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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Sebastián Lelio, Cine, Arte 7

El regreso de la hija pródiga

En este filme el director adopta cuanto esquema convencional existe para narrar este tipo de historias

En Disobedience, se retoma la parábola bíblica del hijo pródigo, se le cambia el sexo al personaje y al final se le da un giro políticamente correcto, inspiracional y de happy ending.

El rabino Krushka muere en medio de la sinagoga tras casi completar un sermón en el cual cita que Dios creó tres tipos de criaturas: los ángeles que solo están dotados para hacer el bien, las bestias que solo saben seguir sus instintos y los hombres, que tienen que decidir entre ambos y a quienes se le ha dado el libre albedrio para decidir hacia donde se inclinan. Esto va a ser clave para regir el argumento. Krushka vive en Londres, en una pequeña comunidad ortodoxa. Su hija Ronit, hace tiempo que vive en Nueva York, donde es aparentemente una fotógrafa reconocida. Es soltera y liberal. Hace años que decidió abandonar la pequeña comunidad londinense.

Al enterarse de la muerte de su padre, Ronit viaja a Londres para los funerales. Al llegar allí, sorprende a todos los miembros de la comunidad, porque desde que se fue, no es bienvenida. Además, tiene un pasado de peso imperdonable. Se encuentra con Dovid y Esti, sus mejores amigos de la infancia y la adolescencia. Dovid es el joven rabino que está llamado a remplazar a Krushka, por quien ha sido elegido. Esti, para sorpresa de Ronit, es su esposa. Ellas tuvieron una intensa relación lésbica que obviamente fue el motivo de la partida de Ronit. El romance vuelve a cobrar vida y le siguen las esperadas complicaciones.

Ronit lee un periódico en el cual, en la nota necrológica se lee que Krushka no tenía hijos. En esta parábola la hija pródiga no despilfarró la fortuna que le tocaba, sino los valores éticos y religiosos de su padre, de su religión y de su comunidad. Siente el rechazo expresado en el rostro de todos los feligreses con la excepción de una tía misericordiosa. El padre nunca llega a regocijarse en su regreso.

Lo que sigue es una trama sin imaginación, en la cual todo es previsible. Se asiste al escurridizo romance entre Ronit y Esti, que parece más una pataleta que un acto de rebeldía, la reacción de Dovid y después de la comunidad al enterarse. Todas las escenas son estereotipos de otras mejores ya vistas muchas veces. Una audacia de postalita hollywoodense y de melodrama gastado. Pero aquí nada tiene resonancia. Las emociones que se expresan son muy falsas y todo conduce a un final feliz en el cual prima la comprensión y triunfan el amor y la libertad. Todo es de una corrección política empalagosa.

El director chileno Sebastián Lelio parece atraído por el tema de los marginados sociales, de aquellos que osan retar las convenciones. En Gloria (2013), el personaje central es una oficinista divorciada, casi sexagenaria, que se niega a rendirse ante la vida y apuesta por un romance difícil. Es una película muy bien lograda y fresca. Luego en Una mujer fantástica (2017), que el año pasado le valió el Oscar a la mejor película en idioma extranjero, el personaje central es una transexual a quien se le muere su amante tras una noche de sexo y tiene que enfrentar a una familia convencional de la alta burguesía chilena. Aunque un filme de buena factura, a medida que se desenvuelve se va haciendo demasiado convencional en su lenguaje, chantajista emocionalmente y presa de la corrección política.

Con Disobedience Lelio juega al seguro. En este filme adopta cuanto esquema convencional existe para narrar este tipo de historias. Es una película excesivamente preconcebida para ganar la taquilla mientras se aparenta intrepidez temática. Los personajes no tienen cromatismo emocional. Son caricaturas sin vida, esquemas que caminan. Aunque no se puede decir que está financiado por Hollywood, parece que los directores latinoamericanos (y de otras latitudes también) cuando llegan a Estados Unidos a hacer cine, quedan encantados por el signo del dólar y pierden toda su garra artística. Incluso Lelio está terminando una versión americana de Gloria con Julianne Moore en el rol principal. Es muy difícil mejorar una película bien hecha. Puede que todo termine como le pasó a Juan José Campanella cuando tradujo al inglés El secreto de sus ojos (2009), una decente película argentina que resultó un fiasco rehecha con Julia Roberts.

Rachel Weisz y Rachel McAdams, como Ronit y Esti respectivamente, se desempeñan muy bien en sus papeles, pero en realidad no se requiere mucho de estas experimentadas y galardonadas actrices. El siempre eficiente y camaleónico Alessandro Nivola (Laurel Canyon), no tiene el menor fallo en el papel de Dovid, quizá el personaje más rico del filme, pero cuyas contradicciones personales quedan diluidas en la convencionalidad del guion.

Basado en una novela de Naomi Alderman, el guion está escrito por el propio Lelio con ayuda de Rebecca Lenkiewicz, asi que no puede culpar a nadie de su fracaso. De la fotografía de Danny Cohen (Les Misérables, London Road, The Danish Girl), no hay mucho que decir. Este excelente fotógrafo parece haberse limitado a cumplir órdenes sin mucha imaginación.

Disobedience es un filme convencional, con pretensiones intelectuales, pero realizado sin agudeza y que se mueve por caminos demasiado visitados y utiliza esquemas narrativos demasiado frecuentes.

Disobedience (Irlanda/Inglaterra/Estados Unidos, 2017). Dirección: Sebastián Lelio. Guion: Sebastián Lelio y Rebecca Lenkiewicz, basado en la novela de Naomi Alderman. Director de fotografía: Danny Cohen. Con: Rachel Weisz, Rachel McAdams y Alessandro Nivola. De estreno limitado en casi todas las ciudades importantes de Estados Unidos.

© cubaencuentro

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