Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Obama, EEUU

Republicanos

Barack Obama tomó las riendas del país con el deber de enfrentar dos guerras lejanas y una enorme crisis económica

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Ninguno de los cuatro o cinco últimos presidentes estadounidenses ha sido seguido tan de cerca, ni con tanta saña, por la prensa —la prensa de una u otra orientación política— como Barack Obama. Asimismo, no pocos analistas simpatizantes del Partido Republicano, o del ala más conservadora de éste, se han erigido en la fusilería más impiadosa contra el Presidente desde que tomara el poder. Quizá sea porque Obama es negro, no es multimillonario y tenía y tiene en su credo político al menos rebajar el papel de gendarme internacional que ha regido la política del país del Norte.

Tal vez la mayoría de los estadounidenses votó por Barack Obama porque el republicano George W. Bush sumió a su país en una guerra insensata al otro lado del mundo, so pretexto de “vengar” los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas. Digo una guerra insensata porque si se fuesen a derribar por la fuerza las dictaduras que asolan al mundo, éste siempre estaría en contienda. Los argumentos de Bush para llevar a cabo la invasión a Irak fueron falsos o al menos equivocados: no había en aquel país Armas de Destrucción Masiva ni era Irak un paraíso para las células terroristas. Esta guerra, que aseguraron no pocos expertos republicanos sería una acción relámpago, ya dura ocho años y todos sabemos las muertes que ha costado y cuánto ha desangrado económicamente a Estados Unidos; y sigue sumando.

O quizá la votación a favor de Obama se debió a que Bush tomó el país con superávit de manos del demócrata William Clinton, y lo entregó con déficit. Hacia finales de su mandato, unas encuestas revelaban que George W. Bush tenía poco más de 30% de aprobación, y otras que se hallaba aun por debajo del 30%.

Barack Obama tomó las riendas del país con el deber de enfrentar dos guerras lejanas —Irak, Afganistán— y una crisis económica que por momentos los analistas sopesaron como otra posible Gran Depresión. Es difícil hallar un análisis que, por imparcial, considere estos factores a la hora de evaluar la gestión del actual Presidente estadounidense.

El núcleo fundamental de la dirigencia republicana es arrogante, belicoso, y torpe. Un ejemplo de su torpeza podría ser el lanzamiento hacia el estrellato de la señora Sarah Palin, portadora de una proverbial ignorancia y de una frivolidad sin tacha. Otro ejemplo, la obstinación de los dirigentes de este partido en mantener, sin matices, el embargo económico a la dictadura castrista. Son los republicanos uno de los principales culpables de las penurias que hoy azotan al pueblo —no a la élite de Fidel Castro— de Cuba. Torpes: recientemente el representante Connie Mack propuso un “embargo pleno” al Gobierno del venezolano Hugo Chávez; precisamente lo que este aprendiz de tirano más agradecería.

También suele proyectarse de manera racista el Partido Republicano: la letra de las leyes antiinmigrantes dictadas en Arizona así lo dejan claro.

En las pasadas elecciones legislativas, los republicanos obtuvieron mayoría en la Cámara de Representantes. Independientemente del argumento de que la afluencia de votantes no fue la que se esperaba, la derrota de los demócratas es incuestionable. Así, debemos suponer que en solo dos años y unos días, los electores se cansaron de esperar por los panes y los peces que prometía la campaña electoral de Barack Obama. Suma impaciencia, diríamos. O inconsciencia al no tomar en cuenta las condiciones en que el Presidente arribó el poder, más las trabas que a lo largo de este período han sabido fabricarle sus oponentes.

Para las elecciones de 2012 no se ve nada claro. Pero si entonces la mayoría del pueblo estadounidense decidiera retirarle el voto al candidato demócrata que fuera, perdería una gran oportunidad. La oportunidad de marchar hacia delante.


Félix Luis Viera es poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado, entre otros libros, las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005).


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