Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Represión, Mariela Castro, LGBT

La que lo hereda no lo hurta

Los responsables del disparate cubano hablan como si fueran otros, otro Gobierno, los culpables, y ellos llegan ahora para “salvar” al pueblo de la hecatombe que le viene encima

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El trabajo que ha venido realizando Mariela Castro desde su posición de directora del CENESEX ha sido fundamental, ha ayudado a derrumbar muchos prejuicios y, una de las cosas más importantes, está educando a una población mayoritariamente homofóbica con una fuerte tendencia a la discriminación, ya sea sexual, racial o de género. Por primera vez se trata ese tema en la televisión, con valentía, se han realizado telenovelas donde se presentan parejas homosexuales, de uno y otro sexo y, aunque a muchos les molesta el tema, sin dudas va ayudando a formar una opinión distinta en la sociedad. Las palabras transexuales, travestis, etc., ya no son “malas palabras” y se está considerando una serie de leyes que están al mismo nivel de muchas sociedades actuales. Las nuevas generaciones crecen desprejuiciadas y el hecho de que algún amigo/a sea homosexual no resulta ni siquiera tema de conversación entre ellos.

Todo eso es cierto, pero también es verdad que los homosexuales han resistido, contra viento y marea, y han ido encontrando formas, muchas veces clandestinas, de realizar su vidas. En nuestro país la homofobia tuvo características peculiares: los homosexuales fueron discriminados oficialmente, o sea, fue una política implementada por el Gobierno cuyas consecuencias conocemos todos. El daño que le hicieron a varias generaciones de cubanos fue inmenso y todos los que vivimos ese “quinquenio gris”, multiplicado por diez, tenemos cicatrices que nos han acompañado y acompañarán toda la vida. Pero no es solo “gracias” a Mariela que las cosas están cambiando en Cuba con relación a la homofobia. Los movimientos internacionales por los derechos de los LGBT se han “globalizado” y esa marea también ha llegado a nuestro país. La resistencia pasiva y no tan pasiva de los LGBT en Cuba también fue ganando sus espacios, nadie se los regaló.

Pero si bien desde el punto de vista científico, los criterios y posiciones de Mariela Castro son acertados y responsables, sus opiniones políticas son, sencillamente, lamentables. Mucho se ha escrito en estos días sobre las declaraciones hechas durante su gira a los Estados Unidos. Al excelente artículo publicado en Cubaencuentro, de Eugenio Yáñez, La “disidencia” diversionista de Mariela Castro, no hay nada que agregarle.

Solo quisiera recordar un par de cosas. En una gira, de las tantas que ha dado por Europa, hace más de un año —no recuerdo la fecha—, cuando un periodista quiso saber sobre por qué en Cuba no existía la libertad de expresión, la señora Castro le respondió que a ella le daba risa cuando le preguntaban eso porque, dijo, “¡quién calla a los cubanos!”. Entonces, para Mariela Castro, el ejercicio de la libre expresión se reduce a lo que los cubanos criticamos en una cola interminable para coger una guagua, o cuando suben los precios descaradamente en las tiendas de divisas cuyos productos se venden hasta tres y cuatro veces por encima de su precio de compra; o cuando los viejitos jubilados se quejan de que su pensión, cuyo promedio anda por los 250 pesos cubanos (unos diez dólares), no les alcanza ni para empezar. O sea, es una libertad de expresión restringida, digamos que “racionada”. Usted puede tener, por ejemplo, un kilogramo de libertad de expresión por núcleo familiar. O tres gramos de libertad de expresión por persona. Nada de una prensa independiente o multipartidismo, donde se puedan expresar criterios diferentes a los oficiales. Los que se atreven a hacerlo son mercenarios y traidores. Y sanseacabó. Los únicos verdaderamente libres y “disidentes”, son ellos, según sus propias palabras. Pero los que implementaron esa política cruel y represiva, los responsables del disparate y la crisis económica que vive nuestro país hace más de medio siglo, están ahí, muy cómodos en oficinas con aire acondicionado, diciendo que ahora sí tenemos que cambiar. Y esto lo vienen repitiendo como papagayos desde la mismísima década del sesenta. Hablan como si los responsables de semejante debacle fueran otros, otro Gobierno, y ellos llegan ahora para “salvar” al pueblo de la hecatombe que le viene encima. Prometen reformas económicas, también racionadas, pero no hacen lo que, si sintieran un poco de respeto por su pueblo, tendrían que hacer: entregar el poder. Los cambios tienen que ser políticos porque mientras todo sea propiedad del Estado, mientras sigan jugando a los empresarios con “clientes” que son ellos mismos, mientras exista un solo Partido, aquí no va a pasar nada.

