Actualizado: 17/04/2024 23:20
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La pesadilla de Raúl

El gobernante cubano se ha atascado en el viejo modelo del socialismo de mercado: un ajuste aquí, un retoque allá, a pesar de que la Europa de 1989 le debería servir de advertencia.

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Los problemas de Cuba no pueden resolverse desde el reformismo pasado de moda del gobierno. Raúl Castro no es Gorbachov ni Deng Xiaoping, que mientras ostentaron el poder fueron innovadores. Raúl se ha atascado en el viejo modelo del socialismo de mercado: un ajuste aquí, un retoque allá, a pesar de que la Europa de 1989 le debería servir de advertencia. Es un callejón sin salida.

De niña, a menudo solía pedirle un peso a mi abuelo materno —un gallego que emigró a Cuba y al que le fue bien en todos los sentidos—. Un peso era entonces dinero real y, al entregármelo, mi abuelo me decía: "Mari, recuerda, al dinero hay que respetarlo". Dándole vuelta a la frase, he traspasado su sabiduría a mis alumnos: "Recuérdenlo, al mercado hay que respetarlo".

Desde luego, no quiero decir que siempre sea bueno que el mercado actúe solo. Pero los políticos —tanto los dictadores como los demócratas— que no sienten respeto por el mercado, tampoco respetan a sus pueblos.

Los hombres y las mujeres de a pie tienen derecho a realizar sus sueños, sobre todo el de brindarles a sus hijos el mejor futuro posible. Los políticos que no reconocen el papel que desempeña el mercado sólo velan por su propia gloria, lo que acaba por costarle muy caro a sus pueblos. Sólo por eso, la historia casi nunca los absuelve.

El 20 de diciembre pasado, Raúl Castro expresó ante la Asamblea Nacional: "…en la actualización del modelo económico cubano no puede haber espacio a los riesgos de la improvisación y el apresuramiento. Porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos". Así habló con cautela un hombre consciente de lo que había omitido: que demasiados errores se habían cometido a lo largo de décadas y que en estos momentos todo estaba en peligro.

Raúl continúa detallando los absurdos que sólo pueden ocurrir cuando no se respeta el mercado. Por ejemplo, alardea del éxito que para él supone que en 66 municipios (de los 169 de la Isla), el suministro local de leche fresca a las bodegas se realiza puntualmente, con el consiguiente ahorro de combustible. Los presidentes de países normales no tienen que preocuparse por la distribución de la leche fresca. El sector privado se encarga de asegurarlo.

En los últimos meses, tanto funcionarios de alto rango como la prensa han estado machacando al "Estado paternalista" y, dado que durante más de medio siglo las mismas personas se han mantenido en el poder, me pregunto quién es responsable por haber creado tal estado de cosas y la mentalidad que este genera. En Cuba, el trabajo y los salarios llevan mucho tiempo divorciados: los cubanos hacen como que trabajan y el Estado hace como que les paga. Es lo que sucede cuando a los pueblos se les roba su dignidad, cuando se les niega el derecho a ganarse la vida honradamente.

Sin embargo, no sólo de pan vive el hombre. De acuerdo con una encuesta Gallup realizada en La Habana y Santiago de Cuba hace algunos años, sólo la cuarta parte de los encuestados creía que gozaba de la libertad para decidir qué hacer con su vida. Al preguntárseles si habían reído o sonreído el día anterior a la encuesta, sólo el 62% declaró que sí. Los cubanos se sitúan muy por debajo del promedio del resto de los latinoamericanos en este y otros tipos de medición subjetiva del bienestar.

La libertad es tan importante como la justicia social. Cubanos valientes radicados en la Isla han reclamado sus derechos. Sea un bloguero, las Damas de Blanco, un hombre en huelga de hambre, un rapero que le canta la verdad al gobierno o una joven que lee algún libro prohibido, las personas de a pie están recuperando el país poco a poco. Las amenazas, las golpizas, las detenciones y los simulacros de juicios puede que amedrenten a algunos, pero otros siempre avanzan más. ¡Una pesadilla interminable para el régimen!

Pero en los últimos tiempos han surgido nuevos dolores de cabeza.

-Un grupo de afroamericanos prominentes no pudo callar más y denunció el "insensible desprecio" hacia los cubanos de color. Negros y mestizos en la Isla renuevan su testimonio de maltratos.

-Veintiún intelectuales y cinco organizaciones culturales firmaron una declaración denunciando "un incremento del control burocrático-autoritario" para aplastar proyectos culturales autónomos.

-La dirigencia no puede fijar una fecha para el congreso del Partido. Algunos militantes, como el resto de la población, exigen un cambio. Ser comunista no significa necesariamente que seas confiable.

Todo peligra. Para los que se encuentran a la cabeza, significa que peligra su propio poder. Para todos los demás, peligran su dignidad, sus derechos como ciudadanos, su libertad. Que 2010 sea un año en el que cada vez más cubanos, en toda su diversidad, encuentren sus voces, sus sonrisas, y avancen con la cabeza muy alta.


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