Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Escritores, Literatura Cubana, Miami

“Se escribe por dolor más que por placer”

Entrevista al narrador Sindo Pacheco, residente en Miami

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Gumersindo Pacheco, también conocido como Sindo Pacheco, nació en Cabaiguán, Cuba, en 1956, y es un narrador perteneciente a la generación de los 90, los llamados “Novísimos”.

Cultiva el cuento y la novela tanto para niños y jóvenes como para adultos. En 1996 salió hacia Costa Rica y luego emigró a Estados Unidos, radicándose en la ciudad de Miami, lugar donde actualmente reside.

Ha publicado entre otros los siguientes libros: Oficio de hormigas (cuentos, 1990), Premio Abril; y las novelas Esos muchachos y María Virginia está de vacaciones (premio Casa de las Américas, premio anual La Rosa Blanca, que concede la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y Premio de la Crítica a las mejores obras publicadas en Cuba durante 1994).

Desde la obtención del premio El Caimán Barbudo (1990), se ha destacado por el humor y la ironía con que examina la realidad cubana, en particular el mundo de los adolescentes, de la escuela secundaria, de los escritores, de las pequeñas ciudades del centro del país.

Otras publicaciones suyas son: María Virginia mi amor o María Virginia y yo en la Luna de Valencia, finalista del Premio Norma-Fundalectura; así como Las raíces del tamarindo, finalista del Premio EDEBÉ, y publicada por dicha editorial en Barcelona. En 2003, la editorial Plaza Mayor de Puerto Rico, reeditó su novela María Virginia está de vacaciones.

Cuentos suyos han aparecido en las antologías Cuentos de la remota novedad, Los muchachos se divierten, Diana, Fábulas de ángeles, Antología del cuento espirituano, Punto de partida, y en diferentes publicaciones como Bohemia, El Caimán Barbudo, Letras Cubanas y Casa de las Américas, entre otras. Algunos de sus textos también han sido publicados en México, Rusia, Venezuela, Argentina, y España.

CUBAENCUENTRO conversó con Sindo Pacheco sobre literatura y el dolor de escribir, entre otros temas.

¿En qué momento decidiste que querías escribir?

Sindo Pacheco (SP): Eso ocurrió más o menos alrededor de 1979. De pronto, y sin tener idea para qué podía servir aquello, escribí lo que pensaba que era un cuento. El único antecedente que tenía era haber leído los relatos que publicaba la revista Bohemia todas las semanas en una sección llamada El cuento.

¿Qué te aporta la escritura y la literatura, piensas que vale todo en la literatura?

(SP): La literatura, creo, no solamente es una vía insustituible para conocernos mejor, para tratar de entender este inexplicable mundo y la existencia misma; sino que a largo plazo se convierte en la memoria de los pueblos. Sin literatura, los pueblos se aproximan al Alzheimer.

¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?

(SP): Debe hacer que el lector no separe los ojos de sus páginas, que se mantenga hipnotizado hasta el final. ¿Cómo se logra eso? Realmente no sabría explicarlo. Creo que debe haber una relación estrecha entre la forma y el tema, y ser una obra sincera para que sea original.

¿Cuales son tus géneros favoritos en la lectura, tus autores y quiénes te han influido más?

(SP): Leo cualquier género, aunque no me decanto mucho por lo policial ni por la ciencia ficción.

¿A qué te dedicas cuando no escribes?

(SP): Pues a tratar de ganarme la vida, aunque realmente uno la va perdiendo. Escribo cuando no me queda más remedio que sacarme los demonios. Realmente es muy difícil vivir de la escritura.

¿Cuál es tu método de escritura?, ¿anotas lo que se te ocurre?

(SP): Anoto muy poco. A veces se me ocurre alguna idea para un relato y entonces la escribo para luego pensar al respecto. Pero no soy de los autores que andan con un papelito escribiendo las cosas que ven o anotando metáforas en una servilleta.

