Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Derechos Humanos, Represión, Cambios

¿Una prórroga o un pretexto?

La Habana vuelve a dar ejemplo de estar atrapada entre el miedo al cambio y la parálisis económica

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La Habana no está “preparada” para conversar el tema de los derechos humanos. Vale la pena preguntarse si en algún momento lo estará bajo el gobierno de los hermanos Castro.

Cuba y la Unión Europea (UE) postergaron la tercera ronda de negociaciones de un acuerdo para normalizar sus relaciones, previstas para enero, por petición de la Isla, informó este martes la embajada del bloque europeo.

“La tercera ronda de negociaciones para un Acuerdo Bilateral de Diálogo Político y Cooperación entre la UE y Cuba, prevista para el 8 y 9 de enero, se ha aplazado a petición de las autoridades cubanas”, dijo la delegación (embajada) de la UE en La Habana en un escueto comunicado.

“Ambas partes se pondrán en contacto a su debido tiempo para acordar una nueva fecha mutuamente conveniente para la próxima sesión de negociaciones”, agregó, sin dar detalles.

Es importante destacar que en esta tercera ronda de negociaciones están supuestos a discutirse temas considerados “sensibles”, como los derechos humanos y la sociedad civil.

La postergación de las conversaciones —de momento indefinida— era una posibilidad latente con cada vez mayor fuerza desde que el gobernante cubano Raúl Castro dejó plantado al ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, a finales de noviembre.

Por otra parte, este tercer encuentro suponía un paso de avance en aspectos más medulares de la relación con Europa del gobierno cubano.

“Vamos a empezar con los temas centrales, políticos; hasta ahora hemos negociado más bien sobre temas de cooperación. Ahora entramos en capítulos que son más sensibles por ambas partes”, declaró a la prensa el embajador de la UE en Cuba, Herman Portocarrero, en la Feria Internacional de La Habana, realizada a principios de noviembre.

El tema de los derechos humanos “son el núcleo de las relaciones UE-Cuba”, volvió a repetirse desde Bruselas a finales de noviembre.

“Y esto no cambiará en el contexto de nuestras negociaciones bilaterales con Cuba hacia un acuerdo de cooperación y diálogo político”, dijo Christian Leffler, director para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior, en respuesta a preocupaciones planteadas por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, un grupo de expresos políticos cubanos, con sede en Madrid.

La razón esgrimida por Cuba para retrasar el encuentro sería una disputa en torno a un evento cultural del bloque europeo organizado en Washington, dijeron el martes fuentes cercanas al tema, de acuerdo a un cable de la agencia Reuters, que no entró en detalles.

Las autoridades que participan en las negociaciones sostienen que Cuba está molesta con la Unión Europea debido a un evento cultural organizado en marzo por el bloque en Washington, de acuerdo con Reuters.

Y también por un reciente llamamiento de España para que La Habana permita la entrada y salida a los disidentes refugiados en Madrid, una declaración que puede haber ofendido al gobierno de la Isla, siempre de acuerdo a la agencia cablegráfica.

“Parece que es un pretexto porque Cuba considera que aún no está lista para la próxima ronda de conversaciones”, dijo una fuente cercana al tema que pidió no ser identificada, según Reuters.

La suspensión, por otra parte, no es fin de la negociación ni mucho menos, sino simplemente un ejemplo más de la tradicional reticencia de Cuba a escuchar críticas y cumplir requerimientos.

En este caso especifico, y al igual que en circunstancias anteriores, La Habana estaría jugando con varias cartas al mismo tiempo.

Madrid busca “concesiones” políticas de Cuba que le permitan justificar la búsqueda de una acercamiento, frente a posiciones más críticas de otras naciones como la República Checa, Alemania, Suiza y Polonia, mientras que La Habana siempre se ha atrincherado en una posición donde sus criterios sobre el tema de los derechos tienen que tener el mismo peso que los de los europeos. Esto es algo que la Plaza de la Revolución viene repitiendo desde los intentos frustrados, y ya lejanos, de incorporar a la Isla al Acuerdo de Cotonú, que reemplazó a la Convención de Lomé.

