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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Cine, Poesía, Arte 7

El compromiso del poeta

El cineasta inglés Terence Davies ha llevado la vida y la poesía de la estadounidense Emily Dickinson a la pantalla, y ha evitado realizar una biografía tradicional

Emily Dickinson (1830-1886), está considerada como la mejor poeta americana. Es un reconocimiento que tiene cierto tono paternalista. La reconocen como la mejor “mujer poeta” o “poetisa” de Estados Unidos, cuando en realidad, puede compararse con poetas de cualquier género. No hay que acentuar su condición de mujer. A no ser que se quiera puntualizar que estaba adelantada a su época. Es curioso, a su vez, que A Quiet Passion es la única película que se le ha dedicado. La ha tenido que hacer un inglés.

Dickinson escribió alrededor de 1.800 poemas, sin embargo, solamente once de ellos fueron publicados mientras vivía. Fue, en su momento, una desconocida, lo cual no le impidió mantener una dedicación devocional a su escritura. Fue alguien que se sentía incómoda fuera de los confines de su familia y que vivió como una reclusa, en su habitación, los últimos seis años de su vida.

El cineasta Terence Davies (Liverpool, 1945), ha llevado a Dickinson a la pantalla. En A Quiet Passion, ha evitado realizar una biografía tradicional. En vez de hurgar en la infancia y la adolescencia y especular sobre los traumas o sucesos que motivaron su vocación, Davies nos entrega a Dickinson a través de sus poemas, en un montaje artístico que, a su vez, expresa lo más significativo de la época que le tocó vivir a la poeta. Es Dickinson en sus propias palabras.

El filme comienza con un fin de curso en el exclusivo Mount Holyoke, cuando ya Dickinson se define como una pensadora independiente que no se aferra a creencias religiosas, pero que se concentra en la salvación del espíritu aun cuando no exista un Dios. Luego nos presenta a la poeta en su vida familiar. El respeto a su autocrático, pero benevolente padre, a quien, con todo su cariño, no teme desafiar en sus creencias. Davies mantiene la narración de forma episódica, subrayando los encuentros, desencuentros y actividades que muestran las convicciones de Dickinson, apoyándose en sus poemas.

Los diálogos del filme se concatenan como una serie de aforismos grandilocuentes, espetados por Dickinson, sus familiares y sus amigas. Sin embargo, la solemnidad no molesta. Dados los encuadres que utiliza Davies, parecen escenas artísticamente montadas, semejando cuadros de la época, pero con sonoridad. Los actores se mueven con gestos teatrales, un poco estereotipados, a lo Bresson. Lo que pudiera parecer teatro filmado no lo es. La prueba de que este filme es puro cine es el hecho de que mientras escribo esto para tratar de describirlo, me doy cuenta de que me quedo corto, muy lejos del verdadero alcance de esta obra. Esto hay que verlo para entenderlo.

Davies es un director que trabaja la sutileza. Sus filmes anteriores como The House of Mirth, The Neon Bible y The Deep Blue Sea, son obras narrativas de tono menor, que ganan intensidad a mediad que avanza la trama, secuencia a secuencia, sin prisa y sin efectismo. En A Quiet Passion, elaborando sobre su propio guion, ha mantenido la sutileza, pero esta vez ha adoptado un tono grave, que matiza con toques de humor que proceden de la propia actitud de Dickinson ante la vida. Según Davies, se leyó seis biografías de Dickinson antes de escribir su libreto.

La cinta pudo haber sido un manifiesto feminista insoportable, sin embargo, Davies se las ha arreglado para mantener un tono sereno y nada panfletario, que respeta la época que le tocó vivir a Dickinson y que nos hace meditar sobre la condición y el fervor del poeta ignorado pero dedicado a su obra.

Cynthia Nixon, una actriz que nunca me ha parecido nada extraordinario y que muchos recuerdan por su participación en la teleserie Sex and the City, realiza una convincente actuación como Dickinson. Desde la lectura de los poemas hasta los manerismos de la época. Es extremadamente cuidadosa en su expresión, sin que le reste espontaneidad al personaje. Está sorprendentemente magnífica. También Jennifer Ehle (Zero Dark Thirty, The Adjustment Bureau) ofrece una actuación impecable como Vinnie, la hermana menor de Emily. El legendario Keith Carradine como el padre de Emily, se las arregla para darle vida a un personaje que es lo que más se acerca a un pobre estereotipo en este filme. Es un autócrata firme, pero a la vez flexible, capaz de entender las expectativas de su hija. Duncan Duff (Wild Target), quien proviene mayormente de la televisión inglesa, no tiene mucha oportunidad de destacarse en un papel mal definido, como el hermano de Emily.

La selección de poemas que se oyen perfectamente declamados por Nixon, es excelente y añade a la dimensión de trascendencia espiritual del filme.

La fotografía del alemán Florian Hoffmeister (The Deep Blue Sea), otro veterano de la televisión inglesa, es simplemente magistral. Logra los encuadres y tonalidades requeridos por el guion, que parecen pinturas del periodo.

A Quiet Passion no es una obra maestra, pero es un filme atrevido, tan comprometido con su sujeto como su sujeto estuvo comprometida con su arte. Es un filme que se involucra en la devoción artística, en la tranquila pasión de quien se dedica a su obra sin importarle su alcance. Del verdadero artista que escribe, ante todo, para sí mismo.

A Quiet Passion (Reino Unido/Bélgica, 2016). Guion y dirección: Terence Davies. Director de fotografía: Florian Hoffmeister. Con: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Keith Carradine y Duncan Duff. De estreno limitado en ciudades selectas de Estados Unidos.

© cubaencuentro

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