Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La nación del 'Patria o Muerte'

Espontáneo sentimiento en 1898 e institución en la República, el patriotismo es hoy ideología de Estado.

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Desde la oposición a Gerardo Machado hasta el movimiento 26 de Julio, los sucesivos intentos de acabar con semejante decadencia estuvieron presididos por el ideal patriótico de crear por fin la República "con todos y para el bien de todos" de la que hablara el Apóstol. Ese propósito animó tanto la frustrada revolución del treinta como el posterior triunfo electoral de Ramón Grau San Martín en 1944, que no pocos percibieron como una deseada resurrección patriótica.

En De Peña Pobre, Vitier testimonia muy bien la ilusión de aquella "jornada gloriosa" que se convertiría rápidamente en una nueva decepción, a la que se sumó el caso Chibás, cuya patética muerte fue el "funeral de las ilusiones del 30, funeral de la República, funeral ¿de toda esperanza cívica?".

'Hacer patria' y 'hacer revolución'

Y llegó la Revolución. A la tercera, ¿no iba la vencida? Para Kuntius, álter ego de Vitier, las lecciones de aquellos días de enero "eran, a la vez, de un modo inextricable, patrióticas y religiosas. Le parecía asistir, por fin, al cumplimiento de las profecías poéticas y heroicas de la patria, tantas veces frustradas". En su poema "El rostro", fechado el día en que el Ejército Rebelde hizo su entrada triunfal en La Habana, Vitier dejó testimonio del triunfo revolucionario como una aletheia.

"Te he buscado sin tregua, toda mi vida te he buscado, y cada vez te me enmascarabas más y dejabas que pusieran en tu sitio un mascarón grotesco, imagen del deshonor y del vacío. // Y te volvías un enigma de locura, un jeroglífico banal, y ya no sabíamos quienes éramos, dónde estábamos, cuál era el sabor de los alimentos del cuerpo y del espíritu. ¡Pero hoy, al fin, te he visto, rostro de mi patria! Y ha sido tan sencillo como abrir los ojos".

Otro elocuente poema de esa época, "La fiesta", fechado el 26 de julio de 1959, terminaba: "En vano intentará la oscura historia / robarnos el fervor de esta jornada: / en roca de salud hubimos gloria, // supimos que la luz vence a la muerte, / y vimos cómo al fondo de la nada / te alzaste, patria de oro, mujer fuerte".

Y Vitier, después del alejamiento de mediados de los sesenta y a pesar de la marginación de los setenta, se ha mantenido hasta hoy fervoroso en su celebración de la Revolución como una epifanía patriótica. ¿Le han dado gato por liebre, o él ha querido tercamente ver liebre donde hay gato? El hecho es que la Revolución no significó el fin de la hipocresía y la comedia de la República sino una comedia de nuevo tipo, más grande y siniestra, mucho más cínica y oscura.

Si la política en la República era Grau, "el simulador" que defraudó a Cintio y al grupo de jóvenes de la tertulia de Galiano que creyeron que con la "jornada gloriosa" del primero de julio de 1944 había llegado la "esperanza de volver a ser dignos de los libertadores y los mártires", si era el "hacer patria" y "hacer revolución" de Máximo Palma, revolucionario antimachadista convertido en gánster en la época de los "auténticos", la política en el nuevo régimen se le aparece a Vitier como la verdadera, la auténtica. Cuando es un hecho que la destrucción de la política —esto es, del espacio democrático y de la sociedad civil— en nombre del pueblo y de la patria ha sido la jugada maestra de aquel que, surgiendo de la tradición de los políticos republicanos y superándolos "dialécticamente", no hizo otra cosa que "hacer patria" y "hacer revolución".