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Actualizado: 17/05/2024 12:58

HUMOR

Cien horas que estremecieron al mundo

'Nuestro Lisandro Otero en París', la momia egipcia y los calzoncillos del Comandante.

Biografía a dos voces se llama el libro que acaba de publicar el periodista hispano-francés Ignacio Ramonet, fruto de cien horas de conversación entre este y el Comandante en Jefe. Cierto que lo de las cien horas de conversación con el Comandante no tiene nada de particular, teniendo en cuenta que esa es más o menos la cantidad de horas semanales que un cubano tiene que escucharlo con sólo pasar frente al televisor de vez en cuando. Lo inusual del caso es que Ramonet, durante esas cien horas, ni siquiera tuvo el aliciente de que pasarían la telenovela después de que el Comandante terminara.

La entrevista de Ramonet incluye las siempre originales preguntas que van desde el porvenir del país, pasando por una eventual sucesión en el poder en la Isla y el futuro de la revolución, hasta la debatida teoría de la mortalidad del Comandante y sus nuevas recetas para cocinar langostas.

El problema es que ahora ciertos sesudos se cuestionan si esta entrevista del susodicho Ramonet (más conocido en los círculos gubernamentales cubanos como "Nuestro Lisandro Otero en París") fue sostenida en exclusiva con el Comandante en Jefe en persona o con un nutrido grupo de recortes del periódico Granma.

Según los incordiadores, buena parte de las supuestas respuestas que le dio el Comandante a Ramonet fueron tomadas de discursos, notas editoriales y cartas del primero publicadas con anterioridad en dicho periódico, con excepción de las recetas de langosta, que fueron tomadas directamente del libro Cocina al minuto, de Nitza Villapoll.

Yo me pregunto: ¿por qué un hombre de la confianza del Comandante, como es Nuestro Otero en París (NOP), preferiría hurgar en recortes del Granma que escuchar de viva voz las perlas de sabiduría del Comandante durante un breve centenar de horitas? Ya me puedo imaginar la respuesta de esos calumniadores: porque los recortes tienen la ventaja de que si te quedas dormido delante de ellos, no te fusilan.

La revolución del periodismo

Por el contrario, me inclino a pensar que en tal caso lo que NOP persigue es revolucionar el periodismo con la creación de un nuevo género: la entrevista-collage. El libro, en vez de Biografía a dos voces, debería llamarse Biografía a voz y recortes. Con este método, en lugar de acosar al personaje al que se quiere entrevistar, todo se limitaría a buscar las respuestas a las interrogantes en palabras pronunciadas anteriormente. Gracias a esta novedosa técnica, desde su aséptica comodidad parisina, NOP podría entrevistar a figuras que por una razón u otra sean difíciles de localizar: desde Osama Bin Laden hasta Julio César.

NOP: ¿Me puede decir en pocas palabras cómo se siente en nuestro país?
Julio César: Vine, vi y vencí.
NOP: ¿Y qué planes tiene para el futuro?
Julio César: La suerte está echada.
NOP: ¿Son ciertos los rumores que afirman que usted es homosexual?
Julio César: ¡¿Tú también, Bruto?!

De cualquier manera, me resisto a pensar que NOP haya incurrido en lo que desde una perspectiva conservadora puede tomarse como falta de ética profesional. Creo que Nuestro Otero en París cumplió honradamente con sus deberes de periodista a la vieja usanza y estuvo durante cien horas haciendo preguntas. Si obtuvo el mismo resultado que esos viejitos que hacen colas en La Habana a las cuatro de la mañana para comprar el Granma, es porque el señor barbudo vestido de verde olivo que respondió a NOP no es el Comandante, sino una computadora con su misma apariencia.

Una curiosa medida

Ya sé que sobre el Comandante se cuentan leyendas tan difíciles de creer como la de que alguna vez celebró el Día de las Madres. Sin ir más lejos, el otro día un ex guardaespaldas declaró al diario El Nuevo Herald que el Comandante mandaba a quemar todos sus calzoncillos por temor a que durante el lavado sus enemigos aprovecharan para envenenarlo por los planos bajos. Eso representa, groso modo, un total de 17.155 calzoncillos incinerados en los últimos 47 años (sin contar años bisiestos) por su condición de presuntos agentes de la CIA.

