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Alma Mater, Cuba, Revista

Todo lo que logra cierto éxito en Cuba fracasa, y eso le pasó a «Alma Mater»

El régimen de La Habana es solo una caterva de ineptos y fracasados, que para sobrevivir tienen que pasarse la vida mutilando cualquier esfuerzo que se destaque

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En mi época de estudiante universitario, en la década de 1970 en La Habana, la revista Alma Mater seguía existiendo, pero no creo que se publicara, y si apareció algún número debe haber sido anodino y feo y plagado de consignas o simplemente la reproducción —una vez más— de algún fragmento de discurso de Fidel Castro.

Hoy me entero que su director, Armando Franco Senén, ha sido destituido por decisión del Buró Nacional de la UJC, y como hace tanto tiempo que no vivo en Cuba y conozco solo muy superficialmente la trayectoria de la revista en sus últimos años, solo logro reafirmarme en la vieja sentencia de que todo lo que logra cierto éxito en la isla fracasa.

Al afirmar ello una revista estudiantil —no importa su antigüedad— queda reducida a una escala menor, no por falta de importancia sino porque la trascendencia del desastre cubano la desborda. Aunque al desbordarla la contiene.

El régimen de La Habana es solo una caterva de ineptos y fracasados, que para sobrevivir —al menos es lo que ellos creen y el tiempo parece darles la razón— tienen que pasarse la vida mutilando cualquier esfuerzo que se destaque. Así ha sido y seguirá siendo mientras ellos existan: malos administradores incapaces de conducir al triunfo no una revista sino siquiera una bodega.

Esa ilógica de perdurar en el fracaso siempre ha contado con una justificación ideológica —y en la destitución del director de Alma Mater tiene que estar presente, por delante o por detrás—, pero entrar en un supuesto debate ideológico carece de sentido, porque simplemente no llega a esto el meollo del asunto.

El fondo o el principio del problema es que quienes dirigen el país —o quienes dirigen sus paisitos o parcelas de poder— no son más que unos ineptos.

No es un simple problema de educación o de cultura o de conocimiento: es que no sirven.

Hay en Miami montones de administradores o dueños de pequeños negocios que no cuentan con una educación destacada, ni una cultura de elite y mucho menos una preparación especial, pero sus negocios funcionan.

En lo que sería el equivalente de esas parcelas de poder en Cuba, estos de aquí funcionan; y uno tiene que reconocerlo, aunque no comparta sus puntos de vista, su ideología en general y sus preferencias de todo tipo.

En este sentido es que comienzan mis “problemas” con Cuba. Es que, ante todo, quienes en estos momentos mandan en el país tienen que marcharse, y dejar, entre otras cosas, —quizá esta algo menor, pero importante— a unos jóvenes que dirijan una revista universitaria.


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