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Actualizado: 13/06/2024 22:37

Pintura

El realismo patético de Caravaggio y La Habana

Ese sábado 24 de septiembre, un poco más allá, miles de cubanos iban y venían desde el amanecer hasta la noche. Era el día de la Virgen de la Merced, patrona de los prisioneros y los necesitados

Narciso en la fuente, sobrecogedora pintura y legado de Caravaggio a tantas generaciones. Esta obra del gran Michelangelo Merisi (1571-1610), el pintor italiano creador del realismo patético característico del barroco italiano, llegó a La Habana de grandes contrastes gracias a la solidaridad de Italia, persistente a través de sus jornadas de cultura anuales y otras oportunidades, a pesar de las tensas relaciones diplomáticas desde 2003.

El viceministro italiano de Bienes y Actividades Culturales Ricardo Villari y el embajador Marco Baccin inauguraron la exposición “Caravaggio en Cuba” en el edificio de arte universal del Museo Nacional de Bellas Artes, una muestra que se extenderá del 23 de septiembre al 27 de noviembre. La integran además, l2 obras de pintores próximos al artista lombardo, provenientes de la Galería Nacional de Arte Antiguo del Palacio Barberini y el Convento de San Silvestre de Roma. Es la primera ocasión que el “Narciso’’ viaja a América Latina y se estima que el lote tiene un valor de 95 millones de dólares. Fue transportado por cortesía de Blue Panorama Airlines, que opera en Cuba.

El sábado 24 de septiembre muchas personas cercanas al arte, en especial jóvenes estudiantes, en silencio inconscientemente reverencial apreciaban a Narciso contemplándose en la fuente y con él escudriñaban su enigmático reflejo en el agua. Al desplazarse de una pintura a otra, era imposible abstenerse de pensar en que esta oportunidad única debería propiciarse más a los niños para nutrir su apreciación estética y el hábito de visitar los museos, usualmente desiertos también de sus mayores. Las pocas excursiones escolares se organizan fundamentalmente para eventos de entretenimiento o diversión.

Solo con caminar una cuadras al salir del precioso edificio, construido a principios del siglo XX para el Centro Asturiano y que, luego de restaurado con ayuda del Principado, ocupa la colección de arte universal, se perciben ruinosas construcciones, atestadas de moradores escasos de agua potable, con carencias de lo más elemental para una vida humana y cuya existencia transcurre en las calles por falta de espacio hogareño y la costumbre de “luchar” para procurarse el sustento. Para ellos los conceptos de cultura son otros, lejanos de lo sublime, próximo a la vulgaridad inconsciente, los fetiches, el alcohol, las broncas callejeras y la violencia doméstica.

No es la calle Obispo restaurada, con su ir y venir de turistas y cubanos, sino las adyacentes a ambos lados, que no se usan para “andar” La Habana Vieja. Allí donde no interesa ir los “Sábados del Libro” a las charlas de presentación de nuevos títulos o a las galerías de arte. Las que están próximas a los caros hostales y restaurantes de los edificios reconstruidos. Esas donde se procura guiar a un extranjero para lograr alguna divisa.

Ese sábado 24 de septiembre, un poco más allá, miles de cubanos iban y venían desde el amanecer hasta la noche. Era el día de la Virgen de la Merced, patrona de los prisioneros y los necesitados. Mucho antes de llegar a la iglesia la calle estaba cerrada por autos de la policía y agentes de la Seguridad del Estado pululaban inquietos. Los fieles, llegados de todas partes del país, habituados a esa anomalía, silenciosamente hacían la cola para entrar y subir la escalera hacia la cima del altar donde rezar y pedir a la virgen. La mayoría descendía hacia el sacerdote para la bendición y terminaba la peregrinación dedicando una vela a otra imagen de la Virgen de la Merced. Finalmente se quedaba a la misa.

De regreso se atraviesan calles llenas de huecos; farmacias casi sin medicamentos, bodegas con cola para comprar la única libra de pollo distribuida mensualmente por el racionamiento, calles engalanadas con grandes pósteres colgantes en conmemoración del 51 aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución que se celebra este 28 de septiembre. Subiendo Neptuno, auxiliares de la policía política uniformados desviaban el tránsito a dos cuadras de una multitud vociferante, arriada por los oficiales de la Seguridad del Estado para impedir que mujeres vestidas de blanco pudieran salir a caminar rumbo a la Iglesia de la Merced.

Esta es la Cuba de los contrastes y la crisis general causada por el egocentrismo de una élite en el poder durante más de 52 años, que si se mirara en la fuente, no querría ver la realidad.

© cubaencuentro

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