Pero como en el caso de los acuerdos con otras naciones, al mismo tiempo Europa se mantiene firme en la actitud de que sería la Isla quien recibiría ayuda, y no al revés, por lo que le tocaría el papel de cumplir, en primer lugar, y no el de limitarse a exigir.

Cabe recordar que en otros momentos, como cuando en marzo de 2003 el régimen desató una oleada de encarcelamiento de opositores, al mismo tiempo se inauguraba en Ginebra un nuevo período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, y la operación represiva ocurría a solo pocos días de que el comisario europeo para la Cooperación y Ayuda Humanitaria había visitado La Habana y dado a conocer su beneplácito ante la posible entrada de Cuba en el Acuerdo de Cotonú.

Pero también La Habana estaría jugando ahora al ya esperado fracaso de la Cumbre Iberoamericana, que el martes cerró dos días de una reunión presidencial con notables ausencias de algunos mandatarios, sobre todo sudamericanos, lo que volvió a mostrar la falta de interés que enfrenta el foro surgido hace casi un cuarto de siglo.

Al encuentro en el puerto mexicano de Veracruz, que sus organizadores han dicho que debe reimpulsarse, no asistieron los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Que desde hace años la Cumbre Iberoamericana es un evento en decadencia no es un secreto —solo la presencia del Rey Juan Carlos había logrado mantener a flote la cita—, pero que se ponga en evidencia de nuevo contribuye a explicar que La Habana se sienta con fuerzas para el pugilato con Madrid. En este contexto también hay que situar la posible participación de Raúl Castro en la Cumbre de las Américas en los próximos años.

Sin embargo, este rejuego político no implica que el régimen no enfrente la necesidad de lograr un cierto acuerdo con la Unión Europea, no tanto referido a la colaboración y ayuda como a la creación de un clima de confianza para los inversores.

En este sentido, la apuesta de La Habana parece encaminada dentro de la creencia de que su nueva ley de inversiones es lo suficientemente atractiva como para colocar en un plano secundario los aspectos de derechos humanos y democracia, y fundamentarse en el clima de estabilidad política que logra brindar y en las ventajas de explotación de una mano de obra barata y carente de sindicatos y otras organizaciones de la sociedad civil que la defienda.

Tras la reanudación del diálogo y la cooperación entre Cuba y la UE en junio de 2008, La Habana ha firmado acuerdos bilaterales con 15 países de los 28 de ese bloque. Dilatar la negociación jugaría entonces dentro de esta estrategia.

Pero aunque el comercio entre la UE y Cuba ha crecido de forma sostenida en los últimos cinco años, las exportaciones cubanas a Europa son productos tradicionales como tabaco o ron.

Si Cuba desea aumentar su participación en el mercado europeo, tendría que ampliar sus renglones de exportación, lo cual además generaría más empleo en la Isla.

Para ello le es necesario incrementar el intercambio entre expertos y contar con una mayor asistencia técnica, así como adquirir experiencia en el manejo de una economía mixta.

La Unión Europea es el segundo socio comercial de Cuba, con un intercambio comercial que representa el 21,9 % del total de la Isla, solo superado por Venezuela.

Cuba es el único país de América Latina con el que el bloque comunitario no tiene un acuerdo bilateral.

Dentro de este panorama, ya no es solo el hecho de que las llamadas reformas para “actualizar” el sistema económico excluyen los cambios políticos, sino que éstas prácticamente se han detenido. Todo ello ya venía dificultando el avance del proceso de negociación para normalizar sus relaciones con un acuerdo de diálogo político y cooperación. Ahora que este diálogo se ha detenido, aunque sea temporalmente, cabe de nuevo preguntarse hasta cuándo Raúl Castro podrá seguir empecinado en el estancamiento, como única medida de supervivencia.


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