Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Disidencia, Exilio, Oposición

Oposición y exilio: nadie escarmienta

Por derivación de la dictadura de partido único, la represión política es rasgo esencial del Estado totalitario castrista y solo podrá cesar con la caída de dicho Estado

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Este 28 de enero, en el centro cultural Cuba Ocho, seis o siete opositores armaron con varios exiliados la Convención para la Democracia en Cuba, luego de largar conferencia de prensa la víspera en la Casa Bacardí.

Vamos a dejar a un lado la nota de que “los participantes se iban pasando el micrófono para hacer una pequeña intervención de unos minutos, en un ambiente distendido, que permitía que varios de los presentes fumaran habanos y bebieran mojitos”.

Lo que interesa es la agenda convencionalista de cuatro puntos: la liberación de todos los presos políticos y el cese de la represión por motivos políticos, el respeto por el gobierno cubano de los pactos de Naciones Unidas y otros acuerdos internacionales, el reconocimiento de “la sociedad civil cubana independiente [como] interlocutora válida y la reforma constitucional y legal.

1. Represión política

Por derivación de la dictadura de partido único, la represión política es rasgo esencial del Estado totalitario castrista y solo podrá cesar con la caída de dicho Estado, esto es: como consecuencia de una contrarrevolución anticastrista, que presupone lograr la mayoría en la Asamblea Nacional o tener éxito con algún ademán violento, como las experiencias históricas de huelga general (1933), golpe de Estado (1952) y guerra de guerrillas (1959).

Los opositores convencionalistas se quedaron por enésima vez en el qué sin sugerir cómo ni por asomo. Al pedir la liberación de “todos” los presos políticos siguieron en la abstracción, porque no precisaron quiénes quedan todavía como tales y la lista socorrida de Elizardo Sánchez adolece de una noción disparatada del delito político.

2. Respeto del gobierno a los pactos y acuerdos internacionales

Esto tiene que exigirse al propio gobierno y la única vía para hacerlo es la queja y petición ciudadana que autoriza la constitución. Si el gobierno, como acostumbra, no contesta la queja y petición, hay que presentar el recurso de alzada que abre la vía para llevar el caso al tribunal. Es sabido que, a la postre, el gobierno contestará la queja y petición como le venga en ganas, pero esta escaramuza jurídica es mucho mejor que pedir respeto en una esquina de la Calle Ocho o incluso la sede de Naciones Unidas, porque al menos obliga al gobierno a dar respuesta oficial y quedar así expuesto a la crítica fundada.

3. Sociedad civil independiente como interlocutora válida

Resulta que la “sociedad civil independiente” quiere meter las narices en las negociaciones entre Cuba y EEUU, sin haber podido meterlas jamás en los asuntos de la propia Cuba. Por definición, la oposición es política y se torna esquizoide si, en lugar de cuajar como coalición de partidos con apoyo popular, se disfraza de “sociedad civil independiente”. Parafraseando a Saborit, la categoría “interlocutora válida” hay que ganársela en Cuba primero y en el extranjero después. Para ganársela en Cuba hay que ganarse primero al pueblo, pero los opositores suelen hacerse ilusiones porque conversar con alguien o asistir a un foro en el extranjero, sin advertir que hace rato viene ocurriendo así sin que sean escuchados y atendidos más allá del paripé y la hipocresía.

4. Reforma constitucional y legal

La Asamblea Nacional es el único poder legislativo y constituyente. Si la oposición no logra la mayoría de diputados allí, pedir reformas y leyes al pairo es delirium tremens, que se nota con mayor tembleque en esta iniciativa lanzada durante el debate convencionalista: formar “una especie de parlamento con miembros de ambos lados del Estrecho de Florida”. Le zumba el merequetén que líderes sin masas de la oposición vengan a Miami a una convención para la democracia en Cuba y, en vez de proponerse cómo ganar allá respaldo popular, se apeen con otro avatar del disparate que Rodolfo Nodal Tarafa denominó “gobierno en el exilio”.

Coda

Otra de las iniciativas lanzadas fue enviar “una delegación de opositores de Cuba y el exilio a la Cumbre de las Américas en Panamá”. Dizque también una discusión similar sobre el futuro de Cuba tendrá lugar simultáneamente en más de 400 casas de activistas dentro de la Isla, pero nada bueno se augura si esta convención en Miami giró alrededor de juegos florales como:

  • “Lo más importante es la soberanía del pueblo, que es quien debe hacer todo lo posible para quitar y poner a sus gobernantes” (Guillermo Fariñas, por teléfono).
  • “Es un buen momento para forjar el discurso de la nación” (Manuel Cuesta-Morúa).
  • “Es la hora de Cuba, por eso hace falta escuchar la voz de la gente” (Dagoberto Valdés).
  • Hemos iniciado una conversación ciudadana” (Eliécer Ávila)
  • “Hay bastante optimismo dentro de Cuba” (Laritza Diversent)
  • “No podemos quedarnos fuera de la historia de Cuba” (Fernando Palacio)

Al anunciarse la convención en la Casa Bacardí, parecía que el Apóstol iba a morir en el año 162 de su natalicio. Al cocinarse de nuevo en su propia salsa, al compás de los mismos sonsonetes de siempre, los opositores convencionalistas certificaron la defunción.


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