Esta curiosa medida de seguridad explicaría dos cosas: 1) las dificultades que durante décadas ha atravesado el Ministerio de Comercio Interior en uno de sus departamentos más deficitarios, y 2) la tendencia de la población masculina de la Isla a usar ropa interior sólo en casos extremos, como bodas y adulterios (hay quien aconseja que el Comandante, dada su avanzada edad, debería pasarse a los pañales desechables y así, de paso, se salvaría a los pobres calzoncillos de la Inquisición preventiva a la que se los somete. Otros sospechan que desde hace rato el Comandante viene siguiendo ese consejo, lo cual explicaría la casi infinita extensión de sus discursos).

La Deep Blue Commander

A pesar de todo, pienso que mi teoría no es una simple leyenda. Todas las piezas encajan. Por una parte, con una imaginación como la suya, el Comandante nunca ha tenido necesidad de copiarse a sí mismo. Fíjense en sus consignas de los últimos cuarenta años: "¡Patria o Muerte!", "¡Socialismo o Muerte!", "¡Ahorro o Muerte!". Cierto que la "Muerte" y la "o" se repiten bastante, pero no me negarán que el resto de la frase ha tenido siempre un toque renovador.

Por otro lado, está la noticia aparecida recientemente sobre el proceso de restauración al que está siendo sometida una momia egipcia de 2.000 años perteneciente al Museo Bacardí de Santiago de Cuba (se dice que era compañera de estudios de Alicia Alonso en la escuela primaria, pero se conserva mejor). Estos dos elementos bastan para concluir que, en efecto, el Comandante ha sido sustituido por una computadora de última generación mientras espera su turno para ser restaurado después de la momia (la egipcia, porque Alicia gustosamente le cederá su turno).

A esos anticastristas siempre dispuestos a saltar de entusiasmo ante el menor signo de debilidad del Comandante, les recomiendo calma. Si el Comandante ha decidido que una computadora lo sustituya debe ser porque esta tiene méritos suficientes para hacerlo, con la ventaja de que además no es aficionada al Chivas Regal. Seguramente no se trata de una computadora cualquiera, sino de una como Deep Blue, la misma que se ha enfrentado un par de veces a Garry Kasparov en torneos de ajedrez.

Deep Blue versión Commander tendría en su programa la experiencia acumulada por el Comandante en sus 60 años de vida política: todos sus discursos, entrevistas, mesas redondas, comparaciones estadísticas y recetas de cocina. Y el problema es que la Deep Blue Commander (Deep Green para abreviar) no tiene frente a ella a Kasparov.

Los líderes del exilio nunca han dejado de enfrentarse a Deep Green, sólo han pasado por alto un pequeño detalle: que ellos juegan al dominó. No en balde llevan 40 años tratando de pegarse con el doble nueve sin conseguirlo, todo lo que encuentran en el tablero son alfiles, torres y caballos.

Luego están los otros que, de tan sutiles, no se sabe ni a lo que juegan. Se pasan el tiempo hablando de reconciliación entre los peones de ambos bandos mientras dedican todos sus esfuerzos a darle jaque mate al doble nueve, al doble seis y al doble uno. Y de paso, al doble blanco, por racista. Y todo para trancar el juego y seguir revolviendo las fichas eternamente.

Deep Green, con sus 200 millones de operaciones por segundo, seguirá ahí, lo mismo dando entrevistas que instrucciones para usar ollas, y pasando de la defensa rusa al gambito venezolano mientras el Comandante es restaurado y aprovecha para cambiarse los pañales desechables.

Yo seguiré aquí firme, revelando cada una de sus estrategias, sin temor a represalias porque sé que el Comandante después de todo no es un tipo rencoroso. De cualquier manera —por si acaso— no pienso llevar a lavar mis calzoncillos hasta que llegue el verano.

© cubaencuentro

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