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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Cine

La mafia volverá a La Habana

El cine cubano enrumba hacia una diversidad deseada por muchos y cuestionada por otros: Un nuevo proyecto de Pavel Giroud retrotrae al mundo de los cincuenta.

Mientras espera por el estreno de La edad de la peseta, Pavel Giroud se frota las manos para su próxima incursión en el cine cubano: Omertá, un drama que retrotrae el tema de la mafia en la convulsa, licenciosa y despampanante Habana de los años cincuenta y lo lleva hasta el presente.

"Si tienes deseos de escribir una película de ciencia ficción, hazlo, y si tienes ganas de hacer una de capa y espada o un thriller policíaco, no te limites", aconseja Giroud en una defensa de la libertad de creación.

Integrante de una camada de nuevos realizadores que aprovechan la discreta reanimación de la industria cinematográfica para sacar a flote sus proyectos, el artista invita a sus colegas a "evadir la autocensura y expresar una pluralidad de géneros para que el cine cubano no termine siendo un subgénero en sí mismo".

Omertá, palabra que en clave mafiosa significa pacto de silencio, da vida a un personaje que entrecruza pasado y presente, vigor y decadencia, juventud y vejez.

"Si La edad de la peseta cuenta la evolución de un niño hacia la adolescencia, en Omertá se narra el camino de un adulto hacia la vejez a través de un personaje muy carismático que fuera guardaespalda de uno de los famosos gangster radicados en La Habana de los cincuenta", explica el cineasta, graduado del Instituto Superior de Diseño Industrial.

Omertá sugiere contener tintes psicologistas y de ambientes. "Este hombre ya no es el que fue y no ha tenido un espacio en la sociedad para desarrollar lo que realmente sabe hacer y entonces tiene la oportunidad de por un día volver a ser aquel hombre poderoso, pero con todas las limitaciones físicas y psicológicas que ya tiene", explica el realizador.

La historia del filme se inspira en una vida de película: la del cubano Jaime Casiellas, quien desde 1957 a 1959 fue guardaespalda, chofer y valet de Meyer Lansky en La Habana.

Este ex bodyguard de cejas pobladas, espejuelos de pasta y aspecto respetable, fue una suerte de cicerone que introdujo al mafioso en los vericuetos del contrabando de rones y alcohol, casinos y lujosos cabarets, lavado de dinero, prostitución y tráfico de drogas.

Las experiencias de Casiellas pueden leerse en el libro L a vida secreta de Meyer Lansky, del investigador cubano Enrique Cirules, un estudioso del tema que anteriormente publicó El imperio de La Habana.

Como París, La Habana también era una fiesta. Desde la postguerra y ya entrado los cincuenta, la capital de la Isla se convirtió en coto privado de los barones de la mafia ítalo-norteamericana.

Llegaron incluso a organizar una cumbre en el Hotel Nacional que terminó con un toque de lujo: La voz —Frank Sinatra— cantó para lo invitados.

Hoteles y casinos eran propiedad o tributaban dividendos a familias capitaneadas por Lansky o Trafficante, que conseguían de Batista el favor político y legal necesario para ser intocables y ponerse a salvo del acoso de las autoridades federales estadounidenses.

Omertá, cuyo guión fue premiado en la edición 27 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, supone una película muy diferente de La edad de la peseta, comunicadas entre sí, sin embargo, por una atmósfera común: los cincuenta.

Pavel Giroud defiende tal escenario: "La película habla de muchas cosas, del universo femenino, no sólo de aquellos años, sino actual. Es una mirada al pasado para explicar muchas cosas del presente".

' Mi único patrimonio es que sé lo que quiero'

Giroud se dió a conocer con Flash, la segunda historia de una trilogía inconexa que bajo el título Tres veces dos ganó el Zenith de Plata a la Mejor Ópera Prima en el 28 Festival des Films du Monde, en Montreal.

Ha dirigido materiales para HBO Family/SKYline Features; Universal Music y Casa de las Américas. Sus trabajos en el videoclip musical han sido premiados en la Isla por su rigor y, al mismo tiempo, desenfado estético.

Su trabajo en clips musicales —seductora fuente de ingresos según el artista a promover— no contaminó su visión de La edad de la peseta, "una película reposada en la que nunca estaba mirando el reloj".

Giroud supo del cine a través de Chaplin, Cantinflas , la comedia silente y, más tarde, por las llamadas comedietas cubanas de los ochenta. Nada de Tarkovsky o Wajda y noches en la cinemateca. Eso vino después.

En 2002 se entrega al mejor sueño de cualquier artista: una entidad independiente, en este caso la productora Guagua & Co. Films, de la que todavía se aguardan noticias.

Se confiesa un cineasta empírico. "No tengo una formación en cine ni en teatro. Mi único patrimonio es que sé lo que quiero".

Tal vez esa coherencia proviene del diseño industrial —donde se ponen a prueba la funcionalidad de las ideas—, una disciplina que también le prestó claridad en sus mensajes.

" La edad... es una película hecha por cubanos, en Cuba, con un conflicto absolutamente cubano y estoy retratando una verdad absolutamente cubana".

Así de rotundo es Pavel Giroud, cuya pasión inicial, la música, nunca pudo ser satisfecha. "Ha sido la gran frustración de mi vida".

© cubaencuentro

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