Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 28/03/2024 20:07

Baker, Música, Cine

De la pobreza al estrellato

La entrada en el Panteón de París de Josephine Baker es una forma apropiada de honrar a la cantante y bailarina y activista de los derechos civiles de los negros, quien pasó su vida rompiendo barreras de exclusión

Hace unas semanas, el Gobierno de Francia decidió otorgar el máximo honor a la cantante y bailarina de origen estadounidense Josephine Baker (1906-1975): ser enterrada en el mausoleo del Panteón de París. La célebre artista, quien es recordada por su activismo durante la Segunda Guerra Mundial, se convierte así en la quinta mujer y cuarta persona de descendencia africana (los anteriores fueron Félix Éboué, Aimé Césaire y Alejandro Dumas) en recibir el que es considerado uno de los más grandes reconocimientos del Gobierno de ese país.

Es un enterramiento simbólico, pues los restos de Baker continuarán, como hasta ahora, reposando en Mónaco. Allí fue sepultada con un uniforme militar francés, que tenía las medallas que recibió por su activismo en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la ceremonia celebrada el pasado 30 de noviembre, el alegórico ataúd contenía puñados de tierra de cuatro lugares donde vivió la famosa artista: la ciudad estadounidense donde nació; París, su “segundo amor”; el Château de Milandes, donde vivió en el suroeste de Francia; y Mónaco. Eso significa que Baker yace en el mausoleo junto a otras personalidades de la historia de Francia, como los escritores André Malraux, Emile Zola y Víctor Hugo, los científicos Pierre y Marie Curie y los políticos Jean Jaurès y Simone Veil.

Por otro lado, Brian Bouillon-Baker, hijo de la icónica vedete, ha adelantado que la estación Gaité de la línea 13 del metro de París será rebautizada Gaité-Joséphine Baker. Situada en el distrito XIV de la ciudad, el nombre actual de la parada guarda una relación simbólica con la artista: en el número 20 de la calle Gaité se halla el Teatro Bobino, donde actuó por última vez en 1975. Esa zona acoge también una plaza que la recuerda. Bouillon-Baker anunció que la decisión ya fue validada por el Ministerio de Transporte y la Administración Autónoma de Transportes Parisinos (RATP).

Aunque desarrolló su carrera artística en Francia, Baker había nacido en Saint Louis, Missouri, en el seno de una familia negra y pobre. Su padre, Eddie Carson, era percusionista de vodevil, mientras que su madre, Carrie McDonald, era una humilde lavandera. Su verdadero nombre era Freda Josephine McDonald y desde pequeña se vio obligada a trabajar. Su infancia estuvo marcada por el maltrato, los abusos y las malas condiciones de vida que le ofrecían los dueños de la casa donde su madre trabajaba. Allí la obligaban a dormir en una caja de madera en un sótano, en compañía de un perro. Según cuenta Peggy Caravantes en la biografía The Many Faces of Josephine Baker: Dancer, Singer, Activist, Spy, a causa de un descuido que tuvo en la cocina, su jefa le metió las manos en una olla de agua hirviendo para que aprendiese, lo cual la envió al hospital.

Durante su niñez, le tocó vivir tiempos duros y brutales, en una época especialmente complicada para los afroamericanos. Estados Unidos era entonces un país segregado y Baker creció en la etapa de las peores revueltas racistas vividas en su ciudad natal. A los once años presenció la masacre de Saint Louis, en la que durante dos días de julio de 1917 centenares de negros fueron asesinados, sus casas incendiadas y más de 6 mil fueron expulsados de la ciudad. Ella y su madre se libraron de la violencia, no así muchos de sus amigos a quienes Baker vio morir ante sus ojos.

A los trece años, ya trabajaba como camarera en el Old Chauffeur's Club. Allí conoció al músico Willie Wells, con quien se casó ese mismo año. Sin embargo, la relación apenas duró unos meses y no tardó en divorciarse. Desde la infancia dio muestras de sus dotes como bailarina y a los catorce años ganó un concurso. En 1922 se unió a una compañía de baile, y un año más tarde ya formaba parte del coro de la primera obra de artistas negros que se representó en Broadway, Shuffle Along. Posteriormente trabajó en el mítico Cotton Club.