¿Si pudieses ser un libro, cuál serías?

(SP): Me gustaría ser El Quijote o ese otro quijote americano llamado Las aventuras de Huckleberry Finn.

¿En qué proyecto te encuentras sumergido en estos momentos?

(SP): Estoy finalizando una novela relacionada con 1980, y todo lo que significó ese año para varias generaciones de cubanos.

¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?

(SP): Mira, se escribe por dolor más que por placer. Tal vez un poco por reconocimiento, pero nunca por dinero. Creo que no hay oficio más irrentable en el mundo que escribir ficciones. Sin embargo, paradójicamente, existe una carrera universitaria, cuyos graduados viven de eso, de estudiar a los escritores. Los filólogos pueden ser solventes estudiando a esta legión de muertos de hambre que somos los escritores.

¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?

(SP): ¿Ves? Ya eso es meterse en el terreno de la filología. Alguien un día me hizo saber que yo usaba el anástrofe, la paradiástole, el hipérbaton, el oxímoron y el retruécano, lo cual me hizo sentir muy preocupado. El hecho de usar algo sin saberlo o sin la debida autorización, parecía casi un delito o una violación; pero no salí inculpado porque lo hacía de manera involuntaria. Mi escritura va saliendo y me va pidiendo recursos en la medida que avanza, aquí una cosa, allá otra, más allá siente que debe ser directa y llana, etc. Yo voy siguiendo ese pulso, esa especie de latido interior.

Se habla que los escritores deben cuidar y ofrecer obras depuradas utilizando recursos narrativos. ¿Encuentras bien que lo que se cuenta, se limite a contar como se cuenta en la sobremesa?

(SP): Bueno, no tanto como la sobremesa de la casa familiar, más bien debía ser la sobremesa de una nación, con todo el conocimiento y la profundidad que se pueda poner a la obra.

¿Regalas libros en alguna ocasión?

(SP): La mayoría de las veces regalo mis libros, soy un pésimo vendedor.

¿Crees que la literatura cubana esta de moda y que el escritor, en tanto figura pública, tiene responsabilidad social?

(SP): No creo que una cosa como la moda, vaya a incluir a la literatura entre sus opciones. Pienso que el escritor, como figura pública, debe estar atento a su tiempo. Su mayor responsabilidad social es hacer una obra de calidad, sin mentir, sin hacer concesiones extra literarias. Se supone que cuando él no esté, en el mejor de los casos, su obra tal vez pueda hablar por el autor.

¿Cómo te ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-book?

(SP): La tecnología es una maravilla, supone un ahorro de tiempo y de fastidio enorme a la hora de escribir y de revisar una obra. El e-book es una de las tantas maravillas de la tecnología. Llevar en el bolsillo de la camisa la Biblioteca Nacional era una cosa impensable; pero lo más importante es su aporte a la ecología, a la preservación de los bosques de este planeta tan maltratado por el hombre.

¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuáles son tus verdaderos orígenes en ese sentido?

(SP): Claro que no lo sabía. Fui un autor tardío. Tenía ya más de veinte años cuando escribí mi primer intento literario, un relato infame que se desarrollaba en un cine. Lo visualizaba en el cine de Cabaiguán.

¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?

(SP): Creo que en cualquier medio, la vida literaria es difícil. Pero es algo que uno trae, sin saberlo, desde el primer latido, y de cualquier forma una va a hacer su obra.

¿Crees que la literatura cubana a veces tiene serios altibajos?

(SP): La literatura cubana es una de las más sólidas de América, teniendo en cuenta la calidad y la cantidad. Si tiene altibajos debe ser porque es lógico que así sea, incluso la obra de un autor, por muy brillante que sea, también tendrá sus altibajos, creo.

¿Qué libros han cambiado tu vida?

(SP): Es una larga lista de la que voy a poner tres para no hacer una enumeración interminable e incompleta: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Las aventuras de Huckleberry Finn, y Peter Pan y Wendy.

