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Barnet, La denuncia de hoy, Cuba

Ya no sabe cuánto mentir para proclamar lo que no es: un castrista, un “revolucionario”

Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba presidió una reunión de esta organización en la ciudad de Pinar del Río

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Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac, oficialista) presidió una reunión de la comandancia de esta organización en la ciudad de Pinar del Río, según nos informa el diario Granma (como toda la prensa existente en Cuba, pagada por el gobierno), en su edición del 30 de junio.

Barnet, como si fuese cándido y no cínico, tuvo a bien traer al recuerdo de los presentes lo que se ha dado en llamar “Las palabras de Fidel a los Intelectuales”, terrible momento para la historia de la cultura cubana.

Recuerda el versátil Miguelito —el más joven en aquella reunión en 1961, en la Biblioteca Nacional—, según la nota aparecida en Granma, que Fidel Castro, en la reunión dicha, no obstante hallarse “en un contexto en el que se encontraba impulsando proyectos de gran importancia como la Reforma Agraria (lo cual no sirvió para nada, pudo aclarar Barnet, pero de cualquier manera lo aclaramos nosotros) y también enfrentando las primeras agresiones del imperialismo norteamericano, supo dar la máxima prioridad al tema de la cultura”.

Barnet sabe que es mentira. Miente. Es un mentiroso, un arribista.

Sabe él que Fidel Castro armó aquella reunión para torcerles las clavijas a aquellos que pudieran pensar que habría libertad de expresión en el arte y la literatura, si no, recordemos: “Con la Revolución todo, contra la Revolución, nada”, la más terrible máxima castrista de la citada reunión. Es decir, quien no esté conmigo, está contra mí.

Sin embargo, curiosamente, la frase antes citada no es incluida por Miguel Barnet en su vibrante alocución en la asamblea aludida.

Afirma asimismo el presidente de la Uneac que, gracias a aquella “presentación” del Comandante, hubo muchos logros para los escritores, por ejemplo: “para publicar un libro en el capitalismo, un escritor tenía que sacar los fondos de su propio peculio, o buscarlos por aquí y por allá, haciendo concesiones”.

No es mentira, pero tampoco es verdad. Muchos escritores recibían derechos de autor, pocos, sí, por la publicación de su obra, pero más que todo por las publicaciones periódicas. Los escritores entonces, en la República, debían realizar dos trabajos, lo mismo que en el castrismo.

Buena pregunta para el lánguido y a la vez proteico Barnet, sería: “¿Dime si la Uneac estaría de acuerdo en publicarnos a los escritores exilados algún libro contestatario al castrismo y hacerlo circular en la Isla, aunque debiéramos pagar por ello? Yo estoy dispuesto a pagar y sé que muchos otros harían lo mismo.

Pero ya lo sabemos, la respuesta es No. ¿Entonces, Miguelito, de cuáles ventajas estamos hablando?

“Hoy tenemos tantas figuras, tantos grandes artistas que jamás hubieran tenido la posibilidad de desarrollarse, como ocurrió a partir de las palabras a los intelectuales, y la idea del Comandante de democratizar la cultura y estimular la búsqueda de nuevos valores en los lugares más remotos del país”, añade Barnet en la nota referida.

Dice que el Comandante “democratizó la cultura” y fue estimulada la búsqueda de “nuevos valores”.

Miente. Sabe que miente y ni siquiera traga en seco. Miente, lo sabían él y quienes lo escuchaban, pero ya la Isla se ha convertido en un sitio donde mentir a favor del castrismo es un convenio tácito entre quien dice y quien oye. Agua de sentina.

Creo que es esta buena pregunta para Barnet, ¿No hay un grupo inmenso de artistas, intelectuales, creadores en general que habitan fuera de la Isla, porque allá no pudieron, no podrían expresarse con libertad?

¿No hay dentro de la Isla intelectuales sancionados, censurados, encarcelados, por dar a conocer su verdad acerca de la “política”, como es el caso de Ángel Santiesteban?

¿Tiene destino en Cuba un joven creador que intente violar las reglas de la dictadura en cuanto a lo que no debe tratarse en una obra?

No.

Así vemos que cada día se arrastra más Miguel Barnet. Y uno de sus cómo es mesarle la barba al Comandante siempre que tenga un micrófono a mano.

Qué lastimero.

Sabes, Miguel, nadie te querrá, ni los que te escuchan allá esas falacias ni los que, por encima de ti, fingen regocijarse con tu “revolucionaridad”.

Unos y otros te desdeñan, porque saben que sabes que es falso lo que afirmas; que estás hecho de otra madera y por tanto resultas un pésimo actor. Ya lo verás, ya lo verás el día que las campanas toquen a rebato.

Buena suerte.

Ya ven. Así van las cosas.


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