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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Harrison, Música, Beatles

El triunfo de la modestia

Una edición conmemorativa celebra los cincuenta años de All Things Must Pass, el emblemático álbum que demostró que George Harrison era algo más, mucho más que el guitarrista y compositor eventual de los Beatles

El pasado mes de agosto, se lanzó con cierto retraso la edición para conmemorar las cinco décadas de All Things Must Pass, el emblemático trabajo discográfico con el cual George Harrison (Liverpool, 1943-Los Ángeles, 2001) demostró que era algo más, mucho más que el guitarrista y compositor eventual de los Beatles. Esta edición es fruto del trabajo realizado por su hijo Dhani, el productor David Zonshine y el ingeniero de audio y mezclador Paul Hicks. Durante cinco años se dedicaron a trabajar con las cintas que recogían las sesiones de grabación de 1970 y que produjeron 25 horas de música.

En esta edición conmemorativa se recogen 70 temas, entre los cuales figuran 42 inéditos, además de improvisaciones de estudio y canciones que finalmente no entraron en el álbum. La familia del músico ha cumplido así el deseo de este de remezclar y aportar mayor claridad sonora a un disco que él apreciaba mucho. De eso dejó constancia en las notas que redactó para la edición remasterizada de 2001, con motivo del trigésimo aniversario de su salida.

Allí expresaba: “Todavía me gustan las canciones del álbum y creo que pueden seguir sobreviviendo al estilo en el que fueron grabadas”. Y añadía: “Era difícil resistirse a volver a mezclar cada pista. Después de todos estos años me gustaría liberar a algunas de las canciones de la gran producción que parecía apropiada en aquella época”. Por su parte, al presentar esta nueva versión, Dhani expresó: “Ahora, veinte años después, con la ayuda de la nueva tecnología y el extenso trabajo del mezclador Paul Hicks, hemos cumplido este deseo y os presentamos este lanzamiento tan especial del 50 aniversario de la que probablemente quizás su mayor obra de arte. Cada deseo será cumplido”.

Para Harrison, ser un Beatle era muy difícil. Le tocó vivir a la sombra de Paul McCartney y John Lennon, quienes monopolizaban todo el trabajo como compositores y apenas dejaban opciones a los otros dos miembros (a Ringo Star, no obstante, era algo que no le interesaba). El guitarrista estaba sometido a la dictadura de dos temas por disco, y a cuentagotas le fueron aceptando composiciones como Think for yourself, Taxman, Don’t bother me, If I needed someone, While my guitar gently weeps y Within you, without you. Pero la lista completa es inferior a las de las canciones rechazadas. A medida que avanzaba la carrera del cuarteto, el talento de Harrison iba poniéndose de manifiesto cada vez más, aunque es cierto que sus composiciones se desligaban en esa misma medida del sonido Beatle, como lo evidencian Something y Here comes the sun.

Por otro lado, el ambiente dentro del cuarteto se había agriado y era tóxico. Lennon y McCartney se hallaban enzarzados en una pugna personal. La grabación del llamado Álbum Blanco estuvo cargada de tensiones. El concepto de grupo había desaparecido, cada integrante componía y grababa por separado. La ruptura estaba cantada. En su libro autobiográfico I Me Mine, recién traducido al español, Harrison escribió: “Todo era agradable en las películas, pero en la vida real nunca hubo ninguna duda. Los Beatles estaban condenados. Tu propio espacio, amigo. Es algo muy importante. Por eso estábamos condenados, porque no lo teníamos. Es lo que pasa con los monos en el zoológico. Se mueren. Sabes, todos necesitan que los dejen en paz”.

