Obama, “putang iná”… y Marco Rubio
A Obama no le pusieron escalera, ni alfombra roja en China; le dijeron putang iná y ahora Marco Rubio le pide que “apoye” a Guillermo “Cocó” Fariñas en su teatro político dietético
Barack Obama quería darle una lección a Rodrigo Duterte sobre Derechos Humanos y Duterte lo menos que le dijo fue hijo de puta. Es verdad que se lo dijo en tagalo, uno de los 135 dialectos que se hablan en Filipinas, donde Duterte es presidente, pero también es verdad que nunca el tagalo se tradujo tantas veces: Obama putang iná, en bielorruso, francés, vasco, islándico, checo, eslovaco, portugués, afrikáans, moldavo, urdú y así… fue un HP globalizado. El insulto emula con el zapatazo de George W. Bush allá en Irak.
La lección de Obama para Duterte era debido a los muertitos que el mandatario filipino se ha echado a la espalda en su guerra contra las drogas ––concretamente unos dos mil –– sucumbidos desde que tomó el poder hace 70 días. No es un mal promedio… son unos 28 difuntos diarios, lo mismo traficantes que consumidores. La justicia filipina de Dutarte de verdad que es ciega.
Lo que Obama quería enseñarle a su homólogo es que esas eran “ejecuciones extrajudiciales”, y que no están de acuerdo con los Derechos Humanos que todas las buenas personas debemos cumplimentar, promulgar y defender. Barack le quería halar las orejas paternalmente al filipino y explicarle que a la gente hay que eliminarla de una manera más civilizada, siempre acorde con los Derechos Humanos.
Pero Dutarte entró en efervescencia patriótica cuando se enteró de lo que le venía encima. Dijo que hacía tiempo Filipinas no era una colonia americana, que él solo tenía que rendirle cuentas a su pueblo, que Obama se metiera en sus propios asuntos y entonces le largó lo de putang iná. Dutarte debía haber esperado a que Barack le hablara y le explicara cómo, cuando un dron americano elimina en alguna parte a un inocente, es un daño colateral; cuando un policía ejecuta a otro ciudadano ––generalmente negro–– apuntando a la parte central del pecho son “rules of engagement” totalmente legales; y que sobre los miles de jóvenes –– generalmente también negros–– que se matan todos los días en los barrios marginales de Detroit, Filadelfia y Chicago él no puede decir nada porque como se matan solitos entre ellos no violan ningún derecho humano. “En definitiva amigo Dutarte” ––le habría dicho Obama–– “el problema que tienes no es de fondo sino de forma: hazles un juicio, ponle un abogado de oficio y después los ejecutas. Aunque nosotros preferimos ponerlos en cárceles, porque ––no sé si lo sabes–– son un negocio espectacular. Tenemos más presos que China pero nadie puede acusarnos de violar los Derechos Humanos. ¿Tú me entiendes Rodrigo?”
Ese habría sido el momento de soltarle lo de putang iná, pero el filipino se desesperó. Ahora dicen que anda arrepentido.
Pero tal parece que lo de Obama es una racha tragicómica; no le pusieron escalera, ni alfombra roja en China; le dijeron putang iná y ahora Marco Rubio le pide que “apoye” a Guillermo “Cocó” Fariñas en su teatro político dietético. El senador tiene un exquisito talento para el oportunismo. Si Obama lo hace, calienta el ambiente con Cuba; y si no lo hace, el senador brilla en la prensa, claro que local.
Hoy “el Coco” cumple ¡54 días! “sin tomar agua”; y después de solicitar un médico de New Jersey porque no confiaba en los cubanos, dice que el Gobierno lo quiere asesinar porque no lo ingresan en una Unidad de Cuidados Intensivos. ¿Quién ha visto un mártir que protesta porque su verdugo no lo cuida bien? Y hay quienes todavía piensan que de verdad está dispuesto a morirse. Que siga el sainete y la pachanga. ¡Ay Pedro Luis Boitel!, como cambian los tiempos…
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