¿Qué escritores cubanos te han influenciado más?

(SP): Digamos, con el peligro de que me falte alguno, que Ramón Meza, Pablo de la Torriente Brau, Lino Novás Calvo, Alejo Carpentier, Onelio Jorge Cardoso, Guillermo Cabrera Infante, Senel Paz, Francisco López Sacha, Félíx Luis Viera, etc., etc., etc.

El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?

(SP): A una pregunta más o menos similar dije una vez que la nostalgia era más temporal que espacial, más del tiempo que de la geografía. Yo visito Cuba y cuando hablo con mis viejos amigos, al poco rato los ataca la nostalgia, y empiezan a llorar algunos. ¿Por qué lo hacen...? Por nostalgia, porque ese pueblo nuestro ya no es lo que era antes cuando “éramos tan jóvenes”. Sin embargo, ellos no han perdido sus lugares entrañables, sino el regreso al pasado, a esa patria que va quedando atrás. No hay vuelta a lo que fuimos, y esa es la mayor nostalgia, aunque la pérdida del entorno multiplica el sentimiento de pérdida.

¿Has tenido que esquivar la censura en tus escritos?

(SP): Realmente no he tenido que enfrentar la censura por cuestiones extra literarias. Si hubiera sido periodista, seguramente hubiera tenido que vérmelas con ella.

Isaac B. Singer afirmaba que tenía más de 500 razones para escribir para los niños. ¿Cuáles son tus razones fundamentales para escribir literatura juvenil?

(SP): No me he propuesto eso de antemano. Resulta que mis personajes casi siempre son jóvenes o adolescentes. Siento atracción hacia esa condición o etapa de la vida. Y luego resulta que a los jóvenes les gusta porque se ven reflejados en las historias, lo cual me da mucha satisfacción.

¿Hay algún género más eficaz para transcribir la realidad cubana?

(SP): Por supuesto, el cine, la televisión. Estamos en una era audiovisual. Cada vez, la palabra escrita ha ido perdiendo la batalla antes esos monstruos de la comunicación; pero sigue siendo un recurso insustituible.

¿Crees que la cultura cubana tiene déficit de monografías, memorias históricas que den profundidad a esta cultura?, ¿cómo se puede suplir este vacío?

(SP): No soy un estudioso del tema, y tengo el temor de escribir sobre algo que desconozco a cabalidad. Creo que hace falta un poco más de crítica literaria.

¿Sin memoria histórica no hay imaginación?

(SP): Sí la hay, pero no tiene basamento o asidero con la realidad. Seria una imaginación algo volátil, algo así como un oxonománton o habría que encontrarle entonces otro nombre a esa nueva figura literaria.

¿Qué significado tiene para ti la ciudad dónde has vivido la mayor parte del exilio?

(SP): Miami es la ciudad donde menos nostalgia se siente fuera de Cuba. Es como un pedazo de la Isla extrapolado; pero al mismo tiempo es una especie de Babel, donde confluye casi toda Latinoamérica y algo más allá. Existen muchos Miamis en Miami. Está el de la gente acomodada que pasean en yates los fines de semana, la de los campos de golf, la de los lagos, la de sus parques deportivos, la del obrero pegado a su trabajo para alcanzar el sustento y poder ayudar a su familia en sus países, etc.

¿Qué objetivo persiguen tus libros?

(SP): Yo creo que si mis libros persiguieran algún objetivo, sería que los lean. Los libros se sientes felices cuando los ojos de la gente recorren sus palabras. Creo que esos momentos los viven plenamente.

¿Qué mensaje deseas trasmitirle a los cubanos y a tus lectores?

(SP): Que no se dejen vencer por la competencia (radio, cine, televisión, Internet, Facebook, celulares, y lo que sigue llegando), y no abandonen nunca la pasión por la lectura.


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