Seis semanas después de la ruptura de los Beatles, Harrison inició la grabación de All Things Must Pass. Fue un trabajo que le tomó más tiempo del que él tenía en mente, pues se extendió de mayo a octubre de 1970. Era su tercer disco, pues antes había lanzado Wonderfall Music (1968) y Electric Sound (1969). El primero era instrumental y el segundo de corte experimental, y solo quedaron como notas curiosas en su trayectoria. En cambio, All Things Must Pass representaba la apuesta personal con la cual demostrar su creatividad y su talento, sin el control de sus dos compañeros. Como le comentó a un periodista, estaba preparado para grabar “un disco de George”. Lo hizo en uno de los momentos más difíciles de su vida, en el cual coincidieron la separación del cuarteto, la muerte de su madre y el fin de una relación sentimental.

Si Wonderfall Music fue el primer disco en solitario de un Beatle cuando el grupo aún existía como tal, All Things Must Pass constituyó el primero que uno de ellos lanzaba cuando los cuatro tomaron caminos independientes. Fue además un proyecto audaz para su época: en la historia del rock, era el primer álbum triple de un músico solista. Y para muchos críticos, es el mejor grabado por un Beatle sin el resto de sus compañeros.

Un impresionante plantel de músicos

Harrison contaba con un abundante material, acumulado durante varios años. Como declaró entonces, “incluso antes de empezar, sabía que iba a hacer un buen álbum porque tenía muchas canciones y mucha energía. Para mí, hacer mi propio álbum después de todo lo vivido, fue un disfrute. El sueño total”. Aparte de ese puñado de magníficas canciones, a su favor tenía el impresionante plantel de músicos que participaron en la grabación, muchos de los cuales eran sus amigos. Integraban la élite musical del rock y el pop británicos de ese momento: Jerry Shirley (Humble Pie), Dave Mason (Traffic), Gary Wrigth (Spooky Tooth), Gary Brooker (Procol Harum), Alan White, futuro batería de Yes, Bobby Keys (Delaney & Bonnie), Tom Evans, Joey Molland y Mike Gibbins (Badfinger). En algunas pistas, Harrison fue acompañado por Ringo. De los arreglos de cuerda y viento se encargó John Barham, colaborador habitual del guitarrista.

Junto a ellos tomaron parte los entonces jóvenes Peter Frampton y Phil Collins. Se sumaron también Billy Preston, Eric Clapton y Pete Drake, el legendario músico famoso en la escena musical de Nashville. La amistad de Harrison con Bob Dylan se plasmó en dos canciones: I’d have you anytime, compuesta al alimón, y el clásico If not for you, que en su momento se publicó como una composición inédita de Dylan. En ese aspecto, se puede afirmar que All Things Must Pass fue un trabajo colectivo, en el cual todos contribuyeron para que saliese un disco mejor. Algo que Harrison les reconoció y agradeció, al expresar: “Eso fue lo mejor de separarnos: poder salir y hacer mi propio disco. Y también poder grabar con toda esta gente nueva, que fue como un soplo de aire fresco”.

El álbum se grabó en el Studio Three de Abbey Road y salió bajo el sello de Apple Records. El 26 de mayo, Harrison grabó 15 canciones con la ayuda de Ringo y de su amigo, el bajista Klaus Voormann. El segundo día terminó otras 15, acompañándose solo con una guitarra acústica. Esa sesión fue ya con Phil Spector al mando como productor. El ex Beatle lo había conocido en la grabación del sencillo de Lennon Instant Kharma y decidió contar con él. Fue una elección de la cual después se arrepintió, pues el famoso muro de sonido de Spector no encajaba en varias de sus canciones. Eso dio lugar a que durante la grabación surgieran tensiones.

La edición original de All Things Must Pass recogía 18 canciones repartidas en dos LPs. Incluía un tercero titulado Apple Jam, en el cual se reúnen cuatro instrumentales improvisados por Harrison y otros músicos durante las sesiones. En una entrevista que dio a la revista Billboard en el año 2000, este comentó acerca de esos temas: “Yo no quería simplemente tirar las improvisaciones al armario y al mismo tiempo no eran parte del disco. Fue por eso por lo que las puse en uno aparte, como una especie de bonificación”. La única canción cantada de ese LP es It’s Johnny’ birthday, un regalo para Lennon por su trigésimo cumpleaños. No es una composición original, sino que utiliza el ritmo de Congratulations, el tema popularizado por Cliff Richard en 1968.

