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Totalitarismo, Dictadura Cubana, Terrorismo

Terrorismo y totalitarismo

Hay que distinguir entre un régimen totalitario y uno que apoya el terrorismo

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Washington debe sacar a Cuba de la lista de los países que apoyan o amparan el terrorismo. Esta acción no debe considerarse como algo a negociar con La Habana, tampoco debe ser la consecuencia de algún gesto por parte del gobierno de la isla. Se trata de enmendar un error.

Desde hace años en la Plaza de la Revolución no se elaboran planes ni se brinda apoyo a los grupos que realizan atentados terroristas por todo el mundo. Esto debe decirse con independencia de la mucha, poca o ninguna simpatía que se tenga hacia los hermanos Castro. Tampoco tiene nada que ver con la valoración respecto a la falta de democracia en esa nación, los derechos humanos o la represión a los disidentes. Se trata de algo muy simple: la definición empleada para incluir a un Estado en dicha relación no se ajusta a la realidad cubana.

Decir que en la actualidad Cuba no realiza ni promueve actos terroristas ha chocado contra las fórmulas inquisitoriales establecidas para intimidar a quienes se apartan de lo que se considera la “línea dura del exilio”, impuesta por quienes controlan determinadas parcelas de la opinión ciudadana. Sujetos que se disfrazan de guías y representantes de la comunidad exiliada, y no son más que censores de café con leche. Aprovechados y fanáticos por igual, listos y locos, han creado un círculo vicioso de inutilidad y engaño. Ahora el gobierno de Barack Obama tiene una nueva oportunidad de romper ese círculo.

Cabe preguntarse las razones que llevaron a colocar a Cuba en la lista de naciones que favorecen el terrorismo y la respuesta es muy simple: para complacer al sector más recalcitrante del exilio de esta ciudad, que durante años ha logrado trasladar la Casa Blanca a La Pequeña Habana en algunas decisiones menores.

De esta forma, si Estados Unidos sabe que la isla no constituye una amenaza militar, y de momento tampoco existe en La Habana el menor interés en tomar acción alguna que pueda aumentar la tensión en la sociedad cubana, crear el caos y amenazar con un éxodo —como tampoco hay voluntad en Washington para impedir las ventas de los granjeros norteamericanos y la administración de Obama ha traído cierto alivio a las restricciones en viajes y remesas de los cubanoamericanos— algo siempre se busca mantener para no incomodar demasiado a un exilio con una gran fuerza de cabildeo, aunque las dos últimas elecciones presidenciales han demostrado que el poder de la “línea dura” en las urnas ha disminuido.

Quienes proclaman la supuesta amenaza que representa para EEUU el régimen castrista chocan contra un par de verdades que ponen en duda sus argumentos. Una es que La Habana no tiene entre sus prioridades el agredir a la nación norteamericana. La segunda es que ambos países, pese a sus tremendas diferencias políticas, siempre han hecho lo necesario para impedir la verdadera amenaza, que consiste en crear una situación de confrontación a partir de supuestos falsos, y que ésta degenere en una crisis que se convierta en un peligro real: guerra civil en la isla, éxodo masivo, inestabilidad política a 90 millas de las costas de la Florida. Ocurrió antes y sucede ahora. Por ejemplo, durante los dos mandatos presidenciales del “anticastrista” George W. Bush, y en momentos de una amenaza potencial de crisis, como durante el anuncio de la enfermedad de Fidel Castro, siempre la Casa Blanca se encargó de mandar el mensaje conveniente a sus intereses, para que quienes están en la Plaza de la Revolución sepan que no hay nada que temer.

El rumor y la carta

La permanencia de Cuba en esta lista cuestionable ha sido criticada en diversas ocasiones, tanto por políticos como en artículos y editoriales de periódicos estadounidenses.

Ahora que han corrido rumores —desmentidos por el Gobierno de EEUU— de que Cuba podría ser eliminada de la lista, en el informe anual que por ley se debió haber enviado al Congreso el 30 de abril, aunque el Departamento de Estado aún no ha especificado fecha de divulgación, aparece una carta que pide que no se produzca cambio alguno respecto al gobierno de la isla.

Tres congresistas cubanoamericanos han solicitado al Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, que Cuba no sea eliminada de la lista de países que apoyan el terrorismo.

“Junto con Mario Díaz-Balart y Albio Sires, hemos enviado al Secretario de Estado John Kerry una carta pidiéndole que mantenga a Cuba en la lista de estados que apoyan el terrorismo”, dijo la congresista Ros-Lehtinen en el Doral, una ciudad que pertenece al condado Miami-Dade, de acuerdo a una nota publicada en El Nuevo Herald.