El público europeo se quedó prendado de ella

Cuando laboraba en el Plantation Club, conoció a la esposa del agregado comercial de la embajada de Estados Unidos en París. Este vio un gran potencial en la joven y le propuso ser parte de un espectáculo que quería montar en París, y por el cual ella cobraría 250 dólares a la semana. Fue así como en 1925 Baker fue a París como integrante del coro de La Revue Nègre. Su actuación no pasó inadvertida en la capital del mundo del espectáculo y en poco tiempo pasó a ser la estrella absoluta del show. Bailaba espasmódicamente y su cuerpo desnudo, cubierto solo por una escueta falda de bananas hechas de tela, extasió de tal forma a los parisinos que el espectáculo se convirtió en un gran éxito. El público se quedó prendado de ella y se convirtió en una estrella del Folies Bergière. Logró su meteórico ascenso basándose principalmente en sus propios términos: subvirtió los estereotipos raciales y sexuales (nunca ocultó su bisexualidad) y contribuyó a la eclosión del jazz en Francia.

Baker se convirtió en el símbolo de una década. Inspiró a artistas como Pablo Picasso y a escritores como Ernest Hemingway. Este último la llamó “la mujer más sensacional que nadie haya visto jamás —o nunca lo hará”. Apareció en la película Zou-Zou (1934), que hizo de ella la primera mujer negra en tener un papel protagonista en un largometraje. En 1927 era la artista del espectáculo mejor pagada de toda Europa y cpmpetía con Gloria Swanson y Mary Pickford por ser la mujer más fotografiada de todo el mundo. Fue apodada la Venus de Bronce, la Perla Negra y la Diosa de Ébano.

En 1935, regresó a Estados Unidos convertida en una estrella de fama internacional. Iba dispuesta a demostrar hasta dónde era capaz de llegar una niña afroamericana y pobre nacida en Missouri. Pero en su país natal las cosas no habían cambiado en lo referente a los derechos de los negros y volvió a sentir el desprecio de sus compatriotas por el mero hecho de tener un color de piel distinto. Sufrió la humillación de verse obligada a entrar en su hotel por la puerta de atrás. Al regresar a Francia decidió no volver a Estados Unidos y adoptó la nacionalidad francesa después de casarse con el industrial Jean Lion, de quien se separó al cabo de un año.

Su vuelta a Francia supuso un nuevo éxito. En la revista The New Yorker, Janet Flanner describió su nuevo espectáculo con estas palabras: “Tiene tantas escaleras como un sueño freudiano, posee coros de bailarines importados de Inglaterra, un ballet ruso completo, palomas amaestradas, un guepardo vivo, montañas rusas, el más bonito decorado veneciano del siglo, hectáreas de hermosos vestidos, los cuatro mejores bailarines de cancán en cautividad, un número de suspense en el que Miss Baker es rescatada de un tifón por un gorila y un ballet aéreo de pesadas señoras italianas rebotando sobre alambres”.

Cuando Francia fue invadida por los nazis, se convirtió en un importante miembro de la Resistencia. Aceptó además colaborar con la inteligencia francesa. Sus actuaciones eran la mejor excusa para que pudiese desplazarse por una Europa en guerra. Aprovechaba sus giras internacionales para trasladar documentos secretos y fotos de instalaciones militares nazis. Viajó por toda Europa y parte de África, y en Casablanca colaboró con una red que ayudaba a los judíos a escapar a Sudamérica. Baker se ofreció también como voluntaria a la Cruz Roja para trabajar como enfermera y como piloto. Ayudó, asimismo, en su faceta artística y cantó y bailó para las tropas aliadas. En sus actuaciones impulsó la confraternización entre soldados negros y blancos. Esos méritos le valieron en Francia la condecoración Cruz de Guerra y la orden de la Legión de honor.

A principios de la década del 50 y aunque sabía que en Estados Unidos no estaba tan bien considerada como en Europa, volvió de nuevo. En Nueva York le negaron nuevamente el acceso a treinta y seis hoteles por el color de su piel, y lo mismo le sucedió en Las Vegas. A pesar de ello, estaba empeñada en triunfar en su tierra. Emprendió una gira en la cual impuso una cláusula ineludible: no actuaría en locales segregados, sin importar la suma que le ofreciesen. La gira estadounidense culminó con un desfile en Harlem frente a 100 mil personas. En aquel acto fue honrada con el título de Mujer del Año, otorgado por la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color.

Una gran amistad la unió a Grace Kelly

Para celebrar aquel reconocimiento, Baker decidió ir a cenar al Stork Club, uno de los restaurantes más exclusivos de Nueva York. Allí volvió a darse cuenta de que el racismo seguía imperando en Estados Unidos. Tras esperar una hora sin que ningún camarero se acercase a atenderla, se marchó humillada. A pocas mesas de distancia, una joven rubia que había presenciado la escena reconoció que se trataba de la mundialmente célebre artista. Se levantó, se dirigió a ella, la agarró del brazo y salió junto con todos sus amigos. Antes de hacerlo, juró que nunca más volvería a aquel local. Aquella joven comenzaba entonces a ser conocida por sus papeles en televisión y se llamaba Grace Kelly. Fue el inicio de la gran amistad que unió a las dos mujeres.