Ahora, en su gira por Estados Unidos (de la cual en Cuba no se ha dicho ni media palabra), Mariela Castro acaba de afirmar que “sería un ejercicio de hipocresía” que el Gobierno se disculpara oficialmente por la persecución durante décadas a los homosexuales. Me temo que aquí la traicionó el idioma porque, según el DRAE, hipocresía: es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Entonces, ¿por qué sería una hipocresía del Gobierno cubano reconocer que la persecusión a los homosexuales fue un error?, ¿es que si reconocieran el error y se excusaran estarían “fingiendo sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen”?, ¿cuáles serían esos sentimientos reales? Siguen siendo el desprecio profundo contra los homosexuales que siempre manifestó su tío. Hace unos años, se excusó diciendo que él se hacía responsable, que lo que pasó fue que estábamos en la Crisis de Octubre, que el país estaba amenazado, que la contrarrevolución interna y externa, etc., etc. ¿Qué tenía que ver la Crisis de Octubre con los homosexuales? Y entonces, en la década de los setenta, ochenta, noventa, ¿en cuál crisis estábamos?

Jamás han aceptado su responsabilidad, jamás han reconocido que fue una injusticia. Y si no lo reconocen, no tenemos por qué creerles ahora. Lo único que han hecho es inventar causas y tergiversar la realidad, como si el sol se pudiera tapar con un dedo. Quizás sería menos hipócrita que Mariela Castro repitiera los argumentos de su tío y de su papá, al menos sería más consecuente con su discurso político. Sería bueno que repasara un poco la historia, que releyera parte de la entrevista interminable que le hizo Ramonet a Fidel Castro hace ya siete años. Mejor que siga hablando de sexología y les deje la política a otros.

Para concluir, creo que no estaría de más recordar fragmentos de esa entrevista. No sé cómo catalogará Mariela a su tío. Lo que sí está claro es que la facilidad de escabullirse ante preguntas incómodas de responder, o a la hora de reconocer los errores, Mariela es un verdadero ejemplo de aplicación, realmente, una “abelardita”. “Lo que se hereda no se hurta” es, sin dudas, un refrán muy sabio.

Cien horas con Fidel: Conversaciones con Ignacio Ramonet[1]
Capítulo 10: Revolución: primeros pasos, primeros problemas(Fragmentos: páginas 253, 254, 255).
Ramonet: Uno de los reproches que se le hizo a la Revolución, en los primeros años, es que se dice que hubo un comportamiento agresivo, un comportamiento represivo contra los homosexuales, que hubo campos de internamiento donde los homosexuales eran encerrados o reprimidos. ¿Qué me puede decir usted de eso?
Fidel Castro: En dos palabras, usted está hablando de una supuesta persecución a los homosexuales. Yo le debo explicar de dónde nace eso, por qué nace esa crítica. Le puedo garantizar que no hubo nunca persecución contra los homosexuales, ni campos de internamiento para los homosexuales.
R: Pero hay bastantes testimonios sobre eso.
FC: ¿Qué tipo de problemas se produjo? Nosotros, por aquellos primeros años, nos vimos envueltos en una movilización casi total del país, ante los riesgos de agresión inminente por parte de los Estados Unidos (…). Se creó el servicio militar obligatorio. Nos encontramos con tres problemas: la necesidad de un nivel escolar para prestar servicio en las Fuerza Armadas (…). Había a su vez algunos grupos religiosos que, por principio o por doctrina, no aceptan la bandera o no aceptan las armas (…). Por último estaba la situación de los homosexuales, que no eran llamados al servicio militar. Usted se encuentra con problemas de resistencia fuerte contra los homosexuales, y al triunfo de la Revolución, en esa etapa de que estamos hablando, el elemento machista estaba muy presente en nuestra sociedad y prevalecían aún ideas contrarias a la presencia de los homosexuales en las unidades militares.
Estos tres factores determinaron que no se les llamara a las unidades militares; pero adicionalmente aquello se convertía en una especie de factor de irritación, ya que eran excluidos de tan duro sacrificio y algunos usaban el argumento para criticar aún más a los homosexuales.
Con aquellas tres categorías de los que por una razón o por otra estaban excluidos, se crearon las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde participaban personas de las categorías mencionadas. Eso fue lo que ocurrió.
R: ¿No eran campos de internamiento?
FC: Esas unidades se crearon en todo el país y realizaban actividades de trabajo, principalmente de ayuda a la agricultura.
Es decir, no afectaba sólo a la categoría de homosexuales, aunque sí ciertamente a una parte de ellos, a los que eran llamados al servicio militar obligatorio, una obligación en la que estaba participando todo el mundo.
De ahí nace el problema, y es cierto que no eran unidades de internamiento, ni eran unidades de castigo; al contrario, se trataba de levantar la moral de los que ingresaban en esas unidades, presentarles una posibilidad de trabajar, de ayudar al país en aquellas circunstancias difíciles.



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