Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Plumas al aire

'Ni Castro es un faraón, ni los cubanos viven en la esclavitud de Egipto'. Respuesta a la entrevista al rabino Rigoberto Viñas, publicada por este diario.

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Esas generaciones cultivaron el renacer comunitario. Muchos jóvenes adoptaron posiciones de clara solidaridad con la comunidad judía mundial y con Israel, que no significa apoyar todo lo que cualquier judío o el Estado de Israel hagan. Muchos de esos jóvenes subieron a Israel. Algunos fueron motivados por el deseo de irse de Cuba y otros para realizar su ideal sionista, que puede ser socialista, como el de los fundadores de Israel o no.

Todos los casos fueron aplicaciones de la ley de retorno israelí. ¿Cuál criterio usa Viñas para cuestionarlos? ¿Cuáles méritos tiene, comparados con los ganados por cubanos que han servido en las gloriosas fuerzas israelíes de defensa o con el gran rabino de Israel que negoció tal emigración?

La historia por los pelos

Las comunidades religiosas cubanas son agrupaciones civiles, no políticas. Interactúan en cooperación o conflicto con el gobierno, en dependencia de sus valores, intereses y el tema que se trate. En lugar de despotricar contra sus hermanos, llamándoles "judíos para turistas", y cuestionar las conversiones realizadas por rabinos tan respetables como él, Viñas debiera informarse sobre las actividades comunitarias hebreas cubanas.

La comunidad judía de la Isla desarrolla proyectos como el programa Kesher, de la organización juvenil para ayudar a personas mayores y discapacitadas sin amparo familiar, el fondo Tzedaka, de la Bnai-Brith, para hermanos con problemas urgentes, y la farmacia comunitaria, que distribuye medicamentos a judíos y ciudadanos en general que los necesitan.

Además de casas de oración, las sinagogas son espacios de reunión para centenares de judíos, no importa su ideología (Simja, adultos mayores de 55 años, y Guesher, mayores de 30). El proyecto tecnológico ORT, la biblioteca y la red educativa comunitaria ofrecen educación judía y entrenamiento laboral en computación, mecanografía e inglés. La logia Bnai-Brith y Hadassah apoyan la salud, donando modestamente materiales recibidos a hospitales. El rabino Viñas puede consultar los informes al respecto del prestigioso American Jewish Joint Distribution-Comittee.

Lo que Viñas no sabe de Cuba, lo imagina con referencias bíblicas. Resulta que Fidel Castro es un faraón y los cubanos viven en la esclavitud del antiguo Egipto. Nos falta un Moisés, pero tenemos a Viñas, que sabe de todo, desde homosexualismo hasta santería. Comparar es útil, pero sustituir el estudio de la Cuba real con analogías irrelevantes (el faraón, la esclavitud egipcia, la Alemania nazi o la URSS de Stalin), es holgazanería intelectual.

El holocausto judío es una experiencia única que, como ha escrito Elie Wiesel, no se debe trivializar. Las limitaciones a las libertades de asociación, expresión y viajes en la Isla, son suficientes para tener un diálogo serio sin "traer la historia por los pelos".

Mal de lengua

¿Cómo hacer que esas libertades se expandan? Los judíos norteamericanos —a quienes Viñas llama "tontos útiles"— alivian las penurias que viven sus correligionarios en Cuba, como resultado del inmovilismo comunista y del acoso del embargo. Sus visitas solidarias contribuyen a liberalizar la sociedad y ayudan a la gente —ya de por sí con un alto nivel educacional— a conectarse con el mundo, al llevar libros, revistas e información. El efecto es doble direccional, los visitantes estadounidenses ayudan a Estados Unidos a abrirse a Cuba, al convertirse —como Viñas reconoce— "en promotores de derribar el embargo".

En el tema de los viajes, más es mejor. Las visitas de religiosos a la Isla y los viajes de cubanos al exterior ayudan a las nuevas generaciones a entender el mundo diferente que emergió del fin de la Guerra Fría. No tenemos que ser revolucionarios ni contrarrevolucionarios, ni reeditar las agendas ideológicas de ayer, sino resolver los problemas de hoy: crecimiento económico, justicia social y reconciliación nacional.

Las diatribas de Viñas no representan a la comunidad judía cubana en Estados Unidos. Un judío —Bernardo Benes— encabezó el primer esfuerzo de diálogo político entre cubanos después de 1959. (Entre tantas celebraciones de intransigencia, las comunidades religiosas deberíamos conmemorar, en La Habana y Miami, treinta años del esfuerzo de 1978, que trajo viajes, reunificación familiar y liberación de prisioneros).

Parte de la ayuda para la reparación de sinagogas fue aportada por judíos cubanoamericanos. Un ejemplo de coherencia con Dios es Sara Gantz Dizik, judía cubana de Palm Beach, que donó el laboratorio de computadoras para el programa ORT. ¿Alguien puede convencer a los que viven en La Habana de que Sarita los odia?

Para el judaísmo, pocas faltas son más graves que el mal de lengua ( lashon hará), referido a personas que desacreditan con falsedades a sus semejantes. Un relato jasídico cuenta la historia de un hombre que divulgaba maledicencias sobre el rabino del pueblo. Un día, el hombre pidió al rabino disculpas y dijo que estaba dispuesto a reparar el daño causado. El rabino le pidió que buscara almohadas de plumas, que las cortara y esparciera las plumas al viento. Aunque le extrañó el remedio, el hombre lo hizo y regresó a informar al rabino. "Ahora trae todas las plumas. A pesar de tu sincero remordimiento, reparar la maledicencia es tan imposible como recogerlas", dijo el rabino.


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