Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Un son para algunos presos

¿Por qué se permite a Fidel Castro jugar con los 'huéspedes' de sus cárceles?

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Seres caminando hacia la locura

El peso de su obra habría de haber situado ya a su autor en su justo lugar. El balance de más de cuatro décadas de poder omnímodo reclamaba una mirada firme y decidida por parte de, especialmente, la comunidad hispanoamericana. Mas la irrupción de Chávez, escoltado por un incalificable Maradona reconvertido de futbolista a huligan ("le arrancaría la cabeza", matizó sobre Bush) ha vuelto a impedir planteamientos comunes de fortalecimiento democrático.

Castro ha conseguido, de nuevo, que las recientes fidelidades políticas que concita, financiadas por su gran hermano venezolano, cierren los ojos a la realidad. Para amenizar la "contra-cumbre" envió a Mar del Plata al cantautor Silvio Rodríguez, quien dedicó su, por otro lado, magnífica canción Rabo de Nube a "cinco compañeros cubanos presos en las cárceles del imperio (EE UU)".

Esos, pues, fueron los únicos presos recordados por los cuarenta mil asistentes al concierto contra el Área de Libre Comercio de las Américas, convertidos por el tedio sofocante del comandante ausente en cómplices de la larguísima humillación que representa el régimen cubano.

La historia de Cuba es un proceso abierto y el derecho que nace de ella corresponde ser ejercitado, sin duda, por los cubanos, que habrán de crear su futuro, si bien a partir de la situación de bancarrota económica y social en la que se encuentra su tierra desde hace ya muchos años.

El gobierno español, a cambio de apoyos como los prestados en Salamanca, debería continuar con las gestiones necesarias para procurar la liberación de los presos políticos cubanos. Es lamentable que se le permita a Fidel Castro jugar con los huéspedes de sus cárceles, al tiempo que les esteriliza el talento y les envilece la vida.

Así me expreso por cuanto quienes conocen la materia saben de sobra que cuando el comandante decide la liberación de un preso y su salida del país cuenta con dos factores significativos: que el que se va ya no entraña peligro, por cuanto ya no se volverá a saber de él en la Isla, y en segundo término, que la imagen de su revolución suele mejorar con tales gestos.

Tras los naufragios de Salamanca y de Mar del Plata, ojalá que la campaña internacional para la liberación de dichos presos consiga sus objetivos antes de que la situación en la que viven les convierta en seres caminando hacia la locura, la muerte o la autodestrucción, que los tres casos se han dado.


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