“La razón que citamos es porque sabemos sobre el caso del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, aviones sin armas que estaban en misión humanitaria, y que Fidel y Raúl Castro ordenaron el derribo de esos aviones. También sabemos que Cuba le ha dado refugio a más de 70 prófugos de la justicia estadounidense y solo la semana pasada una ex funcionaria del Departamento de Estado fue acusada de espionaje contra Estados Unidos”, agregó la congresista.

En la carta los legisladores también consideran otras razones, que a su criterio hacen que la presencia de Cuba en la lista sea indispensable, entre ellos que Cuba alberga a miembros de la organización terrorista vasca ETA y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y ofrece “santuario” a fugitivos de la Justicia estadounidense, incluyendo a Joanne Chesimard, acusada de matar a un policía en Nueva Jersey.

También recordaron que una ex empleada de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés), Marta Rita Velázquez, fue acusada por EEUU de conspirar para cometer espionaje al ayudar a reclutar a Ana Belén Montes para que espiara para el Gobierno cubano.

“Ninguna evaluación de la verdadera naturaleza de la dictadura en Cuba estaría completa sin examinar la brutal represión del régimen contra activistas pro-democracia y cualquiera que intente penetrar el bloqueo de información del régimen”, agregaron.

Los legisladores citaron ejemplos de informes sobre una escalada de la represión en los últimos meses contra las Damas de Blanco, periodistas independientes, líderes religiosos, artistas y muchos otros.

Los congresistas deben ser apoyados en su caracterización del régimen cubano como un sistema totalitario. Dictadura, tiranía, totalitarismo son conceptos que, pese a sus diferencias, pueden ser empleados a la hora de caracterizar la forma en que se ejerce el poder en la isla. Es algo mucho peor que un gobierno autoritario. Es un control total sobre la vida de los ciudadanos, que pese a ciertos cambios ocurridos en los últimos años —que por otra parte no hay que dejar de reconocer— aún domina por completo la vida de sus ciudadanos, no respeta los derechos humanos ni permite la democracia.

Sin embargo, la determinación de si un país esté regido por un gobierno democrático o por cualquier forma de régimen dictatorial no es lo que determina la permanencia de esa nación en la lista. Por ejemplo, no aparecen Arabia Saudí, China y Pakistán, que sobre todo en este último caso existen muchas razones para que se encuentre en la lista más que el caso de Cuba.

No es una lista de naciones que sufren dictaduras, sino de países que se ha verificado apoyan el terrorismo. En la actualidad, Cuba no cumple ese requisito.

La mayoría de los argumentos que aparecen en la carta de los legisladores caen de lleno en una clasificación de sistema totalitario, pero no guardan razón alguna con el apoyo al terrorismo internacional. Otros simplemente hacen referencia a hechos del pasado. En lo referente a miembros de ETA, muchos de los cuales —aunque no todos— se encuentran en Cuba por un acuerdo realizada cuando el gobierno de Felipe González, llama la atención la falta de reclamo en ese sentido por parte del gobierno de España, tanto el anterior como el presente.

Podría calificarse de ridícula la mención a las FARC, cuando en este momento se llevan a cabo, precisamente en Cuba, negociaciones entre la guerrilla y el gobierno colombiano.

En este sentido, uno de los argumentos de mayor peso es la presencia en la isla de fugitivos de la justicia estadounidense, pero se trata de casos ocurridos en el pasado, algunos de ellos que ni siquiera caen en la definición actual de terrorismo, y no de miembros de grupos que en representen una amenaza presente al suelo estadounidense. Nada de lo anterior excluye la necesidad de buscar una solución al respecto ni de intentar que la justicia alcance a los culpables, pero utilizar esto para justificar la presencia de Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo despierta la sospecha de recurrir a un pretexto.

En una información aparecida en The Hill se mencionaba que la congresista Ros-Lehtinen le había dicho a la publicación que eran cuatro los legisladores que participaban en la carta, e incluía el nombre del legislador Joe García. De ser cierto lo publicado en The Hill, hay que felicitar a García por esta muestra de independencia de criterio.

Contrario a lo que puedan pensar algunos, la exclusión de Cuba de la lista no es una muestra de debilidad y tampoco una concesión al régimen de La Habana. Es todo lo contrario, una señal de fortaleza y seguridad. La amenaza terrorista es algo demasiado serio para ser utilizada en un rejuego político.


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