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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Mungiu, Cine, Arte 7

Gente mirando al noroeste

Uno de los méritos de esta película es mostrar una trama construida de una forma que refleja los problemas que hoy suceden por toda Europa

“…¿En qué momento se había jodido el Perú?”, se pregunta Zavalita (o el propio Vargas Llosa) en el primer párrafo de esa monumental novela que es Conversación en la catedral. Lo mismo parece preguntarse el realizador rumano Cristian Mungiu, sobre su país, en su más reciente filme R.M.N.

El título de la película es la abreviatura en rumano, Imagen de Resonancia Magnética, que en inglés se conoce como MRI y en español también como RMN (Resonancia Magnética Nuclear), porque Mungiu nos va a mostrar una radiografía de la Rumania de hoy, que además se puede extrapolar a muchas otras partes del mundo, porque los temas que trata nos tocan a todos.

Para ello ha ubicado la trama en un pequeño pueblo, casi una aldea, del condado de Cluj, en el noroeste del país. Una zona de Transilvania donde han cohabitado por siglos húngaros, alemanes, rumanos y gitanos (aunque como dice un personaje, “de los gitanos ya nos hemos librado”). Una zona equidistante de Belgrado, Bucarest y Budapest. Un extranjero le pregunta a uno de la zona que hacia dónde quedan Bucarest y Budapest y cuando le señala que Budapest queda al noroeste, no le interesa lo demás. Aquí todo el mundo mira al noroeste, la meta es Alemania lo más lejos que se puede ir en el continente y si hay posibilidades, Estados Unidos o Canadá. El resto de los países son solamente lugares de paso.

Matías acaba de abandonar su trabajo en Alemania, donde le han gritado “gitano de mierda”. Regresa al pueblo en Navidades y se supone que estará allí por breve tiempo. Encuentra que su hijo ha visto una figura extraña en el bosque que a diario atraviesa para ir a la escuela y ha dejado de hablar. La panadería industrial local, que provee pan para varios pueblos de la región, acaba de contratar a tres empleados de Sri Lanka.

La gerente de la panadería, Csilla, es una mujer con la cual Matías ha tenido una relación romántica que quiere reanudar. Las cosas se complican para todos, porque el pueblo comienza a protestar el empleo de los extranjeros. Matías es un bruto, es un hombre violento y resuelve los problemas de forma agresiva. Quiere forzar a su hijo a hablar y a andar solo por el bosque, quiere forzar a Csilla a volver con él mientras quiere controlar la situación con su exmujer.

La tensión en el pueblo aumenta, quieren deshacerse de los cingaleses. Comienzan las agresiones a la casa que los aloja y a Csilla personalmente, ya que esta defiende la contratación diciendo que son inmigrantes legales y que nadie en el pueblo ha querido esos trabajos. El pueblo, está diezmado porque casi todos los hombres y algunas mujeres, se han ido a trabajar a Alemania. Los agresores se encapuchan para no ser reconocidos y Matías se une a ellos. Todos temen a la invasión que viene del sudeste, porque para ellos eso representa miseria y atraso, ya que Rumania fue, en su momento, el sur y el este del antiguo imperio soviético, tanto en sentido geográfico como ideológico.

A medida que la trama se desarrolla se va mostrando lo peor de cada cual. En una reunión en la iglesia, convocada por el alcalde y el sacerdote, los habitantes comienzan a mostrar sus verdaderos colores. La xenofobia, el racismo, la intolerancia, la hipocresía y la envidia asoman sus feos rostros. Comienzan a sacarse los trapos sucios entre ellos. Los de origen rumano despotrican sobre los húngaros y los gitanos. Parecen regodearse en su provincianismo, en su miseria y en su ignorancia. Están atrapados por ellos mismos.

Mungiu maneja todo esto con un sutil sarcasmo y un excelente manejo del humor negro. No solo deja que casi por si solas se expresen todas las rencillas étnicas, sino que también puede verse la relación de Rumania con la Unión Europea. Todo esto sin didactismo ni explicaciones historicistas. Pone el dedo en la llaga, pero deja abierto el problema de cuándo se jodió Rumania, si fue durante la era del comunismo, o quizá mucho antes, como daño ancestral debido a muchas fuerzas.

En sus películas anteriores tocó magistralmente los temas de la represión social y política, la misoginia, la homofobia y la intolerancia religiosa. En 4 Months, 3 Weeks and 2 Days (2007), trata la criminalización del aborto durante el régimen de Ceausescu. Este filme le valió el premio Goya, la Palma de oro de Cannes y el David de Donatello, así como muchos otros. En Beyond the Hills (2012) (La fe, la duda y sus consecuencias - Artículos - Cultura - Cuba Encuentro), también ganadora de muchos premios internacionales, toca problemas de desplazamiento, homofobia y de intolerancia religiosa. En Tales From the Golden Age (2009) y Graduation(2016) analiza diversas problemáticas de la Rumania del post-comunismo. En su ópera prima, Occident (2002), analizó los problemas de los trabajadores rumanos que emigran hacia el occidente.

Mungiu (Iasi, Rumania, 1968), es director, guionista y productor. Es una de las figuras claves del nuevo cine rumano, junto con Cristi Puiu y Corneliu Porumboiu. En R.M.N. ha concebido un ingenioso guion que toca una gran diversidad de temas sin restarle complejidad. La trama está construida de una forma que refleja los problemas que hoy suceden por toda Europa, un continente invadido por los vientos del este y que se debate acerca de cómo lidiar con esa marcha que parece irrefrenable y para lo cual muchos no parecen estar preparados o se niegan a aceptar.

El filme se desarrolla con cierta lentitud al inicio, porque Mungiu tiene que establecer las bases de los temas que va a tocar, pero se desenvuelve sin aburrir, con una narrativa clara y directa, que llega a un desenlace horrible, pero con sentido del humor.

Las actuaciones de Marin Grigore y de Judith State, dos veteranos del cine rumano, como Matias y Csilla respectivamente, son excelentes. El resto del elenco trabaja también de forma irreprochable. La fotografía de Tudor Vladimir Panduru, quien ha trabajado en varias películas de Mungiu, nos permite sentir, a través de su ojo, la desolación y lo baldío del pueblo, conservando una imagen de cierta belleza que sobrecoge.

Este filme es otra magistral adición a la relativamente breve, pero impecable filmografía de Mungiu.

R.M.N. (Rumania/Francia/Bélgica/Suecia, 2022). Guion y dirección: Cristian Mungiu. Dirección de fotografía: Tudor Vladimir Panduru. Con: Marin Grigore y Judith State. De estreno limitado en algunas ciudades de Estados Unidos.

© cubaencuentro

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