En 1963, Baker consiguió volver a pisar suelo estadounidense con la ayuda del entonces fiscal general Robert Kennedy. Viajó para asistir a la legendaria marcha organizada por Martin Luther King en Washington. Fue el día cuando el líder de la lucha por los derechos civiles pronunció su célebre frase: “Yo tengo un sueño”. Baker se presentó orgullosamente con su uniforme militar y sus medallas de guerra. Fue la única mujer que habló ante los 300 mil asistentes al acto. Desde el estrado expresó: “Entré en los palacios de reyes y reinas, y en las casas de presidentes. Pero no podía entrar en un hotel de Estados Unidos y pedir una taza de café, y eso me enfurecía. Y cuando me enfurezco, ya saben que abro mi bocaza”.

Estaba convencida de que “el odio racial no es natural. Es una invención del hombre”, y de que las personas de diferentes razas podían convivir. Para demostrarlo adoptó a doce niños de varios países: Argelia, Colombia, Finlandia, Francia, Israel, Costa de Marfil, Corea, Marruecos, Japón y Venezuela. Se instaló con ellos en el Château des Milandes en el valle de Dordoña, en Francia. Se les conocía como La Tribu Arcoiris, en honor a las doce tribus de Israel. Angelina Jolie ha reconocido que ese fue el modelo que tomó como referencia, cuando adoptó a tres de sus hijos.

A comienzos de los años 60, las finanzas de Baker empezaban a estar muy deterioradas. En 1961 se divorció por cuarta vez y poco después se declaró en bancarrota. Un año después sufrió dos infartos y una embolia a causa del estrés. Debía más de medio millón de dólares y acabó compartiendo una habitación del castillo con sus doce hijos, mientras puso a la venta todas sus posesiones. Tuvieron que desalojarla a la fuerza y permaneció siete horas sentada a la puerta de su castillo sola y bajo la lluvia. Francia quedó conmocionada al ver la imagen de su gran estrella literalmente en la calle. Entonces su amiga Grace Kelly, acudió en su ayuda. Convertida ya en la Princesa Grace de Mónaco, le consiguió una casa de cuatro habitaciones en el Principado. Y junto a su marido Rainiero, la ayudó además a relanzar su carrera.

Al final de su vida, la artista realizó una actuación especial en el Teatro Bobino en París, para celebrar los cincuenta años de su carrera. Fue el 9 de abril de 1975. Baker volvió al centro de la capital francesa y conquistó de nuevo al público. Las críticas fueron unánimes: seguía siendo una diva. Se agotaron las entradas y hubo que utilizar sillas plegables. Entre el público que abarrotaba la sala estaban, entre otras celebridades, Liza Minnelli, Sophia Loren, Diana Ross, Mick Jagger y Grace de Mónaco.

El 12 de abril, cuatro días después del estreno de su espectáculo, la hallaron muerta en su cama rodeada de las críticas que se habían publicado. Había sufrido una embolia. Su funeral fue multitudinario y en primera fila estuvo su buena amiga y protectora Grace de Mónaco. El cortejo fúnebre que desfiló por las calles de París fue muy impresionante, y Baker fue la primera mujer norteamericana a la cual le otorgaron honores militares en Francia. Su cuerpo fue enterrado en Mónaco.

Acerca de su entrada en el Panteón, el diario británico The Guardian comentó el simbolismo que ese hecho tiene hoy, cuando “las corrientes de xenofobia atraviesan el organismo político francés antes de las elecciones presidenciales de la próxima primavera”. Agrega que también es una forma apropiada de honrar a “la bailarina, cantante y activista de derechos civiles negra de Missouri, quien pasó su vida rompiendo barreras de exclusión”. Y expresa que “posiblemente fue una figura tan importante en la historia del empoderamiento negro como Muhammad Ali”.

© cubaencuentro

En esta sección

La niebla de Miladis Hernández Acosta

Félix Luis Viera , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Fornet a medias

Alejandro Armengol , Miami | 08/04/2022

Comentarios


Mujeres detrás de la cámara (II)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 08/04/2022


Juegos peligrosos

Roberto Madrigal , Cincinnati | 08/04/2022

Comentarios




Mujeres detrás de la cámara (I)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 01/04/2022


La prisión del «Moro» Sambra

Félix Luis Viera , Miami | 25/03/2022

Comentarios


Rompedora en forma y en contenido

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 25/03/2022


Predicciones de los óscares

Roberto Madrigal , Cincinnati | 25/03/2022

Comentarios


El parricidio que inspiró un ballet

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 18/03/2022


Subir