Actualizado: 27/03/2024 22:30
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La ronda del (des)consuelo

El avatar de la tragedia de niños balseros autoriza a ponderar qué debió hacerse en el sonado caso de Elián González.

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La conducta del niño Elián González en el programa de televisión 60 minutos (CBS) se esgrime ahora como reivindicación de quienes se opusieron —con diversos grados de vehemencia— a que el balserito prodigio fuera devuelto a Cuba. Era sabido que allí sería sometido a riguroso lavado de cerebro y CBS confirmó que Elián se asemeja a un loro amaestrado. Así y todo, la clave del asunto nunca radicó en el destino del niño.

No puede soslayarse la falsa apariencia del cartesianismo posmoderno: salgo por la televisión (o la radio, o el periódico), luego existo. Nunca se sabrá cuántas otras tragedias humanas se agolpan tras las oscuras estadísticas del Servicio de Guardacostas (Estados Unidos) al cierre (septiembre 30) del año fiscal 2005: 9.289 inmigrantes apresados en alta mar, entre ellos 3.612 dominicanos, 2.712 cubanos y 1.850 haitianos.

Sólo 1993 (2.882) y 1994 (38.560) cerraron con cifras superiores de cubanos interceptados en el Estrecho de la Florida, pero habría que contar este año con otros 1.800 que lograron tocar tierra estadounidense. El verano descolló no sólo por que 1.335 (casi la mitad del total del año) fracasaron en el intento, sino también por una de las mayores desgracias en la historia del balserismo cubano: desaparecieron 31 personas que habían salido de Matanzas (agosto 16) en una lancha de 28 pies de eslora.

Menos impacto noticioso tuvo el naufragio fatal de 56 dominicanos en el Canal de La Mona, luego de haber salido de Espaillat (octubre 10) hacia Puerto Rico. Este sesgo dista de ser sorprendente, porque las investigaciones sobre comunicación masiva arrojan que los medios tratan selectivamente las pérdidas de vidas. Según el italiano Mauro Wolf (1947-1996), el deceso accidental de un solo minero francés, por ejemplo, equivale noticiosamente a la muerte de casi 300 paquistaníes.

La crónica más sentida del 2005 trajo su causa del fallecimiento de Juli Villasuso, quien a los 6 años pereció ahogado tras volcarse una lancha que perseguían guardacostas americanos. Ahora reposa en el cementerio Woodlawn Park South (suroeste de Miami) y sus padres nunca podrán ser felices, a pesar de haber sido admitidos por excepción en Estados Unidos. Este avatar de la tragedia de niños balseros autoriza a ponderar qué debió hacerse en el sonado caso de Elián González.


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