habana. Justamente algo semejante intentaron con el origen de la explosión social del 7/11, fraguada, según ellos, en el seno de la CIA y la Casa Blanca con sus tentáculos en el sur de la Florida, algo que ni ellos mismos se lo creen. Pero esa supuesta verdad de que el estallido fue obra de la mano oculta del imperialismo es tan cierta como que las explosiones populares de Chile y Colombia se debieron a la mano oculta de La Habana. Unos y otros de ambos extremos del espectro político, si en verdad creen en estas cosas, están delirando. Las explosiones sociales no pueden planificarse. Surgen de la impaciencia y desesperación de los pueblos, con el ingrediente actual de la telecomunicación de los teléfonos móviles. Por eso la primera reacción del gobierno cubano fue suspender el internet antes de lanzar todas las bestiales hordas a las calles y penetrar incluso en los hogares para sacar a rastras a los supuestos manifestantes.

Pero en el caso cubano hay un nuevo ingrediente quizás diferente: el fruto de una conciencia de paz, derechos y libertades, cultivada pacientemente por una larga lucha cívica y pacífica de pequeños grupos de mujeres y hombres bajo el acoso constante, dispuestos a ir a prisión, porque, como dijera alguien, en un país donde reine la injusticia, el lugar de los hombres justos es la cárcel. Se demostró claramente cuando marchaban pacíficamente por las calles gritando consignas, sin romper una vidriera, sin golpear a nadie, y sólo cuando comenzó la represión brutal, hubo unos pocos actos aislados contra los autos patrulleros, sobre todo de lanzamientos de piedras que ya la propaganda gubernamental convirtió en cocteles molotov.

Se le ha pedido a Biden nada menos que una intervención militar, y que procure al pueblo cubano el acceso al internet, y como no han conseguido que el presidente los satisfaga, alegan que con Trump las cosas hubieran sido diferentes. Pero se han olvidado de que la Guerra Fría ya se acabó hace treinta años, algo que hasta el propio senador demócrata Menéndez, que siempre ha apoyado enérgicas medidas económicas contra el régimen cubano, ha dicho que no deben esperar una medida semejante, y las personas más conocedoras de estos avances de la telecomunicación, han explicado por qué no existen condiciones tecnológicas para que los cubanos puedan contar, en lo inmediato, con un internet independiente, de modo que ni con Trump en la Casa Blanca hubieran logrado esos objetivos. Se olvidan de que el propio régimen cubano, al cortar el internet, se priva a sí mismo de usarlo, por lo que no puede suspenderlo indefinidamente, así que los cubanos sabrán utilizarlo como mismo los mambises luchaban muchas veces con las armas arrebatadas a los enemigos coloniales.

Hasta hace poco se decía que los cubanos tenían las manos atadas para poder liberarse por sí solos del yugo que los oprimía. Pues con esas ataduras estremecieron el poder saliendo a las calles por miles. Muchos que hasta ese día apoyaban al régimen, acabaron de convencerse de que éste no representa la voluntad de la gran mayoría del pueblo. Y la bestial represión, causada como reacción de pavor de los de arriba, convenció a otros de que esa dirigencia actuaba como las dictaduras más abominables que antes había criticado.

De modo que comenzaron las protestas en diferentes sectores de la sociedad civil. Los masones cubanos condenaron la actuación de Díaz-Canel “por convocar, incitar y ordenar un enfrentamiento con violencia hacia el pueblo cubano”; la Conferencia de Obispos Católicos defendió el derecho del pueblo “a manifestar sus necesidades, anhelos y esperanzas”; los estudiantes de la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisuales de la Universidad de las Artes (ISA), declararon contra la discriminación hacia los que piensan diferente, y defendieron el derecho de los manifestantes a reunirse y expresarse; 300 profesores y estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños se declararon a favor del derecho a la opinión y la protesta y pedían la liberación de algunos de sus compañeros detenidos; y los estudiantes de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana se negaron a participar en un acto de reafirmación de lealtad progubernamental e hicieron un llamado al entendimiento pacífico y al respeto de las libertades fundamentales, pues “todos somos hermanos de la misma tierra”.

¿Y los militares? Amerita exigir al gobierno cubano que responda claramente en cuáles circunstancias murieron ocho altos oficiales de las Fuerzas Armadas en los días que siguieron a la bestial represión contras los manifestantes. ¿De qué murieron y por qué sus cuerpos fueron incinerados de inmediato sin realizarse las debidas honras fúnebres?

La sociedad civil no sólo está despertando, sino que está perdiendo el miedo. Y aunque ahora se haya creado un compás de espera por los efectos de la represión y los arrestos, si mañana el pueblo volviera a las calles, ya no serían miles sino cientos de miles.

No. Cuba no necesita de Estados Unidos para ser libre. Puede agradecerse la solidaridad de aquellos pueblos que ya han ido rasgando el velo de la mentira en relación con la realidad cubana y de los organismos internacionales, como las declaraciones de Michel Bachelet por Naciones Unidas, de Luis Almagro por la OEA y del propio presidente Biden, por defender el derecho de los cubanos a manifestarse pacíficamente, pero la libertad sólo podrá ser legítima e irreversible, si es obra de los propios cubanos.


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