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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Cine

Las páginas (ocultas) del 'Diario de Mauricio'

El nuevo filme de Manuel Pérez obvia sucesos de la historia cubana como el fusilamiento del general Ochoa o el hundimiento del trasbordador 13 de Marzo.

Manuel Pérez ( El hombre de Maisinicú, 1973) ha expresado que se siente satisfecho con su último trabajo, el filme de ficción Páginas del Diario de Mauricio, que se estrenó recientemente en La Habana. El director no considera su película perfecta, ni mucho menos, pero le satisface dar a conocer una obra que está muy cercana a su experiencia generacional.

El filme comienza el día en que Mauricio, el protagonista, cumple sesenta años y se despierta muy temprano para ver el juego de béisbol entre Cuba y Estados Unidos en el que disputan la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sydney, en el otoño del año 2000. Tras la derrota del equipo cubano se sucederán hechos que llevan a Mauricio a recordar eventos de su vida personal, el primero de ellos en 1988. Son doce los años que abarca la narración de una historia íntima que no puede sustraerse a la repercusión de los cambios que ocurrieron con la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista.

Ésta es una película que la crítica oficial se ha apresurado en calificar como valiente y sincera. Porque, sin dudas, hay en ella un reflejo de ese revolucionario que, a pesar de todos los vientos contrarios, se mantiene "contento y obstinado", fiel a los ideales de la revolución, como cuando enfrenta a golpes a uno de los participantes en el "Maleconazo". El mismo que, después, alquila su casa a extranjeros y, a pesar de haber negado rotundamente la entrada de jineteras allí, después, en silencio, lo permite, porque no se vive sólo de ideas.

Es Mauricio uno de estos hombres que alaba una revolución que se hizo para beneficio de los desposeídos. Pero cuando finalmente se encuentra con su hija en México —la cual se marchó a estudiar a la Unión Soviética, allí se graduó y nunca más regresó a Cuba—, le dice: "Allí (en Cuba), con la preparación que tú tienes, escaparías a lo más duro", en un último e inútil esfuerzo de que la muchacha regrese a la patria. Escapar, escapar.

Tras sus palabras se esconde toda una filosofía que podemos escuchar habitualmente en el habla cotidiana: "Ahí vamos, escapando". Porque ni siquiera los revolucionarios más convencidos quieren soplarse lo más duro. No, ellos son confiables: tienen los trabajos que permiten los viajes al extranjero, los autos, las antenas para recibir las señales del satélite, en fin, las mejores oportunidades. La peor parte sigue siendo para los desposeídos.

Páginas ausentes

Sobre el trabajo de Pérez pesan los años que estuvo sin realizar un largometraje de ficción. El último fue La segunda hora de Esteban Zayas, en el año 1984. No obstante, la mayoría de los actores logra convencer en sus personajes —muy sobrio Rolando Brito en su Mauricio, consistente Enrique Molina, con sutiles matices Blanca Rosa Blanco—; la trama por momentos se arrastra en situaciones repetidas que la alargan gratuitamente. Y en el cine, las palabras no deben sustituir a las imágenes.

De nuevo, el cine cubano queda en las expectativas. Porque es curioso que un personaje como Mauricio, inquieto y analítico, sólo indague en los recuerdos de ciertas páginas de su diario: faltan sucesos tan importantes en esos doce años de balance vital e ideológico como el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, el llamamiento al Cuarto Congreso del Partido Comunista de Cuba o el hundimiento del trasbordador 13 de Marzo, por sólo mencionar algunos que conmocionaron la vida de los cubanos.

Incluso, la visión que se da sobre los sucesos del 5 de agosto no supera la envergadura de una reyerta callejera. Una vez más, las palabras pretenden explicar lo que debieron mostrar las imágenes. Entonces, la verdad se muestra a medias.

No podía ser de otro modo. Si Manuel Pérez, que también escribió el guión de Páginas… hubiera incluido estos sucesos en la historia se hubiera visto obligado a modificarla o a guardarla en la profundidad de una gaveta.

Por eso no es una casualidad que el compañero Mauricio, obstinado y contento de permanecer en Cuba a pesar de los vientos contrarios, disfrute tanto los eventos deportivos en que Cuba mantiene una cierta superioridad. En ellos es frecuente que nuestra bandera ondee en el sitio más alto y todos se deshagan en elogios sobre el sistema deportivo cubano.

En Cuba el deporte es un derecho del pueblo. No importa que el costo de extraordinarios resultados implique más rigores sobre el cubano de a pie. Los eventos deportivos sirven para cultivar el nacionalismo más acendrado y la fidelidad a la revolución. Y también porque bajo el ritmo trepidante de un buen partido de pelota o de voleibol se olvidan mejor ciertas páginas de diarios que, como ocurre con el de Mauricio, es mejor no releer.

© cubaencuentro

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