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Exilio

Lissette Bustamante, una cubana a la que se le impide viajar a su patria para ver a su madre enferma

A la periodista Lissette Bustamante el Gobierno cubano le impidió viajar a La Habana, afirma el autor de este artículo

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Una noche, hace ya más de dos años, en que yo chateaba en Facebook, conocí “virtualmente” a Lissette Bustamante y me contó todo lo que estaba sufriendo en Miami debido a la incomprensión de algunos de sus compatriotas exiliados con cierto poder mediático, que no le perdonan haber sido “la periodista de los hermanos Castro” y sus posiciones críticas con respecto a algunos aspectos de la vida en Miami. Como yo rechazo cualquier tipo de marginación por pensar diferente, la quise conocer enseguida personalmente, y una vez insitu, le ofrecí mi amistad y mi humilde apoyo.

Luego, cuando en la primavera de 2010 leí y reseñé su libro Raúl Castro a la sombra de Fidel, no imaginé que sus fundamentadas apreciaciones sobre las diferencias de Raúl con Fidel fueran corroboradas apenas cuatro meses después por el propio Raúl Castro.

Los hechos finalmente le dieron la razón a Lissette —cuando insistía en el pragmatismo del hermano menor— pues efectivamente Raúl aceptó soltar paulatinamente a los 52 presos de conciencia remanentes de la Primavera Negra del 2003, y emprendió algunas reformas económicas largamente esperadas.

Se necesita coraje y ovarios para que una mujer sola, incomprendida y batuqueada por ambos bandos, se haya decidido a escribir ese libro, donde “rompe el fuego” nada menos que con una carta a Raúl, donde va mucho más allá de interceder por sí misma para poder ejercer ese derecho humano inalienable que es entrar y salir libremente de su país, y le brinda a los lectores sus reflexiones de primera mano sobre el actual Presidente de Cuba, como cuando, en el capítulo 19: “Y después de Fidel, ¿qué?”, Lissette se muestra bastante indulgente con su antiguo segundo jefe, y sobre el país que ha heredado, con comentarios como estos:

— “Con mayor o menor entusiasmo, todo indica que la inmensa mayoría de los cubanos reconocen los beneficios que la Revolución trajo a sus vidas, más allá de las críticas”.

— “…el sistema de salud cubano puede brindar mejores lecciones al estadounidense”.

— “Raúl, en medio de la grave y desesperante crisis de 1994, rompió públicamente con Fidel y abogó por la liberalización de los mercados agrícolas”.

— “En cualquier otro país del mundo, si Raúl no hubiera vivido bajo la sombra de su hermano mayor, se reconocería que es una figura de grandes logros profesionales…”.

También, sobre la “reconciliación” de los cubanos de un lado y de otro, Lissette recomienda en su libro “que hay que conversar, ya se está conversando”, lo cual consideré un intenso deseo sublimado de la autora, que los posteriores acontecimientos le fueron cumpliendo, pues se liberaron los presos de conciencia, y luego vinieron los cambios económicos, que aunque no han resuelto el problema por completo, al menos “le han dado agua al dominó”.

Finalmente, después de 18 años sin poder hacerlo, las autoridades cubanas le permitieron ir a Cuba, adonde ha viajado cuatro veces después de la publicación del libro. Sin embargo, ahora, inexplicablemente, el pasado domingo 15 de abril, cuando iba a abordar el avión en Miami para viajar a La Habana para ver a su madre enferma —quien sufrió una isquemia severa el día 12 y está ingresada en el Hospital Joaquín Albarrán— se le impidió tomar el vuelo por instrucciones del Gobierno de La Habana, que envió un email a la aerolínea la noche del sábado 14 de abril con dicha prohibición.

Para mayor perplejidad, esto ocurre en momentos en que Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea del Poder Popular, acaba de hacer declaraciones anunciando “una reforma migratoria radical y profunda”, que a mi juicio debe tener, entre sus acápites fundamentales, “la restitución a todos los cubanos emigrados de sus plenos derechos ciudadanos, que implican de manera preferente el derecho a visitar el país de nacimiento, residir y trabajar en él, participar en las actividades públicas y consumir mercancías y servicios, en el marco de la legalidad existente. Esto implicaría inevitablemente la no objeción a otra ciudadanía, que, no obstante, no tendrá validez dentro del territorio nacional”, tal y como lo plantea Haroldo Dilla Alfonso en su artículo “La reforma migratoria y el buen corazón de Ricardo Alarcón”, publicado en Cubaencuentro el 16 de abril del 2012.

Lissette Bustamante está desesperada, confundida, y no le faltan motivos, pues, además de su urgencia por ver a su madre tan delicada de salud, esta prohibición enfría las esperanzas de cambios de Lissette —y de la gran mayoría de los cubanos que viven en el exterior— en la política migratoria cubana, cambios que parecían estarse dando y profundizando, pero que esta absurda medida de que ha sido objeto la periodista niegan, por lo que el objetivo de este artículo es apelar a los sentimientos humanitarios del presidente Raúl Castro y de los funcionarios que han tenido que ver con esta inhumana negativa, que ojalá haya sido un error burocrático y no un acto premeditado y vengativo.

Para finalizar, reproduzco a continuación el mensaje que le envié vía Facebook al presidente Raúl Castro:

Señor presidente Raúl Castro:
Por favor, intercedo ante usted a favor de Lissette Bustamante, cubana residente en Miami, para que le permitan entrar a Cuba a ver a su madre grave, con una isquemia severa y gran peligro de muerte. Sé que usted es un buen hombre de familia, y apelo a sus sentimientos como padre y abuelo para que se apiade de estas dos pobres mujeres y permita que se vean, como madre e hija que son, ya que Inmigración de La Habana no le permite entrar en Cuba, y usted tiene el poder para revocar esa prohibición.
Le saluda, con respeto y esperanza,
Baltasar Martín
Cubano residente en Miami
19 de abril de 2012


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