Con aquel maravilloso álbum, Harrison se reivindicó musical y personalmente. Demostró su gran talento como compositor, una faceta que hasta entonces había mantenido en un segundo plano, a la sombra de Lennon y McCartney. Ahora podía grabar sin limitaciones de ningún tipo. Se sentía libre para componer y cantar, y lo hizo con una calidad nunca antes escuchada en él. Se advierte además en el álbum que se sentía feliz grabando esas composiciones. Recuperó lo que era el simple placer de hacer música, lejos de la rivalidad, el negocio y las presiones.

El que hasta entonces era el Beatle más discreto y callado, aprovechó la oportunidad para desplegar toda su creatividad. Muchos descubrieron así a un músico talentoso y profesional, que no necesitaba de los otros compañeros del grupo para crear un disco magnífico y exitoso. Derrocha ideas y estilos musicales. Mezcla rock, folk, misticismo, blues, gospel, pop, R&B, country. No era tan buen cantante como Lennon y McCartney, pero supo resarcirlo con unas producciones muy cuidadas.

Las composiciones impresionan por su profunda y personal introspección, así como por esa capacidad que Harrison poseía para crear canciones puras y cargadas de una poderosa espiritualidad. Esto último le venía de la influencia que en él tuvieron los conceptos filosóficos, éticos y vitales de las religiones orientales. Algo que lo llevó también a incorporar, a partir de Revolver (1966), el sitar, un instrumento musical hindú.

En varios de los temas, Harrison recrea su viaje interior, en unas letras que de forma poética reflexionan sobre temas existenciales. Entre ellas se destaca My Sweet Lord, el sencillo más emblemático del álbum. Fue compuesto en 1969 en Copenhague, cuando se hallaba de gira con el grupo norteamericano de rock y soul Delaney & Bonnie. Es un hermoso himno que canta a la unidad espiritual y religiosa y habla del anhelo de tener un vínculo directo con Dios, aunque no lo ubica en una religión determinada. Por eso entreteje el hallelujah del góspel con las alabanzas al Dios Krishna. A la dulzura de la guitarra con que se abre siguen los primeros acordes de la voz de Harrison, a las que después se unen los coros. Es de destacar el empleo del slide, con el cual el solo de guitarra adquiere su sonido característico.

Lanzado como el primer single del álbum, My Sweet Lord fue un gran éxito a nivel mundial e hizo historia al convertirse en el primer sencillo de un Beatle en solitario que llegaba al numero 1 en Estados Unidos. En 1972 ganó el Grammy a la mejor canción y en 2014 fue incorporado al Grammy Hall of Fame. Hoy sigue siendo una de las composiciones más queridas de todos los tiempos.

Un plagio “inconsciente”

En febrero de 1971, My Sweet Lord fue denunciada por plagio por los autores de He’s so fine, un tema grabado en 1962 por el grupo femenino The Chiffons. Harrison admitió que, en efecto, había escuchado esa canción, pero también dejó claro que no le había prestado demasiada atención. Declaró que al componer My Sweet Lord, He’s so fine no estaba en su mente, sino que se inspiró en la versión que The Edwin Hawkins Singers hicieron en 1968 de Oh Happy Day. Inicialmente, trató de llegar a un acuerdo antes de ir a los tribunales, pero el compositor demandó que le entregaran los derechos de la canción. El juicio tuvo lugar en Nueva York a comienzos de 1976, y el juez declaró el plagio como “inconsciente”. Eso no impidió que el músico tuviera que pagar 1,6 millones de dólares. El litigio tuvo su conclusión definitiva en 1988, cuando Harrison pagó 5 millones de dólares y recuperó los derechos de su canción en Estados Unidos y el Reino Unido.

Acerca de aquel incidente, en su libro I Me Mine el músico escribió: “No estaba consciente de la similitud entre He’s so fine y My Sweet Lord cuando escribí la canción, ya que era más improvisada y no tan fija”. Y agrega: “Aunque cuando salió mi versión de la canción y empezó a tener mucha difusión, la gente empezó a hablar de ella, y fue entonces cuando pensé: ¿Por qué no me di cuenta? Habría sido muy fácil cambiar una nota aquí o allá, y no afectar la sensación del disco”.

En el segundo LP se puede escuchar Awaiting on you all, una canción que, aunque tiene un ritmo más acelerado que My Sweet Lord, comparte con esta el aliento religioso: “Chanting the names of Lord/ And you’ll be free/ The Lord is awaiting on you all/ To awaken and see/ You don’t need a passport/ You don’t need no visas/ You don’t need to designate or emigrate/ Before you can see Jesus/ If you open your heart/ Then you will’ see he’s right there”. Tuvo un origen acústico, pero con la producción de Spector adquirió una sonoridad muy distinta.

A ese grupo de canciones pertenece también Hear me Lord, una balada que el cuarteto ensayó durante las sesiones de Get Back, pero que como otras composiciones de Harrison no pasó la criba. En ella, este le pide perdón a Dios por todos los años en que lo ignoró y le ruega que lo ayude a amarlo con más sentimiento. La versión incluida en All Things Must Pass posee cierto aire soul y cuenta con el acompañamiento de las George O’Hara Sisters. En realidad, era la voz de Harrison grabada y doblada encima varias veces.

El otro tema dominante en el álbum es el amor. Tiene una celebración jubilosa en What is life, tema del cual existía una versión anterior grabada en 1969 por Preston en su disco de debut como solista. Spector lo arropó con una orquestación con toque pop que le va muy bien y que contribuyó a que sea una de las canciones más conocidas de Harrison. En 2016, Olivia, la viuda del músico, y su hijo Dhani convocaron un concurso para buscar un video para What is life. Fue ganado por el californiano Brandon Moore, quien contó con Emma Rubinowitz y Esteban Hernández, ambos del Ballet de San Francisco. Estos interpretan a una feliz pareja vestida de amarillo que va retozando por las calles y los bosques de una ciudad. Según Olivia y Dhani, ese video capturó realmente la alegría de la letra de la canción.

En esa temática se inscriben Let it down, I dig love, Isn’t it a pity, así como los dos temas que firma Dylan: If not for you y I’d have you anytime. Let it down fue otra de las composiciones de Harrison rechazadas por el grupo, en este caso de Let it be. A resaltar en ella los solos de guitarra de Clapton y Harrison, y también los frecuentes cambios de ritmo, característicos de la música india. A diferencia de las orquestaciones grandiosas que Spector les imprimió a muchos de los temas, I’d have you anytime posee un arreglo más desnudo, que se sostiene en el elegante fraseo de guitarra de Clapton.

Aparte de esas canciones, hay otras que tratan temáticas variadas. Apple scruffs es un homenaje a un grupo no organizado de fans que solían esperar y seguir a los Beatles a donde quiera que iban. Harrison, quien la produjo, toca todos los instrumentos junto con Mal Evans. Art of dying fue compuesta en 1966, cuando su autor se sumergió por primera vez en el hinduismo, y trata el tema de la reencarnación. En su producción, Spector le dio un arreglo que la convierte casi en un rock duro. Está dominada por las excelentes guitarras de Harrison y Clapton, lo mismo que la dramática Beware of darkness, una balada de densa imaginería y contenido espiritual. Después ha conocido versiones de Leon Russell, Joe Cocker, Sheryl Crow, Concrete Blonde, Marianne Faithfull y Susana Hoffs, entre otros artistas. Quedan, en fin, otros temas, pero solo quiero agregar que el que da título al álbum es un intento consciente de imitar el sonido de The Band. Como dato curioso, fue la última canción que Harrison interpretó en vivo, antes de morir.

Tuvo un espectacular éxito comercial

All Things Must Pass salió al mercado el 27 de noviembre de 1970, bajo el sello de Apple Records. La portada era una foto en blanco y negro, en la cual Harrison aparece sentado en el jardín principal de su residencia de Friar Park. Está rodeado por cuatro gnomos bávaros, que según él declaró representan a los miembros del cuarteto. El título del álbum alude a la aceptación de la ruptura: como dice el poema de Lao-Tzu en el cual se inspira, “todo pasa./ Un amanecer no dura toda la mañana./ Todo pasa./ Un aguacero no dura todo el día”.

A diferencia de los dos discos anteriores del músico, el tercero tuvo un espectacular éxito comercial. Llegó al número 1 en Estados Unidos y en casi toda Europa. En el Billboard norteamericano, permaneció durante siete semanas en ese puesto y ocho en la lista oficial de venta de LPs de Inglaterra. En 1972 fue nominado al Grammy al mejor álbum. Ha sido incluido en la lista de The Times of London de los 100 mejores discos de todos los tiempos, así como en la de los 500 que la revista Rolling Stone dio a conocer el año pasado, en la cual ocupa el número 368.

Tuvo también una excelente y unánime recepción entre los críticos. En opinión de Ben Garson, el álbum es “una declaración intensamente personal y un gesto grandioso, un triunfo sobre la modestia artística”, lo encumbró como “La guerra y la paz del rock and roll” y lo calificó como “wagneriano, bruckeriano, la música de la cima de las montañas y los vastos horizontes”. Richard William escribió que All Things Must Pass “supone un equivalente en el rock de lo que sintieron los espectadores de la preguerra cuando Greta Garbo abrió por primera vez su boca en el cine sonoro”. Y expresó que, de todos los trabajos de los Beatles en solitario, el de Harrison “es, de lejos, la mejor escucha, quizás porque es el que más cerca está de la tradición que el grupo empezó ocho años antes”. Por su parte, Melody Maker, recordando el papel discreto y callado que el músico había tenido en el grupo, comentó: “¡Harpo habla! ¡Harrison es libre!”. Lo comparaba con el integrante de los hermanos Marx, quien se hizo famoso gracias a que adoptó el papel de mudo en el cine y la televisión.

Aquel inesperado éxito de Harrison provocó envidias en sus excompañeros, pues vino a quebrantar el balance de poder que existía en el cuarteto. Al preguntarle un reportero su opinión sobre el álbum, McCartney contestó que aún no había tenido tiempo de escucharlo. Otro periodista, Fred Goodman, recogió el malestar que le produjo a Lennon escuchar My Sweet Lord durante una visita que hizo a Mallorca, prueba de la difusión internacional que el disco estaba teniendo. En otra ocasión, acerca del mismo comentó: “Está bien, quizás un poco largo”. El propio Harrison recordó que tras visitar su nueva casa en Friar Park, Lennon le dijo después a alguien: “Debe estar de la puta cabeza: va a lanzar tres discos. Y mira la foto de portada, parece Leon Russell en versión asmática”. Debe haberle cabreado que en vida él nunca alcanzó un número 1. Las ventas de Imagine, lanzado en 1971, no llegaron al millón, mientras que las de All Things Must Pass superaron los 6 millones.

Los discos posteriores de Harrison tuvieron una mediana aceptación. Pero con All Things Must Pass logró un álbum musicalmente estupendo y revolucionario, que le ganó la fama y el reconocimiento que hasta entonces le habían sido esquivos. En la nueva edición remasterizada, suene más brillante, limpio y mejor que nunca. Una excelente oportunidad para volver a disfrutar estas composiciones que, medio siglo después, siguen siendo modernas e innovadoras.

© cubaencuentro

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