Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Los mismos errores

En la Isla, la opción democristiana no ha tomado fuerza como motor de transición hacia la democracia.

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En el ámbito de la sociedad civil, pero teniendo que ver con la política (cosa muy normal en Cuba), hay un grupo de laicos católicos de Pinar del Río que impulsan el proyecto Convivencia. Ellos también asumen su compromiso social como cristianos, aunque con obras no confesionales.

Pero más allá de estos dos proyectos y de que parte de los opositores de diferentes tendencias se consideren cercanos al catolicismo, la participación del laicado católico en la sociedad es casi nula. Oswaldo Payá, Dagoberto Valdés y otros pocos, son grandes excepciones en una Iglesia que tanto habla de la importancia del compromiso de los laicos en las realidades terrenales.

Si hablamos de las causas de que no haya un gran movimiento o partido de inspiración cristiana, diría que hay cuatro principales, además del miedo y la represión que todos sabemos.

Ha influido el clima de desencanto y hastío hacia la política existente en las comunidades cristianas. De hecho, es notable el progreso del "fundamentalismo bíblico" alienante en determinados círculos protestantes.

En el caso de las comunidades católicas, si consultamos el capítulo dedicado al análisis de la realidad en el Plan Global de Pastoral (2006-2010), aparece lo siguiente: "Nuestro laicado está comprometido sobre todo en tareas hacia el interior de la misma Iglesia, estas actividades están relacionadas con la catequesis, la formación religiosa, la promoción humana y la animación de la vida de oración. Los laicos no valoran suficientemente el hacer presencia de levadura en la sociedad, en el mundo del trabajo de la política, de la cultura, de los medios de comunicación". Este capitulo del Plan se basó en el Estudio socio-religioso de la Iglesia Católica Cubana, realizado por el sacerdote jesuita Jorge Cela.

Por otro lado, la opción de muchos por marcharse de Cuba es otra causa. Las comunidades católicas han sido de las más golpeadas por el drama del éxodo. Gran parte de esta "reserva moral", que es el laicado católico cubano, está en Estados Unidos.

Otra causa es que entre los pocos católicos comprometidos en la política hay cierta reticencia a términos como "democracia cristiana", por su aparente confesionalidad. Para encontrar una percepción más laica y ecuménica, en algunos países las fuerzas de esa inspiración han cambiado de nombre. Sin embargo, poco ha influido la decisión en una mejora de los resultados electorales, que en la mayoría de los casos no ha ocurrido. Sin embargo, hay partidos que mantienen en sus nombres el apelativo de cristiano y son los más votados en sus respectivos países. Hay lugares y contextos en los que la gente busca signos que les distinga del resto o que les reafirme en su identidad.

En todo caso, lo más importante es saber representar los intereses de su electorado en consonancia con las reglas democráticas y tener buenos programas de gobierno que hagan confluir los intereses electorales y los generales. Con respecto a la reticencia cubana, se trata de un complejo laicista y a la vez clerical heredado de los tiempos republicanos, y que ha calado dentro de la propia Iglesia; además de tratarse de elucubraciones teóricas que no se corresponden con el momento que vive el país.

Otro factor es la actitud de la propia Iglesia. A veces pareciera que el diálogo, el debate y la participación laical en la política no se potencian, no se apoyan y no se desean, entre otras razones por los problemas que generan entre la Iglesia y el Estado. Cosa que contrasta con el activismo político de quienes, de acuerdo con la norma, no están habilitados para ello. Papeles invertidos, pero nada nuevo en la historia de Cuba, llena de meteduras de pata de quienes han querido jugar a la alta política sin estar a su altura o a su bajura.

En ese contexto, además de todos los temores inherentes a quienes se lanzan a la política en Cuba, muchos laicos temen "verse fuera" de la Iglesia. La soledad moral de algunos laicos comprometidos es un escándalo silencioso en Cuba.

Desde el punto de vista político, la jerarquía cubana es tolerante con el pensar de los laicos. En general, el problema de la Iglesia cubana es que la relación entre el clero y el laicado es demasiado paternalista, hasta el punto de no aceptar la independencia de acción de los laicos en la sociedad. No es intolerancia con el pensar, sino con el actuar. La actividad (política) al margen, no se perdona o se hace a regañadientes, aunque seas el mayor defensor de los dogmas de la institución. Después se impone un equivocado sentido de la misión pastoral para prohibir cualquier contacto entre el "apestado" y las comunidades cristianas.

Los laicos católicos con inquietudes políticas no deberían ser percibidos o considerados como cristianos fuera de la comunión de la Iglesia; por cierto, Iglesia por la que muchos laicos se han sacrificado en los tiempos más duros y lo volverían a hacer. Es que de hecho no están ni se sienten fuera de la comunión cristiana quienes han apoyado o alabado a personajes y proyectos impresentables y contradictorios con el espíritu de los evangelios.

La Iglesia cubana, como ninguna otra institución, ha formado a sus integrantes en un abanico de valores y principios que la sociedad reclama, en especial la realidad política nacional. La Iglesia Católica no tiene que organizar partidos políticos. Esa no es su misión, pero hasta que la dinámica paternalista e inculpadora no cambie, será difícil articular una verdadera política de los cristianos con sus grupos de compromiso político, en consonancia con las vivencias de muchos países de raíces cristianas.

La pregunta sería: ¿se volverá a desaprovechar la oportunidad?


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