La ruta hacia el olvido de un “soldado” de la guerra fría
Para los anticastristas de más avanzada edad, las actividades del ex agente de la CIA son vistas como parte de una cruzada contra el comunismo, donde todo se justifica y todo se perdona
El anticastrista Luis Posada Carriles está sometido a juicio en la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas. Un juicio esperado tanto por seguidores como por detractores. Para los primeros es un “combatiente por la libertad” y para los segundos, “un terrorista miserable”.
Sobre el tapete se encuentra una serie de acusaciones manejadas de acuerdo a la ideología política de cada cual. Las acusaciones de terrorismo son sustentadas en un brutal atentado realizado en la isla caribeña de Barbados en 1976. Un DC-8 de Cubana de Aviación explotó en pleno vuelo, fulminando a las 73 personas que se encontraban a bordo. Una escena clara de la guerra sucia anticastrista.
Cuando vivían en Caracas, Posada Carriles y su amigo Orlando Bosch fueron acusados, por el Gobierno del entonces presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, de organizar el atentado. Ambos fueron juzgados pero absueltos por un tribunal militar. La decisión del tribunal fue anulada pero, en el ínterin, los dos escaparon de la cárcel. Posada huyó a Centroamérica y Bosch a Estados Unidos, donde fue condenado y, posteriormente recibió un perdón presidencial por parte de George H. W. Bush.
Para los anticastristas, la mayoría exiliados en Miami, Posada es una especie de “héroe del mundo libre”, cuyas actividades al servicio de la Agencia Central de Inteligencia en las últimas décadas del siglo pasado, son vistas como una cruzada contra el comunismo donde todo se justifica y todo está perdonado.
Curiosamente o no, Posada no está siendo juzgado por actividades violentas que él admitió haber realizado, como los atentados contra instalaciones turísticas en La Habana en 1997, sino por haber mentido a las autoridades de inmigración sobre su ingreso clandestino a Estados Unidos en 2005. Su enjuiciamiento se ha transformado en uno de los mayores rifirrafes diplomáticos y propagandísticos de los Gobiernos cubano y venezolano.
Desconocido por los jóvenes
Pero en Miami, ¿cuán conocido es Posada Carriles? No es difícil constatar que ya no es tan conocido como antes. La respuesta parece depender de la edad.
Durante dos horas el miércoles, ELMUNDO.es estuvo en la Universidad Internacional de Florida y conversó con decenas de jóvenes estudiantes, muchos de ellos de origen cubano. Solo 3 de los 27 admitieron saber quién es el activista anticastrista cubano y, apenas, porque han escuchado hablar de él en su casa.
“Eso es cuestión de mis abuelos. Ellos han hablado de él. Dicen que es un héroe de la libertad de Cuba. Pero yo no lo conozco, ni me interesa. ¿Quién se interesa por eso?”, dijo John Santos Morales, un joven estudiante de ingeniería.
Su respuesta es semejante a la de Gladys Ferrer. “Mi padre es un fervoroso admirador de él, pero yo no sé quién es. Dicen que ha puesto bombas como Bin Laden, pero no sé que más hizo. No me interesa”, contestó Ferrer.
Ningún otro estudiante supo explicar quién es el cubano Luis Clemente Posada Carriles, de 82 años.
En el “Pentagonito”
Lo totalmente opuesto sucede en el restaurante Versailles, una especie de “Pentagonito” de la maestranza radical exiliada, escenario de los preparativos de mil batallas para derrocar a Fidel Castro que, 50 años después, todavía sigue sin bajarse del caballo.
“(Posada) es un héroe, señor. Y si escribe lo contrario, usted es un comunista”, aseguró al reportero Luisa María Desnoes, una “joven” de 70 años, que se considera anticomunista “de primera hora”, porque dejó la Isla tan pronto Castro llegó al poder, y eso que todavía no había nacionalizado ni un cuchillo de plata.
Desnoes tiene a Posada Carriles en un altar. “Es nuestro héroe. Lo vemos aquí a menudo. Los castristas infiltrados en Miami le tienen mucho odio porque él es un verdadero combatiente por la libertad”, dice.
Lo único que no entiende es por qué las autoridades estadounidenses lo están juzgando. “Él ha defendido y servido a este país. No lo pueden juzgar, eso es muy malo, los americanos son muy desagradecidos con nosotros los cubanos, con lo que hemos hecho por ellos”, agregó.
Jorge Viera López, de 76 años y ascendencia asturiana, como le gusta recordar, es otro que también tiene a Posada Carriles en un altar y cree saber porqué lo juzgan en El Paso. “Este país ha sido entregado a los judíos y los masones y todos ellos son amigos de Fidel Castro. Por eso él está ahí, sin que lo puedan tumbar”, subraya.
Además, “el presidente Barack Hussein Obama es el culpable de que Posada este siendo juzgado”, afianza López, obviando el detalle de que el anticastrista comenzó a ser procesado durante la Administración de George W. Bush.
Un profesor universitario de 52 años, que acudió el miércoles a la ventanilla del Versailles a tomar un café, no quiso identificarse pero no ocultó lo que piensa de Posada Carriles.
“Es una reliquia de la guerra fría, que todos estos viejos añoran. Él los mantiene vivos, es lo único que tienen para agarrarse a la vida. La mayoría de las cosas que le atribuyen a Posada, ni el mismo Posada se ha enterado que las hizo. Y cuando él viene aquí no los desmiente. Pero no pongas mi nombre para seguir viniendo aquí a tomar un café. Te lo recomiendo”, agregó el profesor universitario.
Sin la alfombra roja
De todos modos, Posada Carriles nunca tuvo un tratamiento totalmente de alfombra roja en Miami desde que volvió clandestinamente a la ciudad procedente de Centroamérica en 1995. Si bien la clase política local ha hecho lo posible para aparecer a su lado, los congresistas federales de origen cubano siempre tuvieron la sabiduría de evitarlo. No hay una sola foto de ellos con Posada. Saben que es una “papa caliente”, una “mancha” en el expediente frente a sus colegas en Washington.
Pero hay una excepción. Antes de partir hacia El Paso, Posada fue homenajeado en el Versailles por sus devotos. Uno de ellos fue David Rivera, un congresista republicano recientemente electo, que está siendo investigado por ingresos ocultos no reportados, que a falta de experiencia política se apareció en el homenaje y casi besó a Posada.
No está claro si lo hizo por devoción o por inconsciencia. Pero ha sido el primer congresista federal que se deja ver al lado de un hombre acusado de ser un ilegal viviendo en Estados Unidos. Y además reclamado internacionalmente por actividades